23.9.05

Otra gripe, y espero que sea la última del año, me tuvo postrado los últimos días, alejado de mis múltiples obligaciones, entre ellas, la de escribir en este blog. Así que vaya este post como mera transción para que no siga quedando como último el tan ridículo sobre mi venta al capitalismo, que le disgustó a Elsa.
Por suerte, por lo menos pude terminar de leer La sombra del caudillo, de Martín Luis Guzmán, en la extraordinaria (aunque engorrosa) edición de Archivos. Como hace poco había leído El águila y la serpiente, espero poder transcribir aquí algunas notas al respecto, si es que no tengo una recaída, en este año particularmente virósico.

3 comentarios:

  1. Anónimo6:39 p.m.

    Envidio absolutamente tus gripes porque leés lo que tenés ganas de leer en ese tiempo de cama. Por mi parte, desde las vacaciones en Córdoba en febrero que no puedo leer PORQUE SÌ, simple, pura, felicísimamente, al pedo. Me parece que el marzo próximo no haré mis usuales tratamientos para tener buenas defensas en invierno, es hora de volver a las saludables tres gripes por año.

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  2. Bueno, te cambio mis gripes por tus tratamientos, Elsa, si son efectivos. De todas maneras, yo leo para mi curso de literatura latinoamericana, combinando trabajo (gratis) y placer.

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  3. Anónimo8:47 a.m.

    Ah ah pero por una vez la comprendo a Elsa... Nunca puedo obtener el mismo placer cuando me veo oblgiado a leer un libro, lo que incluso ahora me da un cargo de conciencia que les confieso sólo porque uso este anónimo. Cuando estaba en la facultad -debería avergonzarme- recuerdo haber muerto de aburrimiento y odio por Flaubert, por el Quijote, por el Adán Buenos Aires. Sólo recuerdo una cosa que sí me llevaba en andas, felicidad pura. La Celestina. ¡Ese lenguaje!

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