21.9.06

Patria Blumberg

Hace poco tenía que conseguir un chispero, para que mis gatos atorrantes no se quemaran la cola de tanto rondar peligrosamente cerca de la estufa. Se me ocurrió que, en vez de comprarlo ya hecho, podría encargarlo en una herrería y ahorrarme unos mangos. Qué ingenuo. A los herreros del barrio no les interesó mucho hacerme precio, y ni siquiera hacer el trabajo: están ocupadísimos haciendo rejas.

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