En una carta de lectores de La Nación de hoy, alguien cuenta que estaba por entrar a un locutorio cuando vio que entre el dueño y los clientes acababan de atrapar a un "ratero". Le pegaron y lo insultaron hasta que llegó la policía y se lo llevó. Entonces, el dueño del local entró a las cabinas y pudo verificar que la mayoría de los clientes había aprovechado el tumulto para irse sin pagar.
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