13.11.05

Ellos

La nota de Feinmann en Página de hoy, "El otro demoniaco", sobre los incidentes en París y lo similar que pasa o puede pasar acá en el país, venía bastante bien, con sus imprescindibles referencias a Sartre y Fanon (cada vez más actuales). Pero me parece que la arruinó con el final: "En esa espera estamos. Sobre todo ellos. El otro que nos mira desde la lejanía de la exclusión. A sus ojos somos una hoguera jubilosa y lejana. Hay que entregarles dignidad antes que seamos el centro de su odio, el espacio de la destrucción."
¿No se dio cuenta de que su argumento final es descaradamente pragmático? "Hay que ayudar a esta pobre gente antes de que nos liquiden. Para que no nos liquiden."
Y peor aún: ¿No se da cuenta de que no se trata de "entregarles dignidad", de que la "dignidad", o lo que sea que quieran, necesiten o busquen, la van a tomar a la fuerza, mientras que van a rechazar sistemáticamente todo lo que les podamos "entregar"?

11 comentarios:

  1. No veo la necesidad de la fuerza a la suscribís. Me parece que allí le estás reportando al determinismo del marxismo más tosco y a cierta representación que encuentra en la violencia el preámbulo de todo cambio real. Qué se yo, pedir violencia desde una concepción de la realidad que la entiende como necesaria es complicado desde todo punto de vista, desde el teórico y desde el político, básicamente. También involucra la responsabilidad de los intelectuales.

    Saludos

    ResponderBorrar
  2. Nunca hablé de violencia, ni de necesidad, ni de cambio, ni de marxismo. Y, ya que vos sí hablás de marxismo, éste es precisamente lo contrario de lo que pasa en París y otros lados. ¡Ojalá cuadrara un poco del viejo y bueno determinismo!

    ResponderBorrar
  3. "Tomar por la fuerza" fueron tus palabras. Entendí violencia marcada por un determinismo (obviamente necesario sino no es determinismo) que dice que los que cambios valederos vienen por una especie de dialéctica del amo y el esclavo en la que esas posiciones sólo se modifican en el momento en el que esclavo de deshace físicamente del amo. Y que porque el mundo es así, la buena voluntad que pongan los hombres de manera consciente, pragmática y funcional para solucionar los problemas de la sociedad son siempre en vano.
    Perdón por entender todo esto si no fue lo que quisiste decir.

    Saludos

    Diego

    P.D.: No entiendo por qué habría que festejar la vuelta de un determinismo. Yo prefiero determinarme solito.

    ResponderBorrar
  4. Y... la buena voluntad es un camino tan, tan, tan... no me sale nada que no suene determinista. Yo quizás preferiría determinarme solito o quizás no, pero dudo que la elección esté a nuestro alcance; vos mismo lo implicaste: amo o esclavo se nace (con buena voluntad o sin ella).

    ResponderBorrar
  5. Acepto que lo de determinarme solito fue una expresión de deseo más que otra cosa. Pero de ahí a que el viejo Hegel empiece a darnos consejos hay un trecho gigantezco.
    En todo caso, como regla para la acción, tratemos de no hacer pasar por necesario algo que deseamos pero que no nos atrevemos a asumir la responsabilidad de todas sus consecuencias.

    ResponderBorrar
  6. Anónimo8:40 p.m.

    uf!!! qué sanatas!!!

    ResponderBorrar
  7. Anónimo10:30 a.m.

    Yo creo que el punto de Paul es otro. Es el señalamiento de una dinámica con antecedentes un poco más siniestros que las tristes prerrogativas del marxismo hiperexcitado. En su análisis de los días del Centenario, Halperín Donghi señala que “los asesores eclesiásticos habían sabido extraer máximo provecho de la decisión de las agrupaciones anarquistas y sindicalistas que habían inspirado reacciones hostiles” . Ante la voluntad de impugnación de la “mentira patriótica” vociferada reiteradamente en periódicos anarquistas como La Protesta Humana, como en la intención explícita por parte de los gremio asociados de boicotear las celebraciones de 1910, el vocero de la Iglesia, Monseñor de Andrea, desarrolla una serie de puntos que resultarán decisivos para un paulatino viraje de las clases conservadoras anticlericales hacia una creciente simpatía que implica un desarme ideológico necesariamente unilateral por parte de los sectores laicos (tradicionalmente laicistas) del poder. El argumento movilizador de De Andrea (aquí va mi punto) enfatiza la necesidad de una reforma para amortiguar una hecatombe capaz de destruir el status quo, comprendiendo que la reforma es el precio de la supervivencia. Provisto que “toda la turba se alimentó sin que el rico sufriera detrimento”, la Iglesia ofrece una salida que combina ideología y activismo pragmático en favor del sostener un orden amenazado por la fuerza revolucionaria "in esse" en Rusia, "in posse" en nuestro país.
    Espero que no haya resultado demasiado tedioso y que mi metapunto acerca del punto de Paul haya sido explicitado.

    ResponderBorrar
  8. Mmmm, conozco ese estilo.

    ResponderBorrar
  9. Anónimo11:24 a.m.

    jijiji, hola paul, cómo estás?

    (pero pronto terminaré mi novela y no reconocerás!)

    ResponderBorrar
  10. A que sí. Me chusmearon algo de Planeta... ¿puede ser?

    ResponderBorrar
  11. Anónimo9:52 a.m.

    sí. qué horror (no planeta, sino terminar, terminar de entender, de corregir, de mortificarme, todo eso, y yo).

    ResponderBorrar