31.1.05

Máscaras

Hace mucho tiempo, fui a ver una puesta del Arturo Ui, de Brecht, a un teatro de San Telmo, creo que el Bambalinas. De los actores, sólo recuerdo al protagonista, Franklin Caicedo. Y que la puesta estaba enmarcada como la filmación de una película, con lo cual se instalaban dos planos de realidad que cumplían con las exigencias del extrañamiento brechtiano. Pero lo que quiero contar es que, en un determinado momento, el actor que hacía el papel del anciano "Hindenburg" tenía que manifestar indignación ante las presiones de Arturo, se incorporó a medias en su asiento y vaciló extrañamente. Fue casi imposible determinar el momento exacto de la transición entre la furia de su personaje y su verdadera descompensación. En algún punto hubiera quedado clara, dada la casi inmediata interrupción de la obra. Caicedo se dirigió al público y dijo precisamente: "Perdón, se descompuso." Pero, a su vez, dada la estética de la obra, esa interrupción bien podía quedar incorporada a ella. De hecho, la escena siguió, mientras el hombre se reponía en el escenario. Si no fuera porque implicaba una desgracia personal, diría que fue un instante mágico.
También me recuerda algo que cuenta Liv Ullmann en su libro de memorias, Senderos. Cuanto tenía que filmar la escena del suicidio en Cara a cara, le dieron un frasco con pastillas de utilería, quiero decir, de caramelos, supongo. Pero ella empezó a pensar que quizás se habían equivocado y le habían dado somníferos de verdad; de hecho, eran muy parecidos… Mientras se preparaba, la idea se le fue convirtiendo en una obsesión y, al tomar finalmente las "pastillas", su estado de angustia era muy similar al del personaje. En realidad, había recurrido a una especie de memoria emotiva exacerbada; sabía que la confusión era imposible, pero creer en ella le sirvió para componer mejor la escena. Por supuesto, la diferencia irreductible era que el personaje moría y ella no…
No iba a ponerla, porque es una anécdota demasiado conocida, pero tres es mejor que dos. Dicen que Dustin Hoffmann se encontró con John Gielgud poco después de hacer Perdidos en la noche. Le contó que, para componer su personaje consagratorio, Ratso Rizzo, había pasado varios meses conviviendo con mendigos, sin bañarse, comiendo y durmiendo en refugios o en la calle misma… El inglés lo miró extrañado, casi escandalizado, y le preguntó: "¿Y por qué no lo actuó?"


De sobremesa

Por esos azares que no son tales, encontré una versión en Internet de la novela De sobremesa, de José Asunción Silva, suerte de manifiesto narrativo del modernismo, que al mismo tiempo estoy leyendo en una buena edición de editorial Norma, junto con las Poesías completas. Pero la versión digital tiene, además, un estimable prólogo de Gutiérrez Girardot.

Modos

"Yo ser indio navajo. Yo vivir lugar tranquilo hasta que hombre blanco venir. Todo comenzar así: navajo conjugar siempre verbos en infinitivo y así vivir en paz, sin presente ni futuro, sin Kant. Pero hombre blanco llegar y hablar mismo idioma que nosotros, castellano, pero hombre blanco empezar a conjugar verbos en modo indicativo y subjuntivo, y también implantar modo imperativo y ordenar nosotros retirar a reservaciones" (de “Navajo”, cuento de Leo Masliah).

30.1.05

"Es conocido el ucase de Claudel: 'Estoy con todos los Júpiter contra todos los Prometeos.'
Por mucho que hayamos perdido toda ilusión sobre la revuelta, semejante enormidad despierta al terrorista que duerme en nosotros" (Cioran, Ese amargo yo).


29.1.05

Monelle me trouva dans la plaine où j’errais et me prit par la main. N’aie point de surprise, dit-elle, c’est moi et ce n'est pas moi; tu me retrouveras encore et tu me perdras; encore une fois je viendrai parmi vous; car peu d’hommes m’ont vue et aucun ne m’a comprise; et tu m’oublieras et tu me reconnaîtras et tu m’oublieras.
Et Monelle dit encore: je te parlerai des petites prostituées, et tu sauras le commencement (principio de Le livre de Monelle, de Marcel Schwob).



Contra Góngora

de Francisco de Quevedo

Este cíclope, no siciliano,
del microcosmo sí, orbe postrero;
esta antípoda faz, cuyo hemisferio
zona divide en término italiano;
este círculo vivo en todo plano;
este que, siendo solamente cero,
le multiplica y parte por entero
todo buen abaquista veneciano;
el minoculo sí, más ciego vulto;
el resquicio barbado de melenas;
esta cima del vicio y del insulto;
éste, en quien hoy los pedos son sirenas,
éste es el culo, en Góngora y en culto,

26.1.05

Diario de Alemania 2003

(transcripto con la mayor exactitud posible, de una libretita Norte, escrita desde la última página)

start here

Eres mi héroe
(Antonio Quadra)
Mocedades
Sevilla
Betis


5/10

Alguien viaja a un lugar y se vuelve.
Entonces, se entera de que se perdió una celebración típica del lugar.
El resto de su vida, vive obsesionado con eso.

------- o -------

¿Por qué el cine de género está muerto?
¿Y cuál no?
El policial. (?)

Piratas
Western...


6/10

Siempre cago en Barajas.

No me gusta subir al avión por la “escalerilla”. Me da vértigo.

Cosa de gallegos: tomé 2 buses que hicieron como varios kilómetros.

------- o -------

Fuimos a Bingen, del otro lado del Rin, por balsa.
Llovía mucho y el viento no se soportaba.
El monasterio de (santa) Hildegarda estaba cerrado. Igual, el paseo fue bueno.


7/10

Tomé el tren en Geisenheim 8.00. Trasbordo en Wiesbaden. Llego a F 9.05, o’clock.
Prefiero caminar hasta la Feria (cambio 350 U$ x 283 € !!)
Colaboro en stand c/Wolf.
Escribo ahora esperando los libros.
¿Vuelvo 19.53?

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7/10

MMK

Friedrich Kiesler
Endless Home
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|
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Hauptbannhof

0,70 € = casi 2 $
la meada + cara de la historia

(Cuando me di cuenta, se me cerró la vejiga.)


7/10

MMK

Warhol

(y Dom Museum, muy contradictorio)

Time capsules

Hasta el desecho más inverosímil cobra sentido si es de un famoso (?).
Justamente, eso es Warhol (y el pop): arte de re-significar los desechos (de una cultura, de una vida).

cf. MIS cajas de (F)


10/10

Solo en la Feria.
First time.
Sushi reveange
(with palitos).

------- o -------

19.15. Salgo para Wiesbaden, se supone que en el mismo tren del otro día.
¿Hoy será día de mala suerte?
Hora de llegada calculada: 22.00 (!). No agregar nada más.


12/10

Me encontré con / He visto a Dios...
Umberto Eco.


13/10

Tenía que pasar.
Día malo.
Decido ir a Friburgo a pesar de todo.
Quiero usar el ticket de la Feria. No puedo, y pago 54 €. Apenas tengo p/volver.
¿Podré pagar con tarjeta la vuelta? Buena pregunta.
Por lo menos ahora debería estar + tranquilo. Pero tengo MUCHAS ganas de hacer pis y ni me atrevo a levantarme por miedo de perder el asiento (con ventanilla).
Mucho calor en el tren. Afuera casi 0 grado. ¿Veré nieve?

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No, bestia, no hay nieve en Selva Negra (por lo menos en esta época del año).
Estoy volviendo, vía Mannhein. Siempre a precio de oro.
Tengo que tomar 4 trenes, sería un milagro que algo NO saliera mal.

¿Friburgo? Hermosa. Vi parte de la Schwarzwald, pero valió la pena. Como siempre, muchas fotos.
Compré rollos muy baratos en un Schlecker.
(En 20 minutos tendría que transbordar en Mannhein.)
Comí una salchicha gruesísima en un pan redondo, c/ziedeln. Y una Coca reparadora. No muy caro.
¿Qué hago mañana y pasado?
Estoy molido. Y algo deprimido, como siempre. ¿Es la culpa, el cansancio, el miedo, o todo junto?
Telekom puta, no pude hablar c/Silvia, con VISA. Y las monedas apenas sirven para saludar.
Me cansé hasta de escribir.
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Tercer tren, Frankfurt-Wiesbaden (ojalá, quién sabe).
Acá pidieron tique unos policías bastante alarmantes.
¿Puedo poner que hice la mitad del viaje? No, mejor no.
Si llego, 21.39 a Geisenheim, hago una fiesta.
Pero mucho me temo que voy a tener que llamar al Vater Paul, porque no tengo ánimo p/caminar. O a lo mejor si llego a salvo y a horario... para compensar, ¿no?

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14/10
Muy cansado. Me duelen las piernas. Prefiero que P. Paul me lleve a algún lugar...
(interrupt.)

El lugar resultó ser las orillas del Rin hasta la roca Loreley, nada menos. O sea, el trayecto de aquel primer año, 1998. Esta vez saqué fotos, aun con sol en contra. Con que salgan un par, estoy conforme (es un decir).

¿Se me pasó la depresión? Un poco. Obra del Rin y del Sol.
Y de la falta de miedo, ya que no de culpa.
Es para pensarlo.
Lo de Friburgo de ayer fue espléndido pero preocupante. Demasiada tensión para disfrutarlo, aunque sea un poco más. ¿Cómo será el recuerdo?
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Hermoso paseo por alrededores de J. Hasta algunos lugares que no conocía.
Me siguió un gatito negro.
Saqué la foto habitual de la esquina.
Fui al Schloss a ver el valle desde ahí.
Los hombres saludan al pasar; las mujeres, no.
El tiempo pasa.
Quizás mañana vaya a Winkel, un tema pendiente.
Si el P. P. no propone otra cosa.
Pero es un largo camino y estoy cansado aún. Veremos cómo me levanto.


15/10

Hago los 2 km J-Winkel, sin problemas.
Hay un túnel debajo de la ruta. Estoy sentado frente al Rin. Frío, sol, viento. Un día espléndido. Sigo camino, a ver hasta dónde llego
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13.00. Extraordinario periplo por la orilla del Rin hasta la Oestricher Kran y luego “por arriba”: Oestrich, Mittelheim y Winkel, donde estoy ahora, exactamente frente a la Brentanohaus.
Es temprano, voy a intentar llegar al Schloss Vollrads y luego volver a J.
No words any more.

No llegué al Schloss Vollrads, quizás porque siempre es bueno dejar cosas pendientes...
Y no subí por la ruta sino por los viñedos: gran decisión.
El paisaje es impresionante, la distancia no es mucho mayor y el peligro sí es mucho menor.
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16/10

Heme aquí (increíblemente), en la gate D29 del Flughafen Rhein-Main, etc., esperando que los iberos confirmen su puerta y su horario de embarque.
2 horas y media antes de mi hora de partida, porque el Vater P. tenía misa a las 6 y es tan ansioso como yo. Mejor.
Igual fue otro día espléndido, fuimos a Wiesbaden a comprar zapatillas (ojalá sirvan) y tomamos un capuccino en el bar-trampa afgano que ya visité una vez (en el 2001, plena guerra).
Después fuimos a Rüdesheim por última vez, almorzamos en el Wiener Grill y bajamos al muelle a ver los barcos. Saqué unas fotos preciosas para terminar un rollo de 24.
No sé cuántas fotos saqué en total, creo que 2 rollos de 36 y 2 de 24, pero temo engañarme.
Será un largo viaje.
Cenaré 2 veces (?).
Por fin veré a Silvia, después de tanta nostalgia, culpa y esfuerzo.

19.30. Iberia retrasada, quién sabe cuánto.
Ojo a la combinación.
Por ahora, no muy nervioso, igual. ¿Está bien?
¡Unos minutos más en F!
Increíble... (yo).
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Todavía estoy temblando y sudando.
Me perdí en Barajas, 10 minutos antes de que el avión saliera.
Lo anoto p/tranquilizarme, pero me va a costar bastante.
No sé cómo llegué acá, espero que sea el avión... y el asiento. Aunque esto último sería de lo menos, después del riesgo que corrí.
Bueno, basta. Quedan 12 largas horas p/el final.
A disfrutar lo que queda.

Turismo

(A propósito de este verano, en que una Buenos Aires babélica como nunca se ve literalmente infestada de turistas extranjeros a los que el astuto nativo se apresura a expoliar algunas divisitas, magra limosna de la globalización en general y de nuestra economía en particular.)

“La burguesía nacional, que toma el poder al concluir el régimen colonial, es una burguesía subdesarrollada. Su poder económico es casi nulo y, en todo caso, sin semejanza con el de la burguesía metropolitana a la que pretende sustituir. (…) En el seno de esta burguesía nacional no hay ni industriales ni financieros. La burguesía nacional de los países subdesarrollados no se orienta hacia la producción, los inventos, la construcción, el trabajo. Se canaliza totalmente hacia actividades de tipo intermedio. Estar en el circuito, en las combinaciones, parece ser su vocación profunda. La burguesía nacional tiene una psicología de hombre de negocios, no de capitán de industria. (…) Después de la independencia, esta burguesía subdesarrollada, numéricamente reducida, sin capitales, que rechaza la vía revolucionaria, va a estancarse lamentablemente. No puede dar libre curso a su genio del que podía afirmar, un poco ligeramente, que fue coartado por el dominio colonial. Lo precario de sus medios y la escasez de sus cuadros la reducen durante años a una economía de tipo artesanal. En su perspectiva inevitablemente muy limitada, una economía nacional es una economía basada en lo que se llama los productos locales. Se pronunciarán grandes discursos sobre la artesanía. En la imposibilidad en que se encuentra de establecer fábricas más rentables para el país y para ella, la burguesía va a rodear a la artesanía de una ternura chauvinista que coincide con la nueva dignidad nacional y, además, le procurará sustanciales utilidades. Ese culto a los productos locales, esa imposibilidad de crear nuevas direcciones se manifestarán igualmente por el hundimiento de la burguesía nacional en la producción agrícola característica del periodo colonial. La economía nacional del periodo de independencia no es reorientada. Siempre se trata de la cosecha de cacahuate, de la cosecha de cacao, de la cosecha de aceituna. Ninguna modificación se introduce tampoco en la elaboración de los productos básicos. Ninguna industria se instala en el país. Se siguen exportando las materias primas, se sigue en el plano de pequeños agricultores de Europa, de especialistas en productos sin elaborar. No obstante, la burguesía nacional no deja de exigir la nacionalización de la economía y de los sectores comerciales. (…) La burguesía nacional descubre como misión histórica la de servir de intermediario. Como se ve, no se trata de una vocación de transformar a la nación, sino prosaicamente de servir de correa de transmisión a un capitalismo reducido al camuflaje y que se cubre ahora con la máscara neocolonialista. La burguesía nacional va a complacerse, sin complejos y muy digna, con el papel de agente de negocios de la burguesía occidental. Ese papel lucrativo, esa función de pequeño gananciero, esa estrechez de visión, esa ausencia de ambición simbolizan la incapacidad de la burguesía nacional para cumplir su papel histórico de burguesía. El aspecto dinámico y de adelantado, el aspecto de inventor y descubridor de mundos que se encuentra en toda burguesía nacional está aquí lamentablemente ausente. En el seno de la burguesía nacional de los países coloniales domina el espíritu de disfrute. Es que en el plano psicológico se identifica a la burguesía occidental cuyas enseñanzas ha absorbido. Sigue a la burguesía occidental en su lado negativo y decadente, sin haber franqueado las primeras etapas de explotación e invención que son, en todo caso, un mérito de esa burguesía occidental. En sus inicios, la burguesía nacional de los países coloniales se identifica con la burguesía occidental en sus finales. No debe creerse que quema etapas. En realidad, comienza por el final. La está en la senectud sin haber conocido ni la petulancia, ni la intrepidez, ni el voluntarismo de la juventud y la adolescencia. En su aspecto decadente, la burguesía nacional será considerablemente ayudada por las burguesías occidentales que se presentan como turistas enamorados del exotismo, de la caza, de los casinos. La burguesía nacional organiza centros de descanso y recreo, curas de placer para la burguesía occidental. Esta actividad tomará el nombre de turismo y se asimilará circunstancialmente a una industria nacional” (Fanon, Los condenados de la Tierra).




Recurso

“Un ex combatiente de Malvinas quería suicidarse. La Policía Federal me lo había informado y en eso lo vi por los canales de televisión. Insistía en que su tema era una necesidad. ‘Si es una necesidad ponémelo al teléfono ahí y que hable conmigo’, le dije a uno de los muchachos. Me pasaron un celular. ‘¿Qué te está pasando?’, le pregunté. Me contó que tenía problemas. ‘Esto es una tontería. Venite y charlemos.’ Me preguntó: ‘¿Y si usted me falla?’. Y yo le dije: ‘Si te fallo, mañana te subís de vuelta. Ahora vení a verme’.”
(Relato de Aníbal Fernández, anoche, antes de la cena de los presidentes en el Palacio San Martín.)

(Pirulo de tapa de Página/12 de hoy.)

¿Y si amenazamos con suicidarnos todos?



25.1.05

Un país serio

¿Cómo construyó su “grandeza” Estados Unidos? Simplifiquemos.
1) Invadiendo tierras (50 % del territorio antes mexicano, por ejemplo).
2) Protegiendo sus industrias (cf. el célebre discurso antiliberal y antibritánico del presidente Grant, que tanto le gustaba citar a Jauretche).
3) Con defaults. Esto es menos conocido: los yanquis entraron varias veces en cesación de pagos, especialmente con bancos ingleses. Así, mataban dos pájaros de un tiro: tenían financiamiento gratis para crecer y fundían al principal enemigo de entonces.
(Sí, claro, también está la victoria contra el latifundio… Para esto, la mejor bibliografía que se me ocurre es Un tiro en la noche, de John Ford. Que, de paso, es una de las mejores reflexiones sobre la necesidad del mito –de la mentira-- en el origen de las naciones, aun las más “modernas”.)
Y esto es un modelo de “país serio”, como le gusta decir a López Murphy.



Verbo

"No hace mucho tiempo, la tierra estaba poblada por dos mil millones de habitantes, es decir, quinientos millones de hombres y mil quinientos millones de indígenas. Los primeros disponían del Verbo, los otros lo tomaban prestado" (Sartre, principio del prólogo a Los condenados de la Tierra, de Fanon).

10 % de inspiración

Cuentan que Verdi iba a estrenar una ópera y el empresario lo perseguía porque uno de los protagonistas estaba enojado por no tener un aria para lucirse en uno de los actos. Ante la molesta insistencia del empresario, Verdi, a regañadientes, toma una servilleta y borronea un aria. Era "La donna é mobile".
(Muchos años después, en un país del sur del sur, una canción llamada "Sólo le pido a Dios" casi queda afuera de un disco, porque no convencía mucho a los responsables.)





El facto y los poetas

de Juan Gelman

Los poetas se mueren de vergüenza,
ningún decreto los prohíbe,
ninguna radio los calumnia,
los poetas se mueren de vergüenza.

Alguna vez, de noche,
se ve pasar a un poeta con camello,
ubro de péstalos con crama espaminostas,
lástima, lástima, dicen las vecinas,
porque era un buen muchacho.

Muchos de ellos se encuentran sin cojones
en el momento culminante del cariño:
no es problema, se escriben un versito
pa' la posteridá.


24.1.05

Erfurt

Algunos posts atrás, mencioné una nota de Sebald en la que, entre otras cosas, hablaba de su "manera de proceder: adherir a la perspectiva histórica exacta, inscribir con paciencia y reunir cosas aparentemente dispares, a la manera de una naturaleza muerta. Desde entonces he estado preguntándome qué conexiones invisibles determinan nuestras vidas y cómo se enhebran los hilos..."
Por esas cosas extrañas de las vacaciones y el zapping, me enganché en el canal Retro con una vieja y valiosa película de Stanley Kramer, El juicio de Nuremberg, que además se filmó el año de mi nacimiento (1961). Solía verla, seguramente en una versión doblada y cortada, en los canales de aire, hace mucho, mucho tiempo. Tiene actuaciones extraordinarias de Spencer Tracy, Burt Lancaster, Richard Widmark, Montgomery Cliff, Judy Garland, Marlene Dietrich. Pero esto no importa demasiado.
Lo que me lleva a Sebald, además de la historia de Alemania en general, es que, en un momento dado de la película, se ve una placa con el nombre de la compañía que fabricaba los hornos crematorios de los campos de concentración (una de ellas, por lo menos). Y el pueblo en la que estaba situada: Erfurt.
¿Recuerdan Erfurt? Es una apacible pequeña ciudad alemana, de esas en las que nunca pasa nada (por eso Osvaldo Soriano lo cargaba a Osvaldo Bayer, diciéndole que los alemanes jamás podían tener novela policial). Bueno, quizás; pero, hace unos años, en Erfurt, un estudiante expulsado de la escuela secundaria volvió y masacró a 18 personas.
Si mal no recuerdo (y para seguir con las asociaciones), decía el personaje de Max von Sydow en Hannah y sus hermanas, respecto del Holocausto: "La pregunta no es por qué pasó, sino por qué no pasa más seguido."
Se entiende, pero me parece que, en cierto sentido, pasa todo el tiempo. Sólo hay que saber verlo, si es que se puede soportar.



23.1.05

“Mis obras no deben considerarse más que como otros tantos fragmentos de una confesión general” (Goethe, Mis memorias).

Límite

de Sylvia Plath

La mujer ha llegado a la perfección.
Su cuerpo
Muerto viste la sonrisa de la realización,
La ilusión de una necesidad griega
Fluye de los pergaminos de su toga,
Sus pies
Desnudos parecen decir:
Hemos llegados demasiado lejos, se terminó.
Cada niño muerto enroscado, blancas serpientes,
Uno a cada jarrita
De leche, ahora vacía.
Los ha plegado
De nuevo hacia su cuerpo, así como los pétalos
De una rosa cerrada cuando el jardín
Se fortalece y los perfumes sangran
De las dulces gargantas profundas de la flor de la noche.
La luna no tiene porqué entristecerse,
Mirando fijamente desde su capucha de hueso.
Está acostumbrada a este tipo de cosas.
Sus negros crujen y se arrastran.


(versión: Agustina Jojärt)

Limusinas

Muy gracioso el final de la novela Hannibal, de Thomas Harris. Muy distinto del de la película, también. Hannibal Lecter y Clarice Starling, flamante pareja, vienen a Buenos Aires. En medio de una desopilante terapia mutua, visitan la Recoleta y el Teatro Colón, frente al cual hay "limusinas aparcadas".
Me recuerda la anécdota que se cuenta sobre Prince. Parece que, cuando vino a Buenos Aires, pidió una limusina con vidrios polarizados, "para no llamar la atención". Le contestaron que precisamente así la llamaría mucho más...

"Hay muchas formas de escritura; sólo en la literatura, sin embargo, puede haber un intento de restitución que vaya más allá del mero recitado de los hechos, más allá de la erudición" (W. G. Sebald, en "Historia de una ciudad", Página/12, suplemento Radar de hoy; traducción de Alan Pauls).

22.1.05

Las tres carreras

de Marcel Schwob

Las higueras han dejado caer sus higos y los olivos sus aceitunas, porque algo extraño ha ocurrido en la isla de Scira. Una muchacha huía, perseguida por un muchacho. Se había levantado el bajo de la túnica y se veía el borde de sus pantalones de gasa. Mientras corría dejó caer un espejito de plata. El muchacho recogió el espejo y se miró en él. Contempló sus ojos llenos de sabiduría, amó el juicio de éstos, cesó su persecución y se sentó en la arena. Y la muchacha comenzó de nuevo a huir, perseguida por un hombre en la fuerza de su edad. Había levantado el bajo de su túnica y sus muslos eran semejantes a la carne de un fruto. En su carrera, una manzana de oro rodó de su regazo. Y el que la perseguía cogió la manzana de oro, la escondió bajo su túnica, la adoró, cesó su persecución y se sentó en la arena. Y la muchacha siguió huyendo, pero sus pasos eran menos rápidos. Porque era perseguida por un vacilante anciano. Se había bajado la túnica, y sus tobillos estaban envueltos en un tejido de muchos colores. Pero mientras corría, ocurrió algo extraño, porque uno después de otro se desprendieron sus senos, y cayeron al suelo como nísperos maduros. El anciano olió los dos, y la muchacha, antes de lanzarse al río que atraviesa la isla de Scira, lanzó dos gritos de horror y de pesar.

(de Mimos, Madrid, Siruela, 1997)


Como en casa

En un hotel Statler (en Filadelfia o Baltimore), había un cartel que decía: "Querido huésped, si en tu casa escupes en el suelo, hazlo también aquí, porque queremos que te sientas como en tu casa" (contado por Carlos Lohlé en Presencias y experiencias).

21.1.05

De qué color

Crepúsculo en el campo de Gualeguay

de Juan L. Ortiz

Nada más que un sueño amarillo que se va entre talas
detrás de un vuelo bajo y encendido de verdes.

La luz es una nostalgia que alarga sus suspiros hasta las lejanías.

Los cardales secos, aéreos, de qué color?

Este paisaje es mi alma y será siempre mi alma.
Un espejo infinito para el cielo.

Sabéis, amigos, ahora, la causa de mi tristeza?


"Lolita, luz da minha vida, fogo da minha virilidade. Meu pecado, minha alma. Lo-li-ta: a ponta da língua faz uma viagem de três passos pelo céu da boca abaixo e, no terceiro, bate nos dentes. Lo. Li. Ta" (comienzo de la novela de Nabokov, en portugués).



20.1.05

¿Flores?

"Referente a la manera de escribir, leí hace muchos años un buen consejo: Haces un agujero, pones tu corazón dentro y dejas germinar. Las flores vienen solas" (Carlos Lohlé, Presencias y experiencias).

Camilo

Archivo Camilo Torres.




Jettatore!

“Si fuera posible concretar en pocas palabras los caracteres del pensamiento argentino, diría yo que en general es claro, amplio y generoso, con algo de la vastedad de la pampa y la frescura de los grandes ríos. Pensamiento constructor, no destructor, optimista y sereno, genuinamente idealista, pero con solidez, sinceridad y equilibrio. La Argentina es a la vez el país más fuerte y el más hermoso de América. Dios lo bendiga por siglos” (José “Se le escapó la tortuga” Vasconcelos, en Notas de viaje, 1922).


“Entonces adoptaba la forma de innúmeras y detestables galeras (palabra que prefiero a galerada porque evoca el trabajo forzado, la prisión y la claustrofobia) de prueba que yo debía corregir para Vanidades” (Cabrera Infante, “Una inocente pornógrafa. Manes y desmanes de Corín Tellado”).

19.1.05

Mitos relativos

- Felipe Pigna, Los mitos de la historia argentina. La construcción de un pasado como justificación del presente, Buenos Aires, Norma, 2004.

No me gusta nada criticar a Felipe, a su libro, porque se le notan las “buenas intenciones”: la denuncia de los poderosos o del “poder”, la proclama de un país más justo, basado en subsanar los errores del pasado, para lo cual hay que conocer éste, el consiguiente afán desmitificatorio, etc. Todo, muy difícil de no compartir.
Tampoco me gustaría coincidir con algunas críticas aviesas, especialmente la de Romerito. (Recuerdo que, cuando cursé con éste Historia Argentina, allá por el glorioso año de 1986, teníamos como bibliografía obligatoria, y loada, una muy floja biografía de Rosas, de John Lynch. El tipo usaba el Facundo como fuente documental, sin las necesarias aclaraciones, y llamaba “grupo de tareas” a la Mazorca, en un craso anacronismo que es uno de los puntos más fuertes, y quizás más convincentes, de la crítica de Romero a Pigna. Pero parece que Lynch estaba autorizado a ello; o es que se trataba de Rosas, y contra Rosas todo vale. Ya volveré sobre el tema Rosas.)
Sin embargo, al leer el libro, mis sensaciones fueron siempre contradictorias. Primero que nada, ¿contra quién se pelea Pigna? Los “manuales escolares” hace mil años que no dicen lo que él dice que dicen. Los profesores secundarios (cuando logran que no los caguen a palos ni los violen) hace mucho que enseñan exactamente lo que él cuenta en el libro… Se queja contra la erección de estatuas, pero él también piensa en términos de héroes y villanos y, por ahora, son más o menos los de siempre: Moreno, Castelli, Belgrano, San Martín, entre los primeros; Sobremonte, Cisneros, Saavedra, Alvear entre los segundos. No veo la innovación. (A veces usa fuentes de segunda mano, y encima esa segunda mano ¡es Levene!)
Vamos a ver cómo se las arregla cuando llegue a la época de Rosas. ¿Se animará a criticarlo o seguirá los pasos del inefable Pacho? Porque los “federales” contemporáneos no han simpatizado mucho que digamos con la línea Mayo-Moreno-Castelli, etc., y son más bien admiradores de la Colonia hispánica. (Ah, otro de los villanos, aunque secundario, es Rivadavia; quizás esto dé alguna pista de cómo sigue el cuentito.)
No hay tanta necesidad de insistir sobre el tema de que a Moreno lo asesinaron; difícilmente se sepa alguna vez la verdad, pero es obvia a otro nivel. Y todo el mundo lo sabe o cree saberlo. Es bueno aclarar, sin embargo, que Pigna no da como indicio (sólo lo sugiere) el que hayan tirado su cadáver al agua, práctica inevitable en alta mar cuando no había manera de refrigerar. Y tampoco me parece tan grave que lo use como metáfora o prefiguración de hechos similares, más recientes; el error, quizás grave, es que a los desaparecidos de la década del setenta no los tiraban ya muertos…
Una de las partes más interesantes es la referida a Túpac Amaru, que no es tan conocida y tiene además la ventaja de ampliar el foco y contextualizar mejor los hechos de Mayo.
Un párrafo aparte para la escritura. Mejora por momentos pero alarma por una simpleza que a mí me parece excesiva. No me parece que haya que seguir los pasos del barroco Halperín Donghi (ni es fácil hacerlo), pero hubiera sido exigible algo más de cuidado. El hecho de que utilice coloquialismos y lunfardo puede contabilizarse a favor o en contra (a mí no me gusta), pero por lo menos es un rasgo de estilo; y no deja de reflejar a nivel formal la antedicha tendencia al anacronismo.
¿Por qué puede tener éxito un libro así? No quiero especular. Parece que está de moda otra vez la investigación sobre el “ser nacional”. O quizás las conspiraciones (como en El código da Vinci). Y si hay algo que se presta a la mirada conspirativa es la historia; la nacional y cualquier otra, no nos creamos tan únicos.

18.1.05

Razas

Nota reciente de Clarín: "El 56% de los argentinos tiene antepasados indígenas."
"Lo determinaron mediante análisis genéticos. El resto de la población es de origen mayoritariamente europeo. Entre las personas que poseen huellas aborígenes en su ADN, sólo el 10% es indígena puro."
Algo no me convence de todo esto. La noticia debe de estar mal encarada, incompleta, o yo no la entiendo bien. ¿No es que las razas no existen? Con la loable intención de demostrar que "no somos tan europeos como creíamos", se termina hablando de "pureza" racial. (Algo así como recordar los antepasados judíos de Hitler.)
Ojo, no basta aclarar que "esa característica genética... no necesariamente se manifiesta con algún rasgo físico visible". La cosa es más compleja, pero se me escapa.
Eso sí, inevitablemente libresco, me vienen a la mente los "negros blancos" de la literatura norteamericana, especialmente el Joe Christmas de Luz de agosto.

Media naranja

"Yo con lo de Cromañón no vi a ninguna de las Madres de Plaza de Mayo, será porque reciben un subsidio del Gobierno de (Aníbal) Ibarra. Esa gente que está lucrando desde hace 30 años con la muerte de sus hijos no me merece ningún respeto", dijo la esposa de Scilingo. Tal para cual, evidentemente.
¿Para cuándo las esposas al banquillo? Me recuerda una escena, cuasi "antropológica", de Buenos muchachos en la que se reúnen las cónyuges de los mafiosos, y son como un espejo bobo de sus maridos. También, un texto célebre de Dalmiro Sáenz, Las boludas. Que no lo son tanto, claro está.





Volviendo a un tema anterior: el nombre de las ciudades y su traducción.
Hojeo una edición algo bizarra de las Memorias de Goethe que me acabo de comprar, sólo por vicio: Buenos Aires, Dipylon, 1948, sin mención de traductor. Tiene como subtítulo "Poesía y realidad", en vez del clásico "Poesía y verdad", pero esto no es nada. En un momento se habla de la "paz de Aix-la-Chapelle". Se trata, evidentemente, de la paz de Aquisgrán, de 1748 (curiosamente, a dos siglos de la fecha de edición). O bien, en alemán, de la "Frieden von Aachen". Por lo cual podríamos deducir que la traducción, no acreditada, se hizo del francés y no del idioma original.

13.1.05

Nur tote Fische schwimmen mit dem Strom ("Sólo los peces muertos nadan con la corriente", dicho popular alemán).

Modernistas

Idea para una novela policial erudita, a la Umberto Eco.
A fines del siglo XIX, un muchacho provinciano y ambicioso, llamado Rubén Darío, se las ingenia para liquidar prematuramente a todos los poetas que podían llegar a hacerle sombra: Julián del Casal (1893), Manuel Gutiérrez Nájera y José Martí (1895), José Asunción Silva (1896), etc. Finalmente, queda como líder indiscutido de un movimiento que revolucionaría la literatura hispanoamericana.




Por supuesto



12.1.05

De la extraordinaria "Enciclopedia universal del coso", del blog de Podeti en Clarín.

Coso 2: El "Hombre Araña Argentino"
No es argentino (es de Taiwan) ni se asemeja al hombre araña. En realidad se parece un poco a Bernardo Neustadt. Lo vende un señor en la calle Florida y consiste en un pequeño androide de plástico cuyas extremidades terminan en unas esferas pegajosas y levemente repugnantes. Cuando el vendedor lo arroja contra la pared, el homúnculo repta y desciende prodigiosamente. Cuando intentamos la hazaña en casa, rebota contra la pared, cae atrás de la cama y sus esferas se llenan de pelusa, quedando inutilizado para siempre. Pero por un peso qué querés.

Trato

"Tengo una lista de libros y autores que debo leer antes de morir. Me explico. Hice un trato con la muerte: sólo puedo morir después de cumplir esa lista... que cada año aumenta" (Micheliny Verunschk, poeta brasileña).


11.1.05

"Otto, mi exmarido, era disléxico y sólo podía escribir bien su nombre" (Woody Allen, Ladrones de medio pelo).

Nocturno
de José Asunción Silva

Oh dulce niña pálida, que como un montón de oro
de tu inocencia cándida conservas el tesoro;
a quien los más audaces, en locos devaneos
jamás se han acercado con carnales deseos;
tú, que adivinar dejas inocencias extrañas
en tus ojos velados por sedosas pestañas,
y en cuyos dulces labios —abiertos sólo al rezo—
jamás se habrá posado ni la sombra de un beso...
Dime quedo, en secreto, al oído, muy paso,
con esa voz que tiene suavidades de raso:
si entrevieras en sueños a aquél con quien tú sueñas
tras las horas de baile rápidas y risueñas,
y sintieras sus labios anidarse en tu boca
y recorrer tu cuerpo, y en su lascivia loca
besar todos sus pliegues de tibio aroma llenos
y las rígidas puntas rosadas de tus senos;
si en los locos, ardientes y profundos abrazos
agonizar soñaras de placer en sus brazos,
por aquel de quien eres todas las alegrías,
¡oh dulce niña pálida!, di, ¿te resistirías?...

Filocalia/Filosofía

En una nota de la última Ñ, llamada "La pasión según Sontag" (no está en el site de Clarín), el autor, un amigo de la intelectual norteamericana recientemente fallecida, recuerda que una vez alguien la encontró leyendo a la madrugada un tomo de la Philokalia, que había encontrado inesperadamente en biblioteca ajena.
Por esas casualidades, y los extraños avatares de la edición en Argentina, estoy corrigiendo el tomo 3, precisamente, de la Filocalia, aunque traducido del italiano. Pero en una nota biblográfica se menciona el tomo (Londres-Boston, 1984) que muy probablemente estuviera leyendo Susan en esa escena definitoria.
Claro que ella lo leía por placer y yo por obligación...

10.1.05

Poliglosia

Dicen que Carlos V hablaba con Dios en español, con las mujeres en italiano, con los hombres en francés y con su caballo en alemán.

"No hay lugar en la tierra donde la muerte no pueda encontrarnos, por mucho que volvamos constantemente la cabeza en todas direcciones como si nos halláramos en una tierra extraña y sospechosa... Si hubiese alguna manera de resguardarse de los golpes de la muerte, no soy yo aquel que no lo haría... Pero es una locura pensar que se pueda conseguir eso... Los hombres vienen y van, trotan y danzan, y de la muerte ni una palabra. Todo muy bien. Sin embargo, cuando llega la muerte, a ellos, a sus esposas, sus hijos, sus amigos, y los sorprende desprevenidos, qué tormentas de pasión no los abruman entonces, qué llantos, qué furor, qué desesperación... Para empezar a privar a la muerte de su mayor ventaja sobre nosotros, adoptemos una actitud del todo opuesta a la común; privemos a la muerte de su extrañeza, frecuentémosla, acostumbrémonos a ella; no tengamos nada más presente en nuestros pensamientos que la muerte... No sabemos dónde nos espera la muerte, así pues, esperémosla en todas partes. Practicar la muerte es practicar la libertad. El hombre que ha aprendido a morir ha desaprendido a ser esclavo" (Montaigne).



"No abandonemos la lucha contra la presidencia imperial de Bush", por Noam Chomsky.
Nota en Clarín de hoy.


9.1.05

Cine español

Hace poco vi La lengua de las mariposas, buena película de José Luis Cuerda, quien se había especializado en una especie de realismo mágico ibérico (Amanece, que no es poco, El bosque animado). Habría que codificar (ya alguien lo habrá hecho) un subgénero del cine español: películas protagonizadas/narradas por niños durante el franquismo. Me vienen a la mente algunos clásicos: Cría cuervos, de Saura; El nido, de Armiñán; El espíritu de la colmena, de Erice; Las largas vacaciones del 36, de Chavarri. Una variante peculiar, La prima Angélica, también de Saura, en la que José Luis López Vásquez recuerda su infancia pero protagoniza esas escenas como adulto, podría proporcionar alguna clave. Como lo dice Sacristán en Solos en la madrugada: "No podemos pasar otros cuarenta años lamentando los últimos cuarenta años." La dictadura como una larga infancia de la que cuesta salir.

Las columnas de Beatriz Sarlo en la revista Viva son mejores cuando traen algún recuerdo de infancia, aunque sea un poco soso, que cuando tratan temas "políticos" o "de actualidad". Dan ganas de gritarle Di qualcosa di sinistra!, como Nanni Moretti a Massimo D'Alema (a la TV, en realidad), no recuerdo si en Caro Diario o en Aprile. Pero no es el caso.

7.1.05

Acá se pueden ver las tapas de la revista Barcelona.
Reconozco que a veces son geniales, pero otras bailotean sobre una delgada línea roja que mi conciencia psicobolche culpable me lleva a repudiar.
Creo que es un error compararla con la revista Humor. Ésta era políticamente correcta (salvo, quizás, en el "sistema de géneros"). En realidad, el humor de Barcelona se parece más al de Satiricón, que creo acaba de salir de nuevo, ¿no? No puede ser casualidad. Tampoco, el éxito de Pettinato.

"Nada hay más terrible que una ignorancia activa" (Goethe).

Me parece que Silvia, mi esposa, tiene razón: el Servicio Meteorológico anuncia falsamente lluvias para que tengamos esperanzas de alivio y no entremos en pánico.

"El rock es lo único transversal en estos tiempos" (Susana Viau, en Página de ayer).
Nota completa.

6.1.05

Grafitis

Mis “anécdotas” del Centro Cultural pueden ser tan aburridas como las de la colimba, pero ahí va otra.
Además de profesor del taller literario, yo era “coordinador artístico”, nombre demasiado rimbombante para un cargo bastante indefinido asignado a un “joven” de 25 años (también bastante indefinido).
Como sea, una de mis tareas era la de organizar actos “culturales” o “artísticos”. Contrataba espectáculos, contaba los asistentes, hacía informes, etc.
Como uno de los muchos problemas del barrio (Piedrabuena, en Villa Lugano) era que los chicos pintarrajeaban todas las paredes con los habituales grafitis, se me ocurrió algo. El centro cultural tenía un anfiteatro precario, cuyas paredes eran de las más castigadas por esos módicos estragos. Periódicamente, con tozudez burocrática, se pintaban de blanco, para que al otro día se empezaran a llenar con tags, más diversos garabatos, y los “vote a” y “te amo” de rigor.
Lo que se me ocurrió fue reclutar a muchos pibes de ahí y darles pinceles y pinturas para que embadurnaran a gusto las paredes que debían ser blancas. Las autoridades del Centro no se opusieron, si bien manifestaron cierto escepticismo; o a lo mejor esto me lo imaginé. En todo caso, lo que podían objetar es que la actividad no fuera “dirigida” por los profesores de Plástica.
La cuestión es que todo salió como yo pensaba: los chicos hicieron una obra maestra de surrealismo casero y, a pesar de lo abigarrado y caótico de los dibujos, el conjunto no dejaba de tener cierto encanto. Mucho mayor, desde ya, que las paredes blanqueadas con pintura de mala calidad y clandestinamente invadidas. Pero mi intención no se agotaba allí: lo que yo intentaba es que, a partir de entonces, toda marca nueva sobre la pared iba a dejar de ser, precisamente, clandestina y se iba a incorporar a ese diseño, devenido “in progress”. Había “autorizado” la transgresión, con lo cual los chicos, o bien se sentían “contenidos” por la actividad, o bien dejaban de considerarla una gran cosa en términos de resistencia a un “poder” blando o que estaba en otro lado. (De hecho, dejaba de tener gracia escribir cosas en esas paredes, porque ya nada se destacaba demasiado.)
Y he ahí también la debilidad de todo esto. Conste que me di cuenta enseguida (aunque no tuve testigos de mi autoiluminación). Y no me aliviaba la excusa de que esa debilidad reflejara los límites de la gestión cultural desde el Estado. Desde el Estado, es decir, de “arriba” hacia “abajo”, yo había dejado que los chicos se “expresaran”, pero neutralizando al mismo tiempo lo más valioso que su expresión podía tener. Técnicamente, su enunciación, no su enunciado (lo digo así a propósito, para sonar tan pedante y pretencioso como era en esa época, quizás sin darme cuenta).
Había neutralizado su capacidad de molestar, convirtiendo su acción en un adorno inocuo. Trayectoria, por otra parte, de gran parte del arte moderno. Digo. Pero esto lo dejó así, por ahora.

5.1.05

Como todos sabemos, en los andenes de los subtes hay unos televisores que, entre otras cosas, dan la información sobre la frecuencia de servicio de las diversas líneas. Generalmente, dicen que todas están “normal”. (A veces, es cierto, reconocen alguna demora.) Lo curioso es que, cuando dicen “normal”, uno quizás está precisamente en un andén de esa línea (me ha pasado), comprobando, con impaciencia y una módica indignación, que no está “normal”, que tarda varios minutos más de lo que dice la información.
Se me ocurrió llamar a esto el “método Duhalde-McLuhan”, para citar/unir a dos grandes expertos en medios masivos. ¿Se acuerdan de cuando Duhalde era gobernador de Buenos Aires e inauguraba obras todos los días? Hospitales, escuelas, etc. Vacíos, inútiles. O bien llenos con implementos que se iban mudando de edificio en edificio, según la sucesión de las inauguraciones. Claro, el acto era visto por millones de personas en la televisión, abonando el clásico “roban pero hacen”; mientras la “verdad” era conocida sólo por los vecinos del servicio falsamente inaugurado (y los hospitales y las escuelas verdaderamente existentes se caían a pedazos).
En el subte pasaría lo mismo: los que experimentan directamente la mentira son muchos menos que los que adquieren la sensación de que todo está "normal".
En realidad, Carlitos M. también hizo algo parecido, pero con su estilo, a lo grande. Inauguró por fin la postergada Biblioteca Nacional... con un pequeño detalle: la mayor parte no funcionaba todavía; y tardó mucho tiempo en abrirse a pleno. Pero ¿quién se acuerda de este pequeño desfasaje si la gloria es la misma? Sólo son falsos los tiempos y dos o tres nombres propios, diría Georgie.

Ciudad rosa chirle

Ayer vi, haciendo zapping, ese programa nuevo del 13 que se llama Ciudad roja.
Supongamos que no se nota que está todo “arreglado”, como la mayoría de los realities. Difícil, porque es demasiado evidente, pero hagamos un esfuerzo.
Yo ya estoy retirado, pero ¿es cierto que, en pleno 2005, sigue siendo tan difícil echarse un polvo? Parece que hay que correr de noche en Palermo (chupando dióxido de carbono a lo loco), recorrer bares de moda para tomarse varios tragos (y merca, agregaría yo), ir a bailar a las cuatro de la mañana (más falopa) y, “si pinta una minita”, llevársela cuando se pueda y apretarla contra un árbol.
(En todo ese tiempo, yo me leería tres libros; y, en todo caso, después trataría de llamar a alguna chica que haya hecho lo mismo.)
Si fuera soltero, pediría asilo en Brasil o Suecia.
Y, después, esa especie de cámara Gesell con varias chicas “modernas”... ¡Santo Dios! Creen que porque dicen “garchar” a cada rato son menos histéricas.
Bueno, ya gasté demasiados bits en esto.



4.1.05

Pasado

"Si nuestro pasado es una casa silenciosa, no lo es porque esté vacía, sino porque muchos de sus habitantes están todavía amordazados" (Leopoldo Brizuela, Prólogo a Historia de un deseo).

María, poeta

Hace mucho tiempo, en “la época de Alfonsín”, yo coordinaba el taller literario de uno de los centros del Programa Cultural en Barrios. En realidad, lo compartía con un amigo que me había llevado allí; él daba clase los martes y yo los jueves, o al revés, no importa. La mayoría de los participantes eran señoras de cierta edad que buscaban comunicarse o combatir la soledad; alguna, incluso, por prescripción médica. Había una sola joven, que se fue enseguida, y un solo varón, un señor también mayor que solamente escribía un poema interminable en tercetos dantescos. Como suele pasar en estos ámbitos, las participantes del taller ponían buena voluntad, pero se resistían a corregir o analizar sus textos, afirmaban no tener tiempo para leer y, en general, decían que escribían “lo que les salía de adentro”. En vano yo trataba de invertir ese pleonasmo, de convencerlas de que, si no reflexionaban sobre su escritura, terminaban escribiendo “los que les entraba de afuera”, es decir, los lugares comunes, el lenguaje sancochado de los medios, etc. Por otra parte, algunas de ellas escribían bastante bien, “tenían condiciones”. Pero una era un caso especial. Llamémosla María (se llamaba así).
María, gallega de Galicia, tenía un almacén en las cercanías del barrio. Se había alfabetizado tarde, a una edad bastante avanzada y en castellano, no en su lengua materna. Para venir al taller, tenía que escaparse de un marido celoso. Escribía sobre el papel de estraza de su almacén. Era casi imposible que participara de las actividades comunes del taller, el trabajo con las consignas (odio esta palabra), el comentario de las producciones (también ésta) de los otros, etc. Escribía poemas y relatos breves. Sus textos eran joyas indescriptibles. Ya mi amigo, con quien compartía el taller, me lo había advertido, y quizás esto me produjo un prejuicio favorable. No importa tanto. Lo que importa es que María, casi analfabeta, con serias deficiencias “culturales”, y quizás de otro tipo, escribía textos que, firmados por otros, por nadie, hubieran sido considerados extraordinarios. Creo que guardé algunos por ahí, lamento no haber conservado todos los que podía. De todas maneras, no los transcribiría acá, porque toda esta larga explicación los perjudicaría en muchos sentidos. Incluso, cualquier comentario aislado los desluce, pero esto no lo puedo impedir. Por ejemplo, María solía usar signos de interrogación por todas partes, a veces encerrando palabras sueltas, con lo cual ―sin saberlo, por supuesto― utilizaba un recurso ampliamente desarrollado por, entre otros, Juan L. Ortiz y Juan Gelman. Mucho de lo que escribía era agramatical, por supuesto, pero esto producía un hermetismo sonoro y sugestivo, muy en línea con toda la poesía contemporánea. A veces, la agramaticalidad surgía evidentemente de un sustrato gallego que se inmiscuía con extraños efectos. Por otra parte, usaba un seudónimo extraño, “Larrayana”, pero cuando recitaba en voz alta leía también esa firma, como si fuera parte del poema; o como si quisiera ocultar con ella, imposiblemente, su autoría, tal vez incluso su cuerpo.
Lo que importa, también, es lo que pasó después. La “fama” de María empezó a crecer. Así como mi amigo me la había adelantado, también se enteraron otros profesores del centro. Uno de ellos, incluso, le hizo una observación elogiosa a María, en su propio taller... adelante de otras participantes que también venían a mi grupo. Entonces, aparecieron los celos. ¿Cómo podía ser que esa gallega (repito, ahora, con las voces de las otras), casi analfabeta, recibiera los elogios a que ellas se sentían acreedoras o, por lo menos, deseaban? O bien, ¿como era que ella escribía “bien” y ellas “mal”? Ellas, que se esforzaban tanto, que leían, que corregían... (aunque esto no era del todo cierto, lo era más comparado con lo que María hacía, o no hacía). No se resignaban. Ella aparecía como un talento “natural”, involuntario, casi inconsciente. Fácil solución. Consoladora, a falta de otra. Ya que la belleza o la eficacia, en literatura (o en arte en general), padece la paradoja de que sólo puede remitirse a modelos canónicos cuya imitación sería ridícula.
Y, después de todo, esto también alude a la reacción de muchos ante la pintura abstracta, la música atonal o el teatro absurdo: ¿esto es arte? / esto lo hace un chico de tres años / son unos piolas que viven del esnobismo de unos giles...
Y sí, ése es el problema. Pero por ahora me abstengo de más comentarios, esto llegó demasiado lejos y no se me ocurre ninguna conclusión convincente.