La poesía se ha reducido a ese ámbito en el que reina progresivamente una desilusión sin reservas y el concepto mismo de lo poético se va consumiendo. Y es esto precisamente lo que hace arrolladora la obra de Beckett.
p. 30
El arte nunca fue perfectamente autónomo respecto del oprobio que le viene de la autoritaria industria de la cultura.
p. 32
es imposible hacer la crítica de la industria de la cultura sin hacerla también del arte.
p. 32
En una época de horrores incomprensibles, quizás sólo el arte pueda dar satisfacción a la frase de Hegel que Brecht eligió como divisa: la verdad es concreta.
p. 33
El oscurecimiento del mundo hace racional la irracionalidad del arte: es una irracionalidad oscurecida radicalmente.
p. 33
Cuando se ha agotado la posibilidad de innovaciones y sólo se sigue buscando mecánicamente en la línea de la repetición, entonces hay que cambiar la dirección innovadora para hacerla llegar a una dimensión nueva. Se puede estancar lo nuevo, ya que es abstracto; se puede cambiar en lo siempre igual.
p. 38
Aun cuando lo moderno conserve hallazgos tradicionales, como son los técnicos, también a ellos les afecta la negación dialéctica para que nada heredado puede quedar intacto.
p. 39
el sujeto artístico practica métodos cuyo resultado real no puede prever.
p. 40
quien se queja del modernismo, apunta realmente a lo moderno.
p. 42
La historia domina también la obras que la niegan.
p. 42
La negativa de Beckett a interpretar sus obras, unida a una máxima consciencia de sus propias técnicas, de las imbricaciones de los materiales usados, no es una aversión puramente subjetiva: al crecer la intensidad de la reflexión, al crecer su fuerza, es el contenido mismo de la obra el que se oscurece.
p. 44
La oscuridad del absurdo no es más que la antigua oscuridad presente en lo nuevo. Es cierto que debe ser interpretada, pero no debe ser sustituida por la claridad de lo sensible.
p. 45
El esfuerzo por crear obras maestras durables se ha desintegrado. Aquello que reniega de la tradición, difícilmente podrá contar con una para seguir persistiendo.
p. 45
Hoy las obras de arte negativas parodian sin excepción lo trágico. Más que trágico, todo arte es triste, aun aquel que se cree alegre y armónico.
p. 46
Podemos entender todo el arte nuevo como una constante intervención del sujeto que ya no piensa dejar dominar sin reflexión el tradicional juego de fuerzas en la obra de arte.
p. 47
El arte nuevo es tan abstracto como lo han llegado a ser las relaciones entre los hombres.
p. 49
Es un mundo sórdido y gastado, impresión en negativo de un mundo administrado. Es el realismo de Beckett.
p. 49
Lo que se siente como utopía es sólo la negación de lo existente y depende de ello.
p. 51
Si la utopía del arte llegase a realización, sería el fin temporal del mismo.
p. 51
sólo por medio de su absoluta negatividad puede el arte expresar lo inexpresable, la utopía... por su implacable renuncia a toda apariencia de reconciliación puede retener estos estigmas en medio de lo realmente irreconciliado que es la auténtica conciencia de una época.
p. 51
el arte radicalmente moderno aparece a los ojos de los decididos consumidores de cultura como anacrónicamente serio y por ello irracional.
p. 53
Sólo las obras que alguna vez corrieron riesgo tienen la posibilidad de sobrevivir
p. 53
Moderno y moderado es una contradicción
p. 54
En sus relaciones con el pasado, la reaparición de algo es cualitativamente distinta.
p. 55
Lo que vuelve de nuevo son los problemas, no las categorías ni las soluciones anteriores a ellos.
p. 56
Realmente apenas es posible un arte que no experimente.
p. 57
Arte radical es hoy lo mismo que arte tenebroso, arte cuyo color fundamental es el negro.
p. 60
El arte denuncia la sobreabundancia de la pobreza haciéndose voluntariamente pobre.
p. 60
La injusticia que comete todo arte placentero y en especial el de puro entretenimiento va contra los muertos, contra el dolor acumulado y sin palabra.
p. 60
Hay más placer en la disonancia que en la consonancia.
p. 61
Se puede cambiar la negación en placer, pero no en positividad.
p. 61
Las grandes obras pueden esperar.
p. 60
No hay que negar abstractamente la tradición, sino criticarla desde una actitud no simplista a partir del estado actual de las cosas
p. 61
El arte convincente se polariza en una expresividad que renuncia a toda reconciliación, que es dura y rechaza los consuelos, una expresividad que se hace construcción autónoma.
p. 63
El arte no puede reducirse a la evidente polaridad entre lo mimético y lo constructivo como a una fórmula invariante... La dialéctica de esos extremos tiene algo de lógica, uno se realiza en el otro, pero no en el medio.
p. 65
lo feo (nombre vulgar de la disonancia)
cf. pp. 67 y ss.
El arte tiene que convertir en uno de sus temas lo feo y proscrito: pero no para integrarlo, para suavizarlo o para reconciliarse con su existencia por medio del humor, más repulsivo aquí que cualquier repulsión, Tiene que apropiarse lo feo para denunciar en ello a un mundo que lo crea y lo reproduce a su propia imagen
p. 71
cuantas más torturas se administraban en los sótanos, más cuidado se tenía de que el tejado estuviera apoyado en columnas clásicas.
p. 71
Lo bello ha brotado en lo feo más bien que al revés.
p. 73
Lo bello no puede definirse, pero tampoco se puede renunciar a su concepto... no se puede prescindir del todo de esta fatal universalidad del concepto de lo bello.
p. 73
La idiosincrasia del arte, fiel, por una parte, a la imagen de lo bello, actúa, por la otra, en su contra. Su exigencia de tensión es constante y siempre se revuelve contra su desaparición.
p. 74
La teoría de Benjamin sobre la obra de arte en la era de su reproducción técnica no ha acertado del todo en este punto. La simple antítesis entre la obra que tiene aura y la reproducida masivamente, al ser tan drástica, descuida la dialéctica que se da entre estos dos tipos.
p. 79
pocas veces es decisiva en una obra la voluntad que la produjo.
p. 84
Lo bárbaro es lo literal.
p. 86
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