Sólo una nota ligera, con la excusa de no revelar el ya archiconocido final de El secreto de sus ojos.
Comparar, entonces, con otra venganza campanelliana, esa vez abortada: la de Héctor Alterio en el final de Vientos de agua (guión de Bortnik), cuando se enfrenta a un facho decrépito que se mea encima y parece no ameritar ningún castigo, como si la vida misma se hubiera encargado de castigarlo. Y no. (En otro lugar critiqué este final, contra el contexto de los juicios a nuestros represores ya decrépitos que juegan a dar lástima.)
Sería bueno, entonces, analizar la venganza, esta vez sí llevada a cabo, y bien personalmente, de la oscarizada película. ¿Lo dejo para cuando pase los 4 millones de espectadores, o se estrene el DVD?
Adelanto que tampoco me satisface del todo, en mi costado políticamente correcto, pero... A lo mejor, el verdadero riesgo pasa por una identificación consolatoria.
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