Sobre Viñas en Radar de hoy.
Muy buenas algunas notas, sobre todo las breves. Sorprendentemente humilde la de Daniel Link. Las de María Moreno y Saccomanno (en otros aspectos, ésta es excelente; yo también creí siempre que Cuerpo a cuerpo era joyceana) se rebajan en contar intimidades.
Algo de eso se habló en uno de mis posts (cuándo aprenderé a linkearlos...), y alguien me criticó la supuesta familiaridad que yo exhibía con el objeto de estas mismas notas.
Como curiosamente la nota de María Moreno desapareció de la página digital del diario, la copio:
ResponderBorrarMitologías
Su lectura de la literatura argentina no ha sido superada y la zarpa de sus logros alcanza aún a sus enemigos. El método es bipolar (Criados y favoritos, Negreros y literatos, Mitristas y Roquistas): Rico en iluminaciones que invitan a la complicidad risueña, radica más en explotar instrumentos de eficacia lograda que en explorar remoces cosméticos o vueltas de tuerca bajo nuevas lecturas, como quien ha adquirido algo de una vez y para siempre y deja que se someta sólo a los cambios propios de la práctica. Usa el marxismo como una heráldica. En la intervención mediática Viñas argumenta menos de lo que increpa, no exhuma archivos para otra justicia, ocupa una posición y procede por ráfagas retóricas. Lo que va a decir se sabe de antemano, lo que importa es el estilo. En ese sentido tiene razón Sacomano al remarcar como la figura del polemista ha empañado la del escritor de ficciones. Hijo del Yo acuso, ejerce su mismo totalitarismo del nombrar donde señala a los de la parroquia al mismo tiempo que distribuye penitencias. Su arte de la injuria es notable: llama a Neruda “un boludo con vista al mar”.
Como muchos miembros de la izquierda es fóbico al otro en cuerpo presente: -proletario,”cabecita”,gay, homless, tilingo, cualquiera.- y prefiere moverse en el campo de las ideas. Es debido al fantasma viril de la humillación a ese otro o por parte de ese otro a cuyo servicio imagina su pluma . Es que espontáneamente se ofende como un señorito, por eso su obra adquiere valor precisamente en su condición de conjuro-una de sus palabras favoritas- y sobreponerse de la razón.
No es grupal, hace lo que quiere, puede comportarse como Silvio Astier. Sus enemistades suelen ser ex amistades. En la cátedra seduce con la puesta en escena de sus pasiones a través de los gestos de la comedia del arte cuya escuela no ignora: Grandes paseos por la escena hasta conquistarla, movimientos de cejas, oportunos ”morcilleos”, remates espectaculares. Los personajes más antípodas se confiesan fascinados por él, incluso los más radicales postmodernos que lo festejan como excepción. Es por eso que en un blog de fans de la facu, su nombre puede convivir con el de Daniel Link o el de Tomás Abraham.
En la parroquia su huella furiosa es visible aún en las cortesías barrocas de Horacio González, tajea el Martínez Estrada de Cristian Ferrer, es homenaje declarado en María Pía López, tal vez su mejor discípula –puesto que el maestro eficaz transmite sobre todo lo que le falta, esta joven intelectual es comprensiva y hasta curiosa de lo que la pone en cuestión, orejera de las diferencias .
Muchos que lo han leído poco agradecen devotamente su parada en diversos bares de la calle Corrientes. No hay que equivocarse por la cabellera que adelantó en canas como la de Andy Warhol, no encarna el mito del padre sino del hombre solo , de cuño militar o curial, más allá de las queridas, los favoritos y las izquierdas, que se identifica a la Patria y no a la familia. Alguna vez se lo vio en Plaza de Mayo disponiendo granos de maíz sobre sus brazos. Las palomas no tardaron en posarse como si él fuera una estatua. La escena es candorosa pero significativa.
Me recuerda al cuento "El soborno", de JLB. MM critica a DV para provocarlo, para conseguir algo de él, paradójicamente.
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