Ayer vi (empezada, como siempre) la película japonesa Audición, de Takashi Miike. Como tiene algunas escenas de gran crueldad y sadismo, me impulsó a escribir algo que me debo desde hace rato.
Difícilmente me impresionan estas cosas; ni el ejemplar más repulsivo del cine gore me da más que un poquitito apenas de asco (pienso en alguna de las primeras películas de Peter Jackson) o un sobresalto si está diseñado con golpes bajos (¡ah, querido Hitch, qué pocos han sabido aprender la diferencia, estética e ideológica, entre “suspenso” y “sorpresa”!). En cambio, me basta ver algún noticiero o, mejor, un reality del tipo E24 o Policías en acción (con todo lo truchos que son a veces) para prácticamente descomponerme sin necesidad de ver mucha sangre. Me desmorono ante la mera realidad si sé, o creo, que se trata de eso. Lo otro (la “ficción”) es solamente cartón pintado, telgopor, jugo de tomate, y una parte de mí siempre está consciente de ello aunque trate de abandonarme al flujo del relato y éste esté muy bien llevado. ¿Deformación profesional, prejuicio “realista”? Supongo que un poco de ambas cosas, y alguna otra más.
Sin embargo, me retracto en parte. Hay un tipo que logra impresionarme: Cronenberg. No puedo entrar en detalles pero me parece que algunas de sus fobias u obsesiones (sobre todo, la obstétrica) entran en sintonía con algunas de las mías, y esto hace que hasta sus películas más "fallidas" me parezcan obras maestras.
Bueno, lo dejo acá hasta que pueda aclararlo (aclarármelo) mejor.
es extraño. Cronenberg ejerce para mí (que tengo tolerancia cero a lo violento: verdadero,cierto o verosímil) una suerte de atracción hacia lo siniestro, y me hace asustar de mí misma un poco. Yo que tuve partos deliciosos porque no tolero que me duela nada!!
ResponderBorrarCoincidimos, parece. Y qué suerte lo de los partos.
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