28.10.07

- Hubert Monteilhet, Asesinato en la Feria del Libro, Buenos Aires, Sudamericana, 1977.



Hace muchos años que buscaba leer este libro. Finalmente lo conseguí en DeRemate, a un precio felizmente irrisorio.
Se trata de una edición de 1977. Año deplorable, por supuesto; sin embargo, por la extensión del texto de contratapa, se ve que la gente aún leía en ese entonces.



10.000 ejemplares según el colofón. Colección Vértice, de Sudamericana, en la que se publicaron obras tan considerables como: Poco digno para una mujer de P. D. James, Blues de la calle Beale de James Baldwin, Dos más dos son tres y Una incursión en el mundo del gran Donald Westlake, Miedo de volar de Erica Jong (menciono los que tengo en mi biblioteca).
La traducción es del maestro Enrique Pezzoni, pero según la página legal parece que está sacada de la versión inglesa, Murder at the Frankfurt Book Fair. Con la bizarra aclaración “A Wicked, Witty Novel about the Publishing of an International Bestseller”), de Doubleday, 1976.
(Extrañarán todos estos detalles, pero de vez en cuando me acuerdo de que éste es también un blog sobre edición.)

En efecto, la novela es maliciosa e ingeniosa. Tiene la forma de extractos de los diarios íntimos de los dos personajes centrales, recopilados por el autor, “Monteilhet”; muy coherente con las referencias a la literatura francesa del siglo XVIII.
Labatutt-Largaud es un profesor de literatura, burgués, de mediana edad, en la Sorbona; también, un escritor fracasado que alguna vez publicó una novela “seria” pero ahora vegeta con libros por encargo, con seudónimo (el autor de esta nota se siente, inevitablemente, identificado con la lamentable figura). Cécile Dubois es una de sus antiguas alumnas de secundaria, ahora también seguidora de sus cursos, y bibliotecaria. Solterona, mojigata religiosa, pero muy apetecible, y con una sensualidad reprimida y anhelante.
Presionado por su editorial, que le reclama un éxito, el arrogante Labatutt, falto de inspiración, decide plagiar una novela olvidada e inédita del Abate Prevost, el célebre pero poco frecuentado autor de Manon Lescaut. Todo le sale más o menos bien, salvo que una serie de casualidades hace que la molesta bibliotecaria se entere de la patraña, por lo cual él debe cortejarla, no del todo agradablemente. Mientras tanto, el libro se convierte en un éxito e inicia una marcha triunfal hacia la Feria de Frankfurt, donde va a ser negociado con numerosas editoriales extranjeras, y hasta con Hollywood.
Lamentablemente, mientras Labatutt cree tenerlo todo controlado, habiéndose llevado a Alemania a Cécile, como secretaria, ésta tiene la oportunidad de leer los diarios íntimos de su nuevo jefe y amante. (Escena parecida a una, clave, de Lolita, pero con menos suerte que la que tiene Humbert Humbert.) Labatutt termina matando de casualidad a la chica, en un final un poco flojo.

La novela es fundamentalmente divertida, pero se ve que Monteilhet es un dotado para este tipo de narración. Tan culto como Labatutt (Bioy decía que ningún escritor podía crear un personaje que fuera más inteligente que él mismo), no deja de verlo con cierta piedad, entre los pliegues de su ironía arrasadora.



Otro personaje extraordinario es el editor Grouillot, un comerciante, burdo y llorón, que está al frente de una de las editoriales más importantes de Francia. En general, todo lo que se refiere a la industria editorial, y especialmente la última parte, en Frankfurt, es muy atractiva para mí. Las referencias a la zona roja de la ciudad, el carácter de los alemanes, las escenas en la Feria, todo muy disfrutable.

“¡Estamos en Francfort! –dice Grouillot-. Aquí no se venden productos, como usted cree ingenuamente. Aquí no se venden libros. Se venden abstracciones, deseos, esperanzas, promesas. Y adquieren la forma de derechos de autor, que crean fama, que a su vez permite ganar dinero, con un poco de suerte.”

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