No les tengo miedo a los aviones, sino a los aeropuertos.
Por más que llegue tres horas antes, me siento peor que cuando iba a dar un examen final; enteritis, etc. Después, los trámites, la sensación permanente o recurrente de haberme olvidado algo (pasaje, pasaporte, plata, hay tanto para olvidar). El check in (o check out, según). Dejar el equipaje o ir a buscarlo: ¿estará?, ¿cómo? Demasiadas cosas pueden salir mal. Siempre me revisan una vez extra, porque tengo barba y aspecto global de terrorista; que un cinturón con hebilla metálica, que un alicate. ¿Tendré exceso de equipaje? Mejor no hablar de los trasbordos, porque mis manos empiezan a sudar ya mismo y no puedo seguir escribiendo.
En cambio, el avión, ah, el avión. Cuando empieza a carretear, se abren diez o catorce horas de placer. Es decir, principalmente, un período en el que disfruto la increíble sensación de no tener ninguna responsabilidad respecto de mi propio destino. Ya sé: útero flotante, es obvio pero exacto. Dos películas (una será potable, por lo menos); infinita lectura, o música. Dormir, tal vez soñar. Comida y bebida "gratis". ¡Te sirven (bueno, en Iberia es una forma de decir)! Faltaría sexo y ya no podría pedir más; pero en realidad sería demasiado.
Lástima que hay que llegar a algún lado y seguir viviendo.
Si es asì, justo justo asì!!
ResponderBorrarSnacks, esa fue toda la comida que me sirvieron en los aviones de Taca este verano. Las frazaditas no alcanzaban para todos y los diarios se agotaban al subir el quinto pasajero. Ah, pero las azafatas tenían la sonrisa más conmovedora del mundo, de eso no me puedo quejar.
ResponderBorrarEn mi caso hubiese concluído diciendo:
"Lástima que hay que volver a volar y seguir sufriendo."
Lo mejor para el miedo a no volar es leer "mIEDO A NO VOLAR" , de I. Saiz, editorial Acuman. Véanlo en publicacionesacuman.unlugar.com
ResponderBorrarSi te lo lees durante el viaje, se te olvida que vas en el avion.
Miedo a no volar (“Nessuna paura Vol”), da Isidro Saiz de Marco.
ResponderBorrarUn nuovo libro l'autore di "Il sole's Children". Circa sessanta cola prezzi racconti inediti, umorismo, profondità, freschezza ... Storie come la seguente:
Un hombrecillo bianco.
Abbiamo dovuto prendere mio padre in un ospedale per ulteriori operazioni. Come l'ospedale è stato duecento miglia, ha dovuto lasciare il mio figlio di otto anni con un assistente. Prima del viaggio a mio figlio preparati per il peggio:
-- Si tratta di una operazione molto delicata. Non so se si supera il nonno.
E lui:
-- Vuoi dire che può morire.
-- Si potrebbe. La morte è una cosa naturale. Dobbiamo accettare come bene. Possiamo cercare di ritardo, ma nient'altro. E 'come il tuo pupazzo-ho detto, che punta al bianco hombrecillo il giorno precedente aveva fatto nel giardino. Quando viene somministrato il sole si fondono.
Due settimane dopo siamo tornati, con mio padre restaurato. Salutato come mio figlio, ho rivolto l'assistente:
-- Il bambino si è comportato bene, ma non sono riuscito a rimuovere il capo di l'idea di frigorifero.
Poi ho notato che alcuni dei frigorifero ha avuto un sacco di bottiglie, lattine e cartoni. Mio figlio ha avuto rimosso il dispositivo.
Come voi, prima di aprire il frigorifero e immaginato ciò che aveva dentro.
MIEDO A NO VOLAR
ResponderBorrarIsidro Saiz de Marco.
Una nueva obra del autor de "Este sol de la Infancia". Alrededor de sesenta relatos inéditos rezumando preciosismo, humor, profundidad, frescura... Relatos como el siguiente:
Un hombrecillo blanco.
Tuvimos que llevar a mi padre a un hospital para que le operasen. Como el hospital estaba a doscientos kilómetros, hubo que dejar a mi hijo de ocho años con una cuidadora. Antes de viajar preparé a mi hijo para lo peor:
-Es una operación muy delicada. No sé si tu abuelo la superará.
Y él:
-Quieres decir que puede morirse.
-Podría ser. La muerte es una cosa natural. Hay que aceptarlo así. Podemos intentar retrasarla, pero nada más. Es como tu muñeco de nieve –dije, señalando al hombrecillo blanco que el día anterior él había hecho en el jardín-. Cuando le dé el sol, se derretirá.
Dos semanas después regresamos, con mi padre restablecido. En cuanto saludé a mi hijo, la cuidadora me abordó:
-El niño se ha portado bien, pero no pude quitarle de la cabeza la idea del frigorífico.
Entonces observé que alrededor del frigorífico había un montón de botellas, latas y envases. Mi hijo los había sacado del aparato.
Al igual que vosotros, antes de abrir el frigorífico ya imaginé lo que había dentro.