La ridícula polémica sobre el capítulo de Los Simpsons en que se habla de Perón plantea, sin embargo, algunas cosas interesantes (qué adjetivo pobre: mejor poner “catastróficas”).
Independientemente de que durante el primer gobierno de Perón “quizás” haya podido desaparecer gente y de que, sin duda, hayan desaparecido personas durante el segundo (me refiero a 1973-1974), lo que pone en juego el diálogo del capítulo es que ya no se entiende –no se quiere entender– quién habla.
En este caso, habla uno de los personajes de Springfield, es decir, un epítome de la ignorancia pueblerina ( = norteamericana). Cosa confirmada con la segunda frase, pronunciada por otro personaje similar, sobre que Perón estaba casado con Madonna. (Aunque, o porque, esta frase se sitúe en otro nivel de “realidad”, evidentemente, hace tándem con la primera, la resignifica.)
¿Quién habla acá? ¿Personajes siempre despreciados en el contexto de la serie (cosa que cualquier espectador viejo sabe o uno nuevo deduce)? ¿El autor del guión? ¿Los productores? ¿La cadena Fox? ¿El imperialismo norteamericano?
No poder responder cabalmente estas preguntas implica, lo sé, una indecibilidad fundamental del lenguaje. Pero no plantearlas o, peor, responderlas “así no más” implica el fin del lenguaje. Es decir, de toda posibilidad, aunque sea mínima, de entender.
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