Hay escritores que conviven con la espantosa, permanente sospecha de que el silencio es mejor que cualquier palabra. Digamos Beckett o Bernhard. Aun así escriben, claro está. ¿Lo que escriben tiende al silencio o lucha contra él? No sé.
Hay otros escritores, en cambio, que (con Sartre, quizás) piensan que la palabra es lo único que tenemos para dar cuenta de la trágica implicancia entre individuo y sociedad. Digamos Berger o Viñas. También escriben en los márgenes del silencio (si es que hay otro lugar), pero decididamente contra él.
Si tuviera que elegir..., no lo haría. Pierre Menard de barrio, quisiera escribir aunque sea una página de cualquiera de ellos.
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