En el blog Club de Traductores Literarios de Buenos Aires, se reproduce parte de un artículo de Antonio Moura en el que se comparan (brillantemente) la traducción "clásica" de Gran sertón: veredas, la de Ángel Crespo (que tanto he elogiado en otro lado), y la reciente, de Florencia Garramuño y Gonzalo Aguilar. Como no he leído esta última más que parcialmente (y tampoco conozco totalmente el original brasileño), me abstengo de opinar; no, de disfrutar el equilibrado argumento de Maura.
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