La tarde de verano es una frescura indecisa, gris, después de las lluvias.
Pero el jardín, ah, el jardín con la luz de las rosas, frágil y húmeda,
va dando la dulzura del tiempo, la secreta dulzura, irisada, del tiempo.
El momento dorado se abre y mira las flores.
Amigos, y los otros que no saben de la vida de los jardines, luego de las
lluvias,
ni de los sentimientos de las horas a través de las rosas,
ni menos de las relaciones del cielo último con las criaturas que se empinan
para recogerlo?
Amigos, y los otros, entre un agudo mundo de puñales?
Juan L. Ortiz
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