Uno menos a la derecha.
El impresentable de Sobisch, que hasta ayer no más predicaba la mano dura contra manifestantes molestos, ahora no se hace cargo del desmadre que hicieron sus subordinados.
Sabe que, si se le muere el maestro herido, su carrera política se muere atrás. Maurizio y el Bulldog ya se deben estar frotando las manos y probando la ropa.
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