(Lo bueno de estar más allá de todo es que se tiene impunidad para decir la cruel verdad.)
—El sistema de premios literarios en España sufre una crisis de credibilidad. Se dice que las agentes tienen parte de culpa, negociando bajo la mesa quién se va a llevar tal o cual premio.
—Hay que distinguir, primero, dos tipos de premios: los institucionales y los comerciales. Los institucionales (el Nobel, el Cervantes, el Príncipe de Asturias, el Nacional) gozan de gran prestigio, y todos desean conseguirlos. La clave para ello es ser reconocido por los jurados de las instituciones que los conceden. Quienes ejercen ese poder son personas que se han ganado a pulso su prestigio, y hacen uso de su influencia protegiendo, lógicamente, a aquellos candidatos que les son afines.
—¿Y los premios comerciales, como el Planeta, el Alfaguara, el Nadal, el Herralde...?
—Todo el mundo los critica, sin conocer su funcionamiento.
—Explíquemelo usted...
—En España se da la situación insólita de que hay miles, porque cada editorial concede el suyo, cuando no varios. Cada premio tiene una dotación económica, a cuenta de las futuras ventas del libro. Tienen la enorme ventaja, para la editorial, de que el premio ocupa un número de páginas importante en la prensa y espacios en todas las televisoras y radios, que tienen mucha más eficacia que los anuncios, ya que la publicidad de un libro tiene muy poca repercusión sobre sus ventas y es tan cara que un solo título no puede soportar su coste.
—Pero ¿cómo funciona el mecanismo de esos premios?
—Transcurrido un tiempo desde la publicación de las bases, si la editorial no ha encontrado ningún título que le plazca, se dedica a cortejar a los escritores que cree ideales para ganar. A veces se acercan a un escritor de otra editorial, lo que algunos consideran un acto de pillaje, aunque para mí es legítimo.
—Así, ¿son las editoriales las que buscan un ganador?
—En realidad, los directores literarios nunca garantizan el premio, hay que decirlo en su honor. Ellos están segurísimos de que el autor al que abordan lo ganará, pero no lo garantizan explícitamente, dejan la decisión en manos del jurado. Una práctica habitual es decir: "Te compramos la novela por una cantidad que es la mitad de la dotación del premio. Si pierdes, te la publicamos pagándote ese dinero. Y si ganas, ganarás el doble".
(Carmen Balcells, en la Ñ de hoy. Nota completa.)
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