Por fin, logré vender mi auto, un desvencijado Renault 11 modelo 87, con 200.000 km, que apenas logré manejar en el último año y medio. Así que he abandonado mis vanas veleidades de ser un "hombre con coche" y me he entregado al cumplimiento del mandato familiar "No manejarás". El título de este post es torpemente irónico, entonces, ya que nunca dejé de andar a pie. Ojalá logre estar de pie algún día. No es que me queje, son sólo confesiones de principio de año o, mejor, de verano.
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