Bajo al subte A, en primera Junta, donde me dan, gratis, La Razón.
15 minutos después, subo a la superfice en Congreso, donde me dan, gratis, El Argentino.
Algo mareado, me siento dentro de un cuento, banal, de ciencia-ficción, digamos, de Bradbury, donde uno cambia de planeta o de época de un momento a otro.
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