A LA VIRGEN DE GUADALUPE
(en la intervención francesa, pidiendo
por la causa liberal y contra los obispos)
Sangre, terror, desolación, demencia,
invaden, Virgen, el hermoso suelo
donde bella, como iris de consuelo,
sonrió al desventurado tu clemencia.
Sangre humana salpica en tu presencia
del sacrosanto altar el blanco velo;
y hay quien, debiendo mitigar tu duelo,
quiera adunar a Dios con la violencia.
Piedad para tus hijos, ¡Madre amante!
Ampara a nuestra patria, que rendida,
clama paz con acento agonizante;
y Tú, la excelsa, la de luz vestida,
alza, oh Madre de Dios, alza triunfante
la causa de los libres, tan querida.
(Soneto liberal dedicado a la Virgen, en Raymundo Ramos ed., Deíctico de la poesía religiosa mexicana, Buenos Aires-México, Lumen, 2003.)
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