29.9.06

Portero

Hoy me contaron una buena anécdota de Borges, quizás apócrifa, pero divertida.
Parece que en los setenta un periodista le preguntó qué opinaba de la nueva literatura argentina, y específicamente de una novela de Pacho O'Donnell, La seducción de la hija del portero.
"Ah, sí, qué audacia", dijo Borges. "¿La novela?", repreguntó el periodista. "No, llamar portero al encargado."

9 comentarios:

  1. Dicen que la gente no comenta los blogs. Puede ser. Es más, este es otro caso donde la excepción confirma la regla. ¿La causa, la razón? Conozco a alguien que estuvo en presencia de la misma anécdota. Esa persona opina, al menos eso me hizo entender, que toda la reunión, como de otras del mismo tenor, que quizás lo menos apócrifo de todo lo hablado fue la historia de Borges. La cansadora repetición por decir que el libro no era político, le hizo pensar a mi amigo, según me dijo, en aquello por lo cual el culpable es el primero en decir que no hizo nada. Otra reflexión que se animó a compartir está relacionada con los tópicos más repetidos: la ciencia neutral, la derecha que se cree "natural", sin ideología, etc.
    Por último me dijo, lo más deprimente: "¡qué triste es fingir!"

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  2. por cierto: qué mal escribí. Perdón, fue una descarga emocional.

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  3. No, no, estaba bien escrito. Y, más bien, lo triste es fingir para comer. O fingir que se finge para comer.

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  4. Anónimo2:27 p.m.

    Otras dos borgeanas. Se acerca Gustavo García Saraví a ofrecerle -ya ciego B- su libro de poemas "Con la patria adentro". "Caramba", exclama Borges al escuchar el título. "¿No le gusta, maestro?", pregunta el gauchesco poeta. "´Bueno, un poco incómodo, no?"

    Un día le mencionan el título de un libro de Laiseca, "Matando enanos a garrotazos. Borges asegura que no puede ser una novela. Que debe ser una nueva historia crítica de la literatura argentina. L

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  5. Una marca del procedimiento de lectura de Borges parece ser la extrema literalidad. Como la que usan algunos psicoanalistas al interpretar. Cito un ejemplo: Un encargado de librería -otrora psicoanalista y prof. universitario en Psicología- me respondió cuando le comenté que tenía un lastimadura en la córnea: "habrá algo que no quiere ver". El mecanismo Borges parece ser similar. Acompañado con un gran diccionario detrás, el viejo armaba combinaciones curiosas, las que en contraste con la cholula ignorancia de los reporteros de turno, despertaba la admiración. No lo dudo, era una admiración justificada.

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  6. Fingir al cuadrado:
    Me preguntaba si fingir que se finge es no fingir. Mi mujer me dijo que no era lo mismo. Quizá lógicamente podía ser, pero después de la experiencia -continuó ella- las cosas ya no eran iguales. Le dije que en matemáticas no habría esa clase de problemas y que por otro lado: ¿dónde estaban los datos empíricos de esa experiencia? Me refiero a cómo saber quién en esa reunión estaba fingiendo sobre fingido, en especial cuando dicha operación anularía los datos perceptibles si, por el contrario sólo se fingiera una sola vez. En este caso sí tendríamos algún dato. Me gustaría entender más sobre el asunto. Pero creo que peor es comer para fingir si a la postre no hay un plan de liberación nacional o al menos personal.

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  7. Anónimo12:19 p.m.

    no entendí nada

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  8. El ejemplo de la córnea (muy bueno) es más inquietante aún respecto de Borges... Parece obvio (y agresivo), pero cuánto no quería ver Georgie, ¿no? Siguiendo con las citas eruditas: El Greco, decía Sartre, no pintaba las caras alargadas porque tenía astigmatismo, tenía astigmatismo para pintar así. Y el Aleijadinho, según Lezama Lima, tuvo lepra porque ésta es la enfermedad barroca (proliferante) por excelencia...

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  9. Cuando Borges dijo que la ceguera le había dejado nada más que el amarillo, ¿se refería a María Kodama?

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