Hace unos cuantos años, me ofrecieron este libro para publicar en castellano. Quise agarrar viaje enseguida. No es un Steiner típico, por lo cual parece que al principio no había interesados, y de hecho yo pensé que se lo podía birlar a Siruela y a otros gallegos agrandados.
Desgraciadamente, aunque el euro aún no estaba a 5 mangos, lo que pedían no estaba al alcance de la editorial donde trabajaba, y no pude convencer a mi jefe de que valia la pena el esfuerzo pecuniario.
La historia del libro es ésta: Steiner y la Chechu Ladjali (caramelito que consigno debajo, más grande) se conocieron cuando ella, profesora de Lengua en un secundario de los suburbios parisinos pre-estallido, le pidió un prólogo para una compilación de "sonetos clásicos" que ella había logrado hacer pergeñar a sus problemáticos (pero en el fondo buenos) alumnos.
El Maestro accedió, supongo que maravillado por que la Civilización Occidental llegara hasta esos lugares, y, aparte del Prólogo, le brindó a la linda morisca un reportaje sobre la relación maestro-discípulo. Una joyita. Algo conservadora, pero qué joya no lo es.
End of the story: hace un par de años, Siruela publicó el libro, que espero esté traducido mejor que otros anteriores (como Pasión intacta, que está lleno de dislates).
Respecto del Maestro Steiner, ¡tanto para decir (y tan poco talento, el mío, para decirlo)!
Como es un abonado a Ñ, me gustaría mencionar sólo una cosa, extraída de reportajes recientes (me da algo de fiaca buscar los links, no soy Link).
En uno, hace un tiempo, decía que el cine no terminaba de convencerlo, porque es "un arte efímero". En el de hace un par de sábados, dejaba escapar un elogio totalmente reblandecido a... Il postino.
Es un fenómeno que supe observar en muchos lugares; quiero decir, en muchas personas. Los grandes eruditos que aún quedan, los grandes generalistas, no saben mucho de cine, ni quieren saber. Los especialistas, por supuesto, menos. (Un amigo mío, norteamericano, doctor en Letras, tiene como película favorita Cinema Paradiso.)
Obviamente, ni hablar de Bergman, Tarkovski, Antonioni, Bresson, Welles... ¡Arte efímero!
En todo caso, seguramente, Steiner no será efímero, hay que reconocerlo: simplemente, todo el mundo tiene sus puntos débiles. Por suerte.
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