26.4.14

Editorial KATZEN: Las otras mitades (cuentos)

Editorial KATZEN: Las otras mitades (cuentos)



Coedición con Aurora Boreal, de Dinamarca.   



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Índice 



Mitades 

Chequeo de rutina       

...

25.4.14

Los que abandonan Omelas



por Ursula K. Le Guin


Con un repicar de campanas que echaba a volar las golondrinas, el Festival de Verano llegaba a la ciudad de Omelas, torres brillantes junto al mar. En la bahía, chispeaban banderas en las jarcias de los barcos. En las calles, entre casas de tejado rojo y paredes pintadas, entre jardines musgosos y bajo avenidas de árboles, frente a grandes parques y edificios públicos, avanzaban las procesiones. Algunas eran sobrias: ancianos con largas y rígidas túnicas color malva y gris, graves maestres de cada oficio, mujeres apacibles y alegres que llevaban sus niños y caminaban parloteando. En otras calles la música era más rítmica, un trepidar de gongs y panderos, y la gente iba danzando, la procesión era una danza. Los niños correteaban de aquí para allá, y sus chillidos estridentes se elevaban sobre la música y el canto como el vuelo raudo de las golondrinas. Todas las procesiones si dirigían al lado norte de la ciudad, donde en el gran prado llamado Campos Verdes muchachos y muchachas, desnudos en el aire brillante, los pies y los tobillos enlodados, los brazos largos y ágiles, ejercitaban los caballos resoplantes antes de la carrera. Los caballos no usaban ningún arreo, salvo una brida sin bocado. Tenían las crines orladas con banderines plateados, dorados y verdes. Hacían aletear los ollares y coceaban y alardeaban entre sí; estaban muy excitados, pues el caballo es el único animal que ha adoptado como propias nuestras ceremonias. Allá lejos, al norte y al oeste, las montañas se erguían casi arrinconando a Omelas contra la bahía. El aire de la mañana era tan límpido que la nieve que todavía coronaba los Dieciocho Picos aún ardía con un fuego oro blanco a través de millas de aire luminoso, bajo el azul oscuro del cielo. Soplaba apenas viento suficiente para que los estandartes que marcaban la pista de carreras chasquearan y flamearan de vez en cuando. En el silencio de los anchos prados verdes se oía la música serpeando por las calles de la ciudad, más lejos y más cerca y siempre aproximándose, una gozosa y tenue dulzura del aire que de vez en cuando tiritaba y se arracimaba y estallaba en el clamoreo inmenso y alegre de las campanas.
¡Alegre! ¿Cómo se puede nombrar la alegría? ¿Cómo describir a los ciudadanos de Omelas?
Ante todo; no eran gente simple, aunque eran felices. Pero hoy día las palabras de júbilo han caído en desuso. Todas las sonrisas se han vuelto arcaicas. Ante una descripción como ésta uno tiende a hacer ciertas presunciones. Ante una descripción como ésta uno también tiende a buscar al rey, montado en un espléndido corcel y rodeado por sus nobles caballeros, o quizás tendido en una litera dorada llevada por esclavos musculosos. Pero no había rey. No usaban espadas, ni tenían esclavos. No eran bárbaros. No conozco las normas ni las leyes de esa sociedad, pero sospecho que eran singularmente escasas. Así como se arreglaban sin monarquía ni esclavitud, también podían prescindir de la bolsa de valores, la publicidad, la policía secreta, y la bomba. Sin embargo debo repetir que no era gente simple, ni bucólicos pastores, ni buenos salvajes, ni utópicos blandos. No eran menos complejos que nosotros. El problema es que tenemos la mala costumbre, alentada por los pedantes y los sofisticados, de considerar la felicidad como algo bastante estúpido. Sólo el dolor es intelectual, sólo el mal es interesante. Esa es la traición del artista: una negativa a admitir la trivialidad del mal y el tedio espantoso del dolor. Si no puedes vencerlos, únete a ellos. Si duele, repítelo. Pero elogiar la desesperación es condenar el deleite, adherir a la violencia es perder de vista todo lo demás. Casi lo hemos perdido; ya no sabemos describir a un hombre feliz, ni celebramos la alegría. ¿Cómo puedo contaros sobre la gente de Omelas? No eran niños ingenuos y felices aunque es cierto que sus niños eran felices. Eran adultos maduros, inteligentes, apasionados, cuyas vidas no eran sórdidas. ¡Oh milagro! Pero ojalá pudiera describirlo mejor. Ojalá pudiera convenceros. Omelas suena en mis palabras como una ciudad de cuentos de hadas, hace tiempo y allá lejos, érase una vez. Tal vez sería mejor si la imaginaras según vuestra propia fantasía, esperando que la ciudad esté a la altura de la ocasión, pues por cierto no puedo conformaros a todos. Por ejemplo, ¿qué diremos de la tecnología? Pienso que no habría coches ni helicópteros en y sobre las calles; es natural, considerando que los habitantes de Omelas son gente feliz. La felicidad se basa en una discriminación justa entre lo que es necesario, lo que no es necesario ni destructivo, y lo que es destructivo. En la categoría intermedia, sin embargo –lo innecesario pero no destructivo, el confort, el lujo, la exuberancia, etcétera–, bien podían tener calefacción central, trenes subterráneos, máquinas de lavar, y toda suerte de artefactos maravillosos aún no inventados aquí, fuentes luminosas flotantes, energía sin combustible, una cura para el vulgar resfrío. O podrían no tener nada de eso: lo mismo da. Como gustéis. Yo me inclino a pensar que los habitantes de los pueblos costeros de la zona han estado llegando a Omelas durante los últimos días antes del Festival en trencitos muy rápidos y tranvías de dos pisos, y que la estación ferroviaria de Omelas es en verdad el edificio más elegante de la ciudad, aunque más sencillo que el suntuoso Mercado de Granjeros. Pero aunque hay trenes, temo que hasta ahora Omelas os parece demasiado idílica. Sonrisas, campanas, desfiles, caballos, bah. En tal caso, añádase una orgía. Si una orgía ayuda. No hay por que titubear. No agreguemos, sin embargo, templos de donde bellos sacerdotes y sacerdotisas desnudas salen casi en éxtasis y prontos para copular con cualquier hombre o mujer, amante o desconocido, que desee unirse con la profunda naturaleza divina de la sangre, aunque ésa fue mi primera idea. Pero en verdad sería mejor no tener templos en Omelas; al menos, no templos con sacerdotes. Religión sí, clero no. Por cierto, las beldades desnudas pueden vagabundear sin más, ofreciéndose como manjares divinos para el hambre de los necesitados y la fascinación de la carne. Que se unan a las procesiones. Que los panderos resuenen por encima de las copulaciones, y la gloria del deseo sea proclamada en los gongs, y (un detalle nada baladí) que los retoños de estos deliciosos rituales sean amados y cuidados por todos. Sé que algo no existe en Omelas, y es la culpa. ¿Pero qué más debería haber? Al principio pensé que no había drogas, pero eso es puritanismo. Para quiénes gustan de ello, la dulzura tenue y punzante del druz puede perfumar los caminos de la Ciudad, del druz que primero propicia una gran lucidez mental y agilidad corporal, y al cabo de unas horas una somnolienta languidez, y al fin maravillosas visones de los mismos arcanos y secretos íntimos del Universo, además de estimular el placer sexual más allá de todo lo imaginable; y no crea hábito. Para los gustos más modestos creo que debería haber cerveza. ¿Qué más, qué más habrá en la ciudad de la alegría? La sensación de triunfo, desde luego, la celebración del coraje. Pero así como prescindimos del clero prescindamos de los soldados. La alegría construida sobre una matanza victoriosa no es una alegría limpia; no conduce a nada, es temible y es frívola. Una sensación ilimitada y generosa, un triunfo magnánimo que no nace de la hostilidad contra un enemigo externo sino de la comunión entre las almas más refinadas y bellas de los hombres de todas partes y el esplendor del verano del mundo: esto es lo que inflama los corazones de la gente de Omelas, y la victoria que celebran es la victoria de la vida. En realidad no creo que muchos necesiten tomar druz.
La mayoría de las procesiones ha llegado ahora a los Campos Verdes. Un maravilloso olor a comida brota de los puestos rojos y azules de los proveedores. Los niños tienen pegotes deliciosos en la cara; de la benigna barba gris de un hombre cuelgan dos migajas de un rico pastel. Los jóvenes y las muchachas han montado a caballo y se están agrupando alrededor de la línea de largada de la pista. Una vieja, baja, gorda, risueña, está repartiendo flores de un canasto, y hombres jóvenes y altos usan las flores en la melena brillante. Un niño de nueve o diez años está sentado en el linde de la muchedumbre, solo, tocando una flauta de madera. La gente se detiene a escuchar, y sonríe, pero nadie le habla porque el niño nunca deja de tocar y nunca ve a nadie, los ojos oscuros profundamente sumidos en la magia dulce e inaprensible de la melodía.
Concluye, y baja lentamente las manos que empuñan la flauta de madera.
Como si ese pequeño silencio privado fuera la señal, la trompeta trina de repente en el pabellón de la línea de largada: imperiosa, melancólica, penetrante. Los caballos corcovean, y algunos responden con un relincho. Serenos, los jóvenes jinetes acarician el pescuezo de los caballos y los tranquilizan, susurrando: “Calma, calma, mi belleza, mi esperanza…” Empiezan a formar una fila en la línea de largada. Junto a la pista, las multitudes son como un campo de hierba y flores al viento. El Festival de Verano ha comenzado.
¿Lo creéis? ¿Aceptáis el festival, la ciudad, la alegría? ¿No? Pues entonces describiré algo más.
En los cimientos de uno de los hermosos edificios públicos de Omelas, o quizá en el sótano de una de las amplias moradas, hay un cuarto. Tiene una puerta cerrada con llave, y ninguna ventana. Un tajo de luz polvorienta se filtra entre las hendijas de la madera, después de atravesar una ventana cubierta de telarañas en alguna parte del sótano. En un rincón del cuarto hay un par de estropajos, duros, sucios, hediondos, junto a un balde oxidado. El suelo es mugre, un poco húmeda al tacto, como suele ser la mugre de los sótanos. El cuarto tiene tres metros de largo por dos de ancho: una mera alacena o galpón en desuso. En el cuarto esta sentado un niño. También podría ser una niña. Aparenta seis años, pero tiene casi diez. Es débil mental. Tal vez lo es de nacimiento, o quizá lo imbecilizaron el miedo, la desnutrición y el descuido. Se escarba la nariz y de vez en cuando se palpa los pies o los genitales, mientras está acurrucado en el rincón más alejado del balde y los estropajos. Le parecen horribles. Cierra los ojos, pero sabe que los estropajos están todavía allí; y la puerta tiene llave; y no vendrá nadie. La puerta siempre tiene llave; y nunca viene nadie, excepto que a veces el niño no comprende el tiempo ni los intervalos de tiempo, a veces la puerta cruje horriblemente y se abre, y entra una persona, o varias personas. Una de ellas quizá se acerque y patee al niño para obligarlo a levantarse. Las otras nunca se acercan, sino que lo observan con ojos aprensivos y asqueados. Le llenan apresuradamente el cuenco de comida y la jarra de agua, cierran la puerta, los ojos desaparecen. La gente de la puerta nunca dice nada, pero el niño, que no siempre ha vivido en ese cuartucho, y puede recordar la luz del sol y la voz de la madre, a veces habla. “Me portaré bien”, dice. “Por favor, quiero salir. ¡Me portaré bien!” Nunca le responden. Antes el niño pedía ayuda a gritos durante la noche, y lloraba mucho, pero ahora sólo emite una especie de quejido, “eh-haa, eh- haa”, y cada vez habla menos. Es tan raquítico que no tiene pantorrillas; le sobresale el vientre; se alimenta de medio cuenco de cereal y grasa por día. Está desnudo. Las nalgas y los muslos son una masa de úlceras infectas, pues está continuamente sentado sobre sus propios excrementos.
Todos saben que está ahí, todos los habitantes de Omelas. Algunos han venido a verlo, otros se contentan meramente con saber que está ahí. Todos saben que debe estar ahí. Algunos entienden por qué, y algunos no lo entienden, pero todos entienden que su felicidad, la belleza de su ciudad, la ternura de sus amistades, la salud de sus hijos, la sabiduría de sus eruditos, la habilidad de sus artesanos, incluso la abundancia de sus cosechas y el aire templado de sus cielos, dependen absolutamente de la abominable desdicha de este niño.
Normalmente explican esto a los hijos cuando ellos tienen entre ocho y doce años, cuando parecen capaces de comprenderlo; y la mayoría de los que vienen a ver al niño son personas jóvenes, aunque muchas veces hay adultos que vienen, o vuelven, a ver al niño. Por precisas que sean las explicaciones que han recibido, estos jóvenes espectadores siempre se escandalizan y asquean ante el espectáculo. Sienten náuseas, aunque se creían por encima de esa sensación. Sienten furor, ultraje, impotencia, pese a todas las explicaciones. Les gustaría hacer algo por el niño. Pero no pueden hacer nada. Sería bueno poder llevar al niño a la luz del sol, sacarlo de ese lugar aberrante, limpiarlo y alimentarlo y confortarlo; pero si se hiciera, la prosperidad y la belleza y el deleite de Omelas se marchitarían y secarían ese mismo día, esa misma hora. Esas son las condiciones. Cambiar toda la bondad y gracilidad de cada vida de Omelas por esa sola y pequeña buena acción, perder la felicidad de miles por la posible felicidad de uno: por cierto eso sería abrir las puertas de la culpa.
Las condiciones son estrictas y absolutas; al niño no se le puede dirigir ni siquiera una palabra de cariño.
A menudo los jóvenes vuelven a casa llorando, o tan furiosos que no pueden llorar, cuando han visto al niño y han enfrentado esta paradoja atroz. Quizá cavilen semanas o años. Pero con el tiempo empiezan a comprender que aunque soltaran al niño la libertad no le brindaría muchas cosas: el placer vago y pequeño de la tibieza y la comida, sin duda, pero no mucho más. Está demasiado degradado e imbecilizado para gozar realmente de la alegría. Ha temido demasiado tiempo para estar libre de miedo. En verdad, después de tanto tiempo es probable que fuera infeliz sin paredes que lo protejan, sin oscuridad para los ojos, sin excrementos donde sentarse. Las lágrimas vertidas por esa atroz injusticia se secan cuando empiezan a entender la terrible justicia de la realidad, y a aceptarla. Sin embargo esas lágrimas y esa furia, la generosidad puesta a prueba y la aceptación de la impotencia, son tal vez la verdadera fuente de esplendor de sus vidas. No gozan de una felicidad vaporosa, irresponsable. Saben que ellos, como el niño, no son libres, Conocen la compasión. La existencia del niño, y el hecho de que ellos conozcan su existencia, posibilita la nobleza de su arquitectura, la hondura de su música, la profundidad de su ciencia. Es por causa del niño que tratan tan bien a los niños. Saben que si ese desdichado no estuviera acurrucado en la oscuridad, el otro, el flautista, no podría ejecutar una música alegre mientras los jóvenes y bellos jinetes se alinean para la carrera al sol de la primera mañana de verano.
¿Ahora creéis en ellos? ¿No son más convincentes? Pero hay algo más para contar y esto es absolutamente increíble.
En ocasiones, uno de los adolescentes que va a ver al niño no vuelve al hogar dominado por la furia o el llanto: no vuelve, simplemente al hogar. De vez en cuando un hombre o una mujer de más edad guardan silencio un par de días, y luego se van. Esta gente sale a la calle, y echa a andar hasta salir de la ciudad de Omelas por las hermosas puertas. Siguen caminando a través de las tierras de labranza de Omelas. Cada cual va solo, muchacho o muchacha, hombre o mujer. Cae la noche; el viajero debe atravesar callejuelas de aldeas, entre casas con ventanas iluminadas de amarillo y luego salir a la oscuridad de los campos. Siempre solos, van al oeste o al norte, hacia las montañas. Siguen adelante. Abandonan Omelas, siguen caminado en la oscuridad, y no regresan. El lugar al cual se dirigen es un lugar aún menos imaginable para la mayoría de nosotros que la ciudad de la dicha. Ni siquiera puedo describirlo. Es posible que no exista. Pero ellos parecen saber adónde van, los que abandonan Omelas.


Traducción: Carlos Gardini

20.4.14

El castigo

(fragmento)




Salir del dormitorio colectivo en último lugar era considerado una falta leve. Pero no podía ocurrir más de dos veces. A la tercera, había un castigo. No se sabía cuál, no estaba estipulado, para que la incertidumbre fuera un estímulo más en el cumplimiento de la consigna. En todo caso, estaba prohibido hablar de eso, como de tantas otras cosas.
Fabiana no era particularmente remolona, pero algo la llevó a caer en el peligro. Una vez, se levantó más tarde porque —creyó recordar luego— la campanilla de la celadora se integró en un sueño que estaba teniendo, y ella tardó un par de segundos más de lo habitual en comprender de qué se trataba. La segunda vez fue simplemente una aglomeración de compañeras que buscaban lo mismo que ella: no quedar última. En un momento cedió a un empujón y, al darse vuelta, no había nadie detrás.
A partir de entonces, cada “despertar” era un suplicio que culminaba una noche de insomnio, o por lo menos de un sueño salteado. La pesadilla recurrente era que venían a despertarla. Se incorporaba de golpe y sólo la total oscuridad, y el total silencio, la convencían, después de un breve tormento, de que aún no era hora.
Pero tenía que pasar.
Agotada, después de unas dos o tres semanas de mal dormir (que también le habían acarreado reprimendas durante las tareas del día), una madrugada volvió a demorarse. Luego recordaría que algunas compañeras trataron de ayudarla; pero tampoco ellas podían arriesgarse mucho. La que más insistió fue la Clarita, que la sacudió varias veces con esa risa cristalina, aguda, y un poco insoportable, que tenía. Pero no fue suficiente.
La celadora la llevó a ver a la directora.
Había entrado algunas veces en la imponente oficina de Dirección, pero ahora le parecía distinta, como si los muebles, las paredes, y la misma señora, estuvieran envueltos, distanciados, por brumas. Claro, eran sus lágrimas, que luchaban por abrirse paso.
—De nada sirve llorar —le dijo la directora, con una especie de afecto helado.
Fabiana bajó aun más la mirada.
—Sabes que debes ser castigada.
Ella asintió.
—¿Sabes cómo vas a ser castigada?
Ella negó con la cabeza, enfáticamente. Por el movimiento, una lágrima salió disparada hacia un costado. Iba a enjugarse las otras, pero se contuvo. La directora estaba sonriendo, apenas.
—Bien.
Pasaron unos segundos. Fabiana, siempre con la mirada baja, percibió que la directora dejaba su puesto detrás del enorme escritorio de roble y se le acercaba. Traía algo en la mano; algo largo y fino, también de madera.
—Mirá.
Que la directora hubiera pasado del tuteo al voseo perturbó a Fabiana más que la visión del objeto: una simple, antigua regla, desgastada por el uso. Por los usos.
—Acercate, chiquita.
La voz de la directora era meliflua, insinuante. Fabiana sintió que sus piernas se aflojaban. ¿Resistiría el dolor? ¿O estaba temiendo, anticipando, algo más? El dolor físico en sí no era tan importante. Alguna vez había sido algo cotidiano en su vida.
Con un movimiento brusco, casi violento, la directora tomó la mano derecha de Fabiana y puso en ella la regla. Después, se la hizo cerrar hasta tenerla bien aferrada de un extremo.
—Pegame.
Fabiana no entendió. Dio una mirada fugaz a lo que tenía adelante. La directora se había apoyado en el escritorio, dándole la espalda. Estaba ligeramente inclinada. Pese a su delgadez casi enfermiza, acentuada por un vestido holgado, sin forma, las caderas le sobresalían.
—¿Sos sorda o estúpida? —una nota histérica ya se había instalado en la voz, siempre amenazante, de la mujer.
Ella sacudió la cabeza, pero no sabía si para decir que no o que sí, o respecto de qué.
—Pegame con la regla. ¡Ahí! ¡Ya!
Fabiana negó esta vez, a punto de estallar en llanto. La directora se dio vuelta y se le acercó; es decir, acercó su cara a la de Fabiana, mucho más baja e inclinada.
—Más vale que hagas lo que te digo, chiquita. Más vale. No te imaginás lo que te espera, si no.
La directora volvió a acomodarse. Esta vez, incluso, se levantó un poco la larga falda gris, dejando al descubierto sus pantorrillas flacas, resecas; nada más. Era como una parodia de la sensualidad, pero Fabiana no podía saber eso.
—¡Pegame, negra puta!
Fabiana dio un respingo y, casi en el mismo acto, como estimulada por el grito (no necesariamente por el insulto), descargó la regla sobre el trasero infeliz de la directora. Una vez.
—Más, y más fuerte —esta vez era un susurro.
Le pegó más. Y más fuerte. Hasta cinco veces (no las contó).
—Listo —ordenó la mujer, aun de espaldas—. Bajá la vista y andate. Ya.
La voz. Lo que había en la voz.
Fabiana salió de la dirección y buscó el baño más cercano. La celadora, que la esperaba en la puerta, no intentó detenerla, pero la siguió y se quedó a ver, impertérrita, sin siquiera amagar con intervenir, cómo Fabiana se inclinaba sobre un inodoro y vomitaba hasta el alma.


13.4.14

Laclau






Es curioso, aunque entendible, que el teórico que escribió esa “biblia posmarxista” que fue Hegemonía y estrategia socialista haya pasado sus últimos años denostado por la derecha.
Recuerdo que Beatriz Sarlo usaba abundantemente ese material en sus clases de los ochenta, aunque no siempre citando la fuente. Prefería, entre otras, su propia versión post de Raymond Williams, y la dudosamente anarcoide de Foucault.
En aquel libro, publicado cuatro años antes de la caída del Muro de Berlín, Laclau partía del canon posestructuralista: la desaparición del sujeto revolucionario provenía de la muerte del sujeto tout court. Claro que él lo argumentaba de forma histórica, impecablemente, remontándose a los primeros debates al respecto, con el cadáver de Marx, por así decirlo, todavía fresco. Por ejemplo, en las diferencias entre obreros calificados y no calificados, que algunos teóricos socialdemócratas se atrevieron a plantear, en el filo de los siglos XIX y XX.
Algo de esta disputa resuena, por supuesto, en su graciosa controversia con Slavoj Zizek, en el apartado “Esperando a los marcianos”, de La razón populista, veinte años después (como los mosqueteros). Aquí, Ernesto insiste en reclamarle al esloveno que le diga, con toda claridad, quién es el sujeto revolucionario, hoy. Zizek sigue demorando su respuesta, ocupado entre película y película (tal vez sus sujetos revolucionarios son los personajes de John Carpenter).
Hegemonía… terminaba exhortando a llevar el liberalismo democrático a un estadio “radical”, en el que los diferentes “movimientos sociales” tendrían su auge en el reparto de nuevos derechos, dentro de una diversidad que el marxismo realmente existente no había permitido.
Sus trabajos sobre el poder y la representación pueden leerse (demasiado rápidamente, lo sé) como una transición hacia su teoría del populismo. En la representación decía, representante y representado se modificaban mutuamente, desde sus respectivos lugares y funciones. (Algo de Charles S. Peirce puede estar tallando acá; o sea, algo de Lacan).
Finalmente, la excomunión: La razón populista, insólito bést seller. Caída toda posibilidad de revolución, Laclau encuentra una salida transformadora en el populismo, definido de manera estructural y no sustancial. Aquellas reivindicaciones sectoriales, de las cuales el (neo)liberalismo no pareció muy inclinado a ocuparse, se convierten, más o menos, en las famosas demandas equivalenciales.
“Yo soy negro, yo soy puto, yo soy indio, yo soy mujer”, según reza un famoso afiche con fondo de arco iris.
Si dedicarse a la política es entregar el propio honor a los perros, Laclau parece haberlo hecho con total conciencia, y cierta ironía de base; agonal, como ahora, hoy, sabemos. Para Twitter que lo mira por tevé.

12.4.14

Novedades académicas - Departamento de Letras - FyL

NOVEDADES ACADÉMICAS

I Encuentro Internacional de Literatura Fantástica
9-13 de mayo en la Biblioteca Nacional. Coorganizado por el Departamento de Letras de la FFyL de la UBA.

Homenaje a Marguerite Duras a cien años de su nacimiento
4 de abril al 9 de mayo. Ver PROGRAMACIÓN.

Conferencias en el Instituto de Filología y Literaturas Hispánicas “Dr. Amado Alonso”
Martes 29 de abril de 15 a 17 hs en el Instituto (25 de mayo 217, 1° Piso, CABA). 
Inscripción gratuita: al_saab75@yahoo.com.ar (Andrés Saab).
Violeta Demonte (UAM): “Oraciones subordinadas argumentales: (in)definitud en la periferia izquierda”.
Olga Fernández Soriano (UAM): “El que radical en español: evidencialidad vs. insubordinación”.

I Jornadas Mundos Ficcionales y Teorías de la Ficción
9 de agosto en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. 

V Jornadas Debates Actuales de la Teoría Política Contemporánea
8-9 de agosto en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA.

II Congreso Internacional. El Caribe en sus Literaturas y Culturas
8-10 de abril de 2015 en la Universidad Nacional de Córdoba – PRIMERA CIRCULAR

Curso de Posgrado “Maneras de leer en los 60-70’s. La encrucijada literal”
A cargo del Prof. Juan José Mendoza.
Inicio: Miércoles 7 de Mayo, Aula 6 de Posgrado de la Facultad de Filosofía y Letras (UBA). Días y Horario: lunes a miércoles, 12, 13 y 14 / 19, 20 y 21 / 26 y 27 de mayo de 13 a 17 hs. (Aula: Instituto de Filología. Inscripción vía web o de lunes a viernes de 12 a 18 hs. en la Secretaría de Posgrado (Puan 430, CABA). PROGRAMA.

Seminario “Premios literarios y polémicas: el valor de la literatura hoy”
En la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de  la UNLP. A cargo de la prof. María Julia Zaparart. Ver PROGRAMA.

Certificado de Español como Lengua Extranjera
El próximo 6 de junio de 2014 se tomará por décimo año consecutivo el examen CELU (Certificado de Español: Lengua y Uso) en 33 sedes distribuidas en Argentina, Brasil, Asia y Europa. La inscripción se podrá hacer a través del sitio www.celu.edu.ar desde el 14 de abril hasta el 26 de mayo.
El CELU es el único examen reconocido oficialmente por el Ministerio de Educación y el Ministerio de Relaciones Exteriores de la República Argentina. Posibilita estudiar en español en la universidad y trabajar en puestos que requieran el uso efectivo del español. Se acreditan dos niveles, el Intermedio y el Avanzado, que dan constancia, en distinto grado, de la capacidad lingüística del hablante extranjero para actuar en situaciones laborales o académicas en cualquier país hispanohablante.
Más información: www.celu.edu.ar / info@celu.edu.ar

11.4.14

“Reunión de Producción” en la UNDAV - 2014




                                                                                             





“Reunión de Producción” en la UNDAV - 2014

El ciclo de encuentros entre productores de diversos géneros culturales se realizará el martes 6 de Mayo, a partir de las 19 horas, en el  aula  nro. 6

El martes 6 de Mayo, a partir de  las 19 horas, se realizará un nuevo encuentro de “Reunión de Producción” en la Universidad Nacional de Avellaneda. El ciclo de reuniones entre productores de diversos géneros culturales tendrá lugar en el Aula nro 6, sita en España 350  y Colón, de la ciudad de Avellaneda.



Con la participación de los miembros de la Facultad de Ciencias Económicas UBA, Marcelo Andreotti (Coord. General del Centro Emprendedor Gen XXI) y María José Canals (Subsecretaria de Bienestar Estudiantil)  para hablar sobre:
- Qué objetivo tiene el Centro de Emprendedor GEN XXI.
- Cuáles son sus actividades para el 2014. 
- Información relevante para emprendimientos culturales.


Dicha reunión se ha consolidado a través del tiempo como un lugar de conocimiento entre colegas, que propone crear espacios de intercambio de información, contactos, primicias y tarjetas, como así también la posibilidad de unirse a algún equipo, rescatar y/o despertar ideas, saber qué hace el prójimo en estas áreas culturales y encontrar la persona necesaria para la realización de proyectos, entre otras cuestiones.

En definitiva, un espacio que propone dejar la comunicación virtual para volver “al vivo”.

Estamos construyendo REDES de intercambio cultural.

Si ese día aparte de venir, también tenés ganas de compartir tu arte, a través de mostrar fotos, pinturas, libros, revistas, volantes de tu espectáculo o película, etc., podés hacerlo.

Repartiremos “Garabombo”  la revista cultural, el periódico y comunicaremos las actividades  de la UNDAV. 

Cabe destacar que la actividad es organizada por la UNDAV, con la colaboración del Centro Cultural UNDAV y Bienestar Universitario, se realizará con entrada libre y gratuita, promoviendo la participación estudiantil, y cuenta con la coordinación de la periodista Adriana Schottlender.

Para más información los interesados pueden comunicarse a adrischottlender@gmail.com














Dirección de Prensa y Ceremonial
España 350, Avellaneda, Buenos Aires. Tel.: 4229-2400 int. 468. E- mail: prensa@undav.edu.ar

Sedes de la Universidad
Sede y Rectorado: España 350, Avellaneda | Sede 12 de Octubre: 12 de Octubre 463, Avellaneda
Sede Piñeyro: Mario Bravo e Isleta, Piñeyro | Sede Ameghino: Ameghino 838, Avellaneda.
Universidad Nacional de Avellaneda. Buenos Aires. Argentina - © 2011 - Todos los derechos reservados

10.4.14

VI CONGRESO INTERNACIONAL DE LETRAS

DEPARTAMENTO DE LETRAS, FACULTAD DE FILOSOFIA Y LETRAS, UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES
 

PUAN 480, CABA C1406CQJ. TEL: 54-11-4432-0606, INT. 135
DIRECCIÓN DE E-MAIL: letras@filo.uba.ar


 VI CONGRESO INTERNACIONAL DE LETRAS
Transformaciones culturales. Debates de la teoría, la crítica y la lingüística

Buenos Aires, 25 al 29 de noviembre de 2014

Facultad de Filosofía y Letras, Puan 480


El Departamento de Letras de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires anuncia la realización del VI Congreso Internacional de Letras. Transformaciones culturales. Debates de la teoría, la crítica y la lingüística, que tendrá lugar entre los días 25 y 29 de noviembre de 2014. El encuentro tiene por objetivo reflexionar sobre el estado actual de los debates en la teoría literaria, la crítica y la lingüística.
En esta ocasión se dedicarán conferencias y paneles especiales del Congreso a conmemorar dos aniversarios importantes: el centenario del nacimiento de Julio Cortázar (1914-1984) y el 90° aniversario de la muerte de Franz Kafka (1883-1924).

Se recibirán trabajos en las siguientes áreas:
 Lenguaje y Cognición: neurolingüística, psicolingüística y gramáticas cognitivas
 Lenguaje y Sociedad: sociolingüística, etnolingüística, sociología del lenguaje, pragmática conversacional, retórica, análisis del discurso y teoría de la argumentación
 Lingüística Formal: fonología y morfología y gramática generativa
 Literaturas Argentina y Latinoamericana
 Literatura Española
 Literaturas en Lenguas Extranjeras
 Teoría y Crítica de la Traducción
 Crítica de las Literaturas Comparadas
 Estética y Teoría Literaria: literatura y sociedad, narratología, literatura y estudios culturales y teoría de los géneros
 Metodología de la Investigación
 Enseñanza de la Lengua y la Literatura

En la próxima circular se comunicarán los formularios, plazos y medios de inscripción, aranceles y formas de pago, modalidades de participación y normas de organización del evento.

Contacto: cil@filo.uba.ar

8.4.14

Los medios y la extimidad

Los medios y la extimidad

de Pablo Valle

en la revista Paco





Mesas de la SEA en la Feria del Libro

MESAS DE LA SEA
EN LA 40° FERIA INTERNACIONAL DEL LIBRO DE BUENOS AIRES


 

Viernes 25 de abril de 16:30 a 18:00hs.
Sala: Leopoldo Lugones (Capacidad: 200 personas.) Pabellón amarillo.

Los cambios culturales a partir de la Primera Guerra Mundial
Participan:
Luis Chitarroni
Esther Cross
Eduardo Grüner
Coordina: Danilo Albero.


Domingo 27 de abril de 20:30 a 22:00hs.
Sala: Domingo Faustino Sarmiento (Capacidad: 80 personas.) Pabellón blanco.

Rock y el dilema mediático
Participan:
Andrea Álvarez
Mónica Delfino
Pablo Krantz
Sergio Marchi
Coordina: Lala Toutonian.
 


Lunes 28 de abril de 16:30 a 18:00hs.
Sala: Javier Villafañe(Capacidad: 150 personas.) Pabellón amarillo.

Duelos que se escriben
Participan:
Diana Cohen Agrest
Federico Jeanmaire
María Luján Rey
Coordina: Diego Rojas.

 

Jueves 1 de mayo de 16:30 a 18:00hs.
Sala: Roberto Arlt (Capacidad: 200 personas.) Pabellón amarillo.

Del sertão a la pampa, de la pampa al sertão.
Entrevista a Samuel León a cargo de Luis Gusmán.
Coordina: Graciela Aráoz.


 

Domingo 11 de mayo de 16:30 a 18:00hs.
Sala: Javier Villafañe (Capacidad: 150 personas.) Pabellón amarillo.

Cozarinsky y la nocturnidad
Entrevista a Edgardo Cozarinsky a cargo de Maximiliano Tomas.
Coordina: Fernando Noy.

En todas las mesas la entrada es libre y gratuita.
Agradecemos la difusión.

https://www.facebook.com/events/660143017391313/



Mesa redonda “Ignacio Lewkowicz, historiador”

Mesa redonda “Ignacio Lewkowicz, historiador”

 

El pasado 4 de abril se cumplieron 10 años de la muerte de Ignacio Lewkowicz. Si su singular recorrido intelectual lo condujo a participar de múltiples ámbitos de pensamiento, tanto su formación como el modo de sus intervenciones lo definen netamente como un historiador. Para conversar acerca de ese perfil y de la impronta que Ignacio ha dejado en el terreno de lo histórico, el Departamento de Historia de la Facultad organiza una mesa redonda integrada por miembros de su plantel docente y abierta al diálogo con todos aquellos que, de un modo u otro, se sienten interpelados por algún aspecto de su pensamiento.
Miércoles 9 de abril - 19 hs.
Facultad de Filosofía y Letras
Puán 480 - Aula 144


Participan:

Julián Gallego (Historia Antigua II)
Fabio Wasserman (Historia Argentina I)
Mariana Canavese (Historia de los Sistemas Económicos)
Bruno Fornillo (Historia de América III)


Coordina: 
Marcelo Campagno (Director del Departamento de Historia)


Más información:
histdep@filo.uba.ar

Fecha de inicio del evento: 
Mié, 09/04/2014 - 19:00