19.11.08

Irse/3

Releyendo el post anterior sobre este tema, me doy cuenta de que hay un camino intermedio, más pedestre, más cobarde: la fantasía de padecer una enfermedad grave (aunque quizás no terminal).
Una enfermedad que obligue a estar mucho tiempo en cama, postrado, cuidado, sin posibilidad (y, por lo tanto, sin obligación) de hacer nada. Incluso estaría dispuesto a no leer ni escribir, si se me garantiza que mi nivel de conciencia baja casi hasta un estado comatoso.
Mmmm: acá la fantasía deriva hacia una coexistencia imposible entre la ausencia de angustia inherente al pensamiento normal y la facultad intelectual de escribir "mentalmente", como el protagonista de "El milagro secreto", de Borges, o como yo intentaba hacer (sin mucho éxito) cuando estaba de guardia en la colimba.
De estas estupideces se alimenta la esperanza, o su otra cara: la imposibilidad de poner un final a todo, incontestable y merecido.

1 comentario:

  1. Anónimo12:58 a.m.

    Ojo con lo que se pide... Porque para estar cuidado hay que tener quién te cuide. Postrate en cama, no pienses, hacé algo. Total, tu interés cero en el prójimo te hace responsable sólo de tu propia persona. Dale que podés.

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