Un día, cuando hacía la colimba en Campo de Mayo (debía ser abril o mayo del 82), los milicos nos reunieron en el patio del cuartel y dijeron que necesitaban 10 voluntarios para ir a la guerra de Malvinas. Por supuesto, ninguno de los soldados (éramos unos 30) se movió un milímetro. El sargento ayudante que había hablado volvió a repetir la "invitación", y agregó que, si nadie se ofrecía, ellos iban a tener que elegir a los 10.
Esperaron algunos minutos. Podría decir que fueron los más largos de mi vida, que sentía frío o sudor penetrándome en la columna vertebral, que tuve la tentación de aceptar para evitar ser elegido (como cuando pedía pasar al frente en la secundaria, porque no soportaba la tensión de esperar a que el profesor llamara de la lista), etc.; pero todo esto sería pura literatura. No sé, no recuerdo qué sentía ese que era yo hace 24 años.
Finalmente, los milicos se echaron a reír, dijeron que era una broma, nos insultaron con amplitud y nos llevaron a bailar al corral, sobre la bosta de caballo, como hacían habitualmente.
tremendo loco, una postal de la dictadura muy abarcativa: qué era la guerra para los pibes, y qué era la guerra para los milicos. tremendo.
ResponderBorrarqué buenas tus crónicas pablo. gracias por compartirlas.
ResponderBorrarGracias, Jimena. Me da cierto pudor su pequeñez frente a la gran tragedia (pero me alegra no tener que contar cosas mucho peores).
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