Después de ver Dios y el Diablo en la tierra del sol y Antonio das Mortes, me di cuenta de cuánto en común tenía Glauber Rocha con Leonardo Favio.
Ambos, se me ocurre, son “cineastas salvajes” (parafraseando a Bolaños), típicamente "tercermundistas" o "no alineados" (qué antiguedad).
No tienen escrúpulos en combinar desmesura y hieratismo, en regodearse estéticamente alrededor de los límites del “buen gusto” o de lo naif, en transponer modelos extranjeros (el western en Glauber; incluso escenas enteras, como el truco con la muerte en el Moreira), en mezclar música popular, folclórica, “culta” y “moderna”.
Ambos toman mitos o leyendas y los actualizan en forma de alegorías de trascendencia política. En esto último parecen estar cifrados sus mayores logros y a la vez sus límites. Pero son películas potentes, que no provocan indiferencia, y esto es mucho decir en épocas de tanta languidez, de estéticas (y éticas) “blandas” o “líquidas”.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario