"... el dueño de la propiedad intelectual de James Joyce, su nieto Stephen, actúa como un enloquecido que rehúsa que se citen los textos de su abuelo. Sistemáticamente persigue a cuanto erudito trata de investigar sobre el tema, sobre todo si tratan de las relaciones familiares de Joyce, e incluso se sospecha que ha destruido documentación del mismo Joyce, tales como cartas y diarios, con el fin de proteger, según él, el honor familiar. Por ello, el autor de cualquier texto crítico o análisis que no sea de su agrado (lo cual significa casi todos) es amenazado con demandas."
D. T. Max "The injustice collector", artículo aparecido en la revista New Yorker.
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