23.11.07

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Sé que la maldad de los otros es un efecto de lectura.
Aun así, es increíble lo bajo que se puede llegar por mera ambición. Y lo ínfimo del puestito buscado, robado, mantenido agranda infinitamente la idiotez de esa ambición. Cuestión de proporciones...
¿O se trata de un contagio de insania? La locura, se sabe, es irradiante.
La perversidad, en cambio, tiene algo de artístico. Gracias a ella, se puede moldear la vida de los demás (de los vulnerables) como si fueran de arcilla. O se los esparce como óleo sobre una tela: viscosos.
Qué mérito tiene, se podría preguntar. Es que el arte y el mal son, esencialmente, gratuitos (además de banales).
Todo es perspectiva. Ellos creen que tienen razón. Y quizás la tienen, eso es lo extraño.
En todo caso, saben odiar como si amaran, saben traicionar como si fueran leales, saben destruir como si construyeran.
Dejan regueros de nada detrás de sí. Se vuelven y miran sus despojos: satisfechos.

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