de Francois Villon
Reconozco sin dificultad las moscas en la leche;
reconozco al hombre por el vestido;
reconozco el buen tiempo y el malo;
reconozco la manzana en el manzano;
reconozco el árbol al ver la resina;
conozco cuándo es todo igual;
conozco quién trabaja o descansa;
conozco todo, excepto a mí mismo.
Reconozco el jubón por el cuello;
reconozco al monje por el hábito;
reconozco al señor por el vasallo;
reconozco por el velo a la monja;
reconozco cuándo un tramposo habla en su jerga;
reconozco al loco alimentado de nata;
reconozco el vino por el tonel;
conozco todo, excepto a mí mismo.
Conozco al caballo y a la mula,
conozco su carga y su fardo;
conozco a Beatriz y a Isabelita;
conozco la ficha que se cuenta y suma;
reconozco la visión y el sueño;
conozco el pecado de los bohemios;
conozco el poder de Roma;
conozco todo, excepto a mí mismo.
Príncipe, en definitiva, lo conozco todo;
conozco a los de buen color y a los pálidos;
conozco a la Muerte que todo lo consume,
conozco todo, excepto a mí mismo.
(Traducción de Carlos Alvar)
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