6.1.09

Mucho más que intentar aniquilar a Hamas

por Oscar Raúl Cardoso


A esta altura de la sangría -que ayer llegó a la docena de días desde que Israel inició el castigo militar a Gaza- es lícito preguntarse si sólo el ejercicio de la autodefensa, al menos como lo define el Capítulo VII de la Carta de la ONU, es efectivamente lo que pretende Jerusalén. Varios indicios sugieren que ese objetivo podría ser parte de otro mayor -la aniquilación total de Hamas- que podría tener una consecuencia temible: la desaparición definitiva del proyecto de un Estado nacional palestino.
Esta visión no es nueva y reaparece en el debate sobre el conflicto israelí-palestino desde que, en junio de 2006, la organización Hamas ganara las elecciones palestinas, aunque hay antecedentes anteriores como la muerte de Yaser Arafat en 2004 sin cuyo liderazgo sería poco menos que imposible evitar que Cisjordania y la Franja de Gaza se dividieran casi de modo cariocinético. ¿Por qué no aprovechar esta oportunidad, alentándola?
Pero es la emergencia de Hamas como poder político de los palestinos la que lleva a perfilar con más detalle la idea. Cisjordania pasó a ser en este enfoque "Fatahstina", donde imperaría el histórico Fatah, y Gaza en el mismo esquema fue aludida como "Hamastan". Como lo explicó en 2007 The Jerusalem Post: la realidad "obliga a terminar con Hamastan".
El primer paso en este esquema fue respaldar a Fatah en la breve guerra civil que ese partido inició con Hamas en 2006. Israel incentivó aquel enfrentamiento y entregó armas y dinero a Fatah. Hasta hoy respalda al gobierno de Mahmoud Abas aunque la ineficiencia y corrupción de éste es enorme. Eso no importa porque para Israel la ayuda implica tercerizar al menos una parte de la ingrata tarea de aniquilamiento. En cualquier caso, concebir que los 360 km. cuadrados de Gaza pueden ser un tercer Estado en la región es disimular la realidad: la Franja es incapaz de tener un futuro económico independiente.
Pero el argumento se ha sofisticado desde sus inicios. Una prueba es el artículo escrito por el ex embajador estadounidense ante la ONU John Bolton para The Washington Post que puede leerse en estas mismas páginas. Bolton habla de pasar la papa caliente de Gaza a Egipto y la de Cisjordania a Jordania con lo cual -al menos por un largo tiempo- desaparecería el proyecto de un estado independiente palestino. Este caso prueba que la idea de "tres estados" apenas disfraza mal la idea de ningún estado palestino.
Todo se está reordenando y es posible presentir en esto de Oriente Medio parte de la ofensiva neoconservadora estadounidense de dejarle una realidad tan atada a Barack Obama que le resulte casi imposible modificarla. Es interesante notar que Bolton no solo escribió en la edición de ayer del Post sobre el conflicto en Oriente Medio. En la sección Opinión de The New York Times -junto a John Yoo, otro ex funcionario de George W. Bush-, publicó otro artículo abogando en favor de una restitución del poder constitucional del Senado para convertirse en la única autoridad de ratificación de los tratados que, en ese caso, necesitarían del voto de dos tercios del cuerpo.
Como lo explica allí, se trata de impedir que Obama pueda revisar la decisión de retirar la adhesión de EE.UU. a herramientas como el Protocolo de Kyoto u otro de 1999 que limitaría la capacidad de hacer pruebas atómicas. Obama ha manifestado su disposición a reconsiderar el documento. Todo esto está argumentado como la defensa del interés estadounidense contra "los sistemas de gobierno global", pero de lo que se trata es de no permitir que se reduzca la unilateralidad de Washington.

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