La lectura, reciente y apresurada, de Los detectives salvajes, de Bolaño, me ha dejado un poco más loco que de costumbre. Es bueno mantener la pasión por ciertas cosas, como la lectura a presión, cuando el cerebro, a "fin de año", está que explota. Es malo (pero nada del otro mundo) que esa pasión deba desarrollarse mayormente en subtes y baños.
Como fruto lateral de esta lectura, dejo aquí el link a la página sobre Mario Santiago ("Ulises Lima", en la novela) y el infrarrealismo.
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