7.2.09

L. C. Smith

En El aliento, Bernhard cuenta: "De lo que se trata es del legado de mi abuelo, no de los escasos objetos y prendas que dejó y que, según sus deseos y necesidades, se habían repartido entre ellos, cuando no se trataba de objetos y prendas que mi abuelo había mencionado expresamente en el testamento que dejó. Entre ellos se encontraba también su máquina de escribir, que había adquirido a principios de los años veinte en una subasta en el Dorotheum de Viena, con la que había escrito todos sus trabajos en limpio, como decía siempre, y en la que yo mismo escribo todavía mis trabajos, una vieja L. C. Smith americana que probablemente tenga ya más de sesenta años."

Es curioso, porque en mi casa siempre hubo una L. C. Smith, con la que aprendí a escribir a máquina, casi antes de hacerlo a mano y, por así decir, casi antes de hacerlo en la escuela.

Es la misma máquina de Soriano, la que aparece en esta foto:




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