21.10.09

El gulag de Franco

Organizada, así, la Intendencia, los militares prestaron también atención a otro de los «cuerpos» del ejército: la Sanidad. Era imperioso llevar a cabo serias medidas de profilaxis social y política para erradicar el morbo de España. El obispo de Vic, Joan Perelló, conocía, además, la técnica quirúrgica: «un bisturí para sacar el pus de las entrañas de España, verdaderamente corrompida en su cerebro y corazón, en ideas y costumbres».1 Ya había explicado cómo hacerlo durante la guerra uno de los jefes de prensa de Franco, el capitán Aguilera, decimoséptimo conde de Alba y Yeltes:

En épocas más sanas ... las plagas y las pestes solían causar una mortandad masiva entre los españoles ... Son una raza de esclavos ... Son como animales, ¿sabe?, y no cabe esperar que se libren del virus del bolchevismo. Al fin y al cabo, ratas y piojos son los portadores de la peste ... Nuestro programa consiste en exterminar un tercio de la población masculina de España. Con eso se limpiaría el país y nos desharíamos del proletariado.
Al conde le encantaba escandalizar a ingleses y norteamericanos, Pero aun considerando sus grotescas exageraciones, sus palabras no dejan de poner de relieve el miedo y el odio que sentían los vencedores. Para poner en marcha tan sugestivo programa era preciso seleccionar a la población que había que exterminar para limpiar el país. La primera prioridad era deshacerse, de un modo u otro, de los prisioneros de guerra, aunque una buena parte ya estaba siendo exterminada en los campos de concentración y en las cárceles de Franco, así como en las calles y en las checas de Falange.
Los campos de concentración se habían propagado por toda España como una plaga bíblica y sus moradores significaban un enorme problema económico y político para los militares. «Han obligado a crear campos de concentración en todos los pueblos de la España nacional», se quejaba el atribulado coronel Martín Pinillos. En total, incluidos los provisionales, existieron 190 campos de concentración por los que pasaron entre 367.000 y 500.000 prisioneros de guerra.

(Anthony Beevor, La Guerra Civil española)

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