Como en los chistes (de) judíos, el "caso Capusotto" demuestra la relevancia del enunciador para la evaluación de sus enunciados.
¿Sería tolerable, si Capusotto no fuera peronista, el personaje Bombita Rodríguez? ¿O, si no fuera un "rockero clásico", sus parodias críticas de la cultura del rock?
Esto es criticar "desde adentro", una posición enunciativa que tiene sus bemoles.
Como forma de legitimación, se correlaciona, creo, con el "síndrome Nixon en China".
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