En una carta de lectores de La Nación (un género por derecho propio), un tipo defiende así la escuela primaria:
"Los docentes de entonces, no politizados, nos enseñaban a leer en voz alta bien parados en el frente, lo que redundó en que no se necesitara la obvia, evidente y por con siguiente trágica «comprensión de textos». A sentarse bien en el banco (hoy abundan la escoliosis y la cifosis) y podría seguir enumerando resultados tales como la ortografía y el dominio del idioma."
¡Socorro!
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