No puedo creer que estén terminando de reconstruir la cancha de Chacarita, escenario de gran parte de mi niñez y adolescencia (y de mi primera novela).
¡Si habré ido con mi viejo, para garronear la entrada en el segundo tiempo, cuando abrían las puertas!
Además, es el sitio fantasmático de uno de mis sueños recurrentes.
No sé si me voy a animar a visitarla cuando la terminen.
Hay lugares donde no se debe volver.
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