En Europa-Europa están pasando Mamma Roma, la segunda película de Pasolini.
Como unos años antes Antonioni en El grito y Fellini en La Strada, Pasolini parece estar preguntándose cómo liquidar los últimos restos del neorrealismo para pasar a otra cosa (como, por otra parte, estaba haciendo Italia).
Precisamente, las dos primeras son películas itinerantes, en las que la cámara se pasea por los restos de un país que hay que hacer de nuevo. En Mamma Roma, la reconstrucción ya está en su apogeo (como el milagro alemán en Sólo quiero que me amen, de Fassbinder), pero los personajes están destinados a no ascender socialmente, pese a la propaganda oficial que se percibe de trasfondo. La cámara los retrata de manera implacable con eternos travellings frontales (y circulares, por otra parte). Una cúpula de iglesia hace de separador, de cesura, entre escenas, y comentario irónico implícito (como la cúpula de San Pedro en Feos, sucios y malos, de Scola).
(Mamma Roma en Pasolini.net.)
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