20.12.04

Bancos

A la sucursal de un Banco que atendía mucha gente del campo solía acudir un chacarero que pedía ver su dinero depositado, para asegurarse de que aún estuviera allí. Los empleados no sabían como explicarle (ni se animaban) que eso no era posible, que su depósito era sólo un asiento contable, pero el dinero, físicamente, no estaba. Por fin, el gerente de la sucursal, condescendiente, se encargaba de acompañar al chacarero hasta la bóveda y le mostraba algunos fajos del dinero que allí había. El hombre se iba lo más tranquilo, sin advertir las sonrisitas sobradoras de los empleados y de algún cliente advertido.
Pero, en realidad, la gente que deposita su dinero en bancos, ¿es muy distinta de ese chacarero? ¿Acaso no cree (o prefiere creer), en un rincón irracional de su mente, que el dinero está allí para cuando quiera retirarlo? Por otro lado, ¿es saludable pensar (saber) lo contrario, que el resultado de nuestra voluntad o necesidad depende del encaje (10, 15, 20 por ciento) y, por supuesto, de la voluntad y la necesidad del resto (90, 85, 80 por ciento) de los otros ahorristas?


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