"Yo con lo de Cromañón no vi a ninguna de las Madres de Plaza de Mayo, será porque reciben un subsidio del Gobierno de (Aníbal) Ibarra. Esa gente que está lucrando desde hace 30 años con la muerte de sus hijos no me merece ningún respeto", dijo la esposa de Scilingo. Tal para cual, evidentemente.
¿Para cuándo las esposas al banquillo? Me recuerda una escena, cuasi "antropológica", de Buenos muchachos en la que se reúnen las cónyuges de los mafiosos, y son como un espejo bobo de sus maridos. También, un texto célebre de Dalmiro Sáenz, Las boludas. Que no lo son tanto, claro está.
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