Pablo, Fernando Peña es un gran actor, un gran provocador y un tipo que desde su lugar unipersonal modificó para mejor a un medio masivo de comunicación como lo es la radio. ¿Por qué esa manía de los críticos de devaluar al que aparece diferenciándose, poniéndolo en contraste con algún pretérito canonizado post-morten y por eso mismo alejando de la elección de los "comunes mortales" que no pueden acceder a Copi salvo por la mediación de la crítica?
Me parece bien. Pero: 1) lo puse en forma de pregunta; 2) un blog no es una actividad crítica rigurosa, a veces hay impromptus, boutades, que deben ser tomados como tales, sin dramatizar tanto; 3) nunca vi a Copi ni a Peña en un escenario.
Está bien, Paul, tal vez fui demasiado efusivo. De todos modos, tu pregunta tira un centro para que con solamente un "¡sí!" cualquiera que se asome a tu blog lo despedace a Peña. Tampoco yo vi a ninguno de los dos sobre un escenario. Lo que sí tuve la suerte de escuchar fue la transmisión en vivo que Peña hiciera de los acontecimientos del 11 de septiembre de 2001. Momento irrepetible en donde realidad y ficción hacían eclosión en una fiesta macabra.
Disiento completamente. Fernando Peña es muy talentoso, no lo voy a Negar. Pero comparémoslo con Niní Marshall, que evidentemente era tanto o más -yo creo que muchísimo más- talentosa que Peña. Se me ocurre de Peña es un fresco cínico cuya principal función no es desollar a todas las clases sociales, sino dejar conforme al espectador, autocomplacido de sentirse aparte; Niní, que era una persona extremadamente secreta, no formaba parte de ese retablo de personajes corrosivos, pero Peña se expone como otro personaje más, ya no escrito por él, como por el prejuicio de nuestra sociedad. Terminará mal, asegura ese prejuicio, reventará como el otro putito de Juan Castro, y hay algo de justicia en ello. Peña devuelve a la clase media la imagen -aplaudida en un escenario, denostada en la vida real, que quieren tener del genio y del puto, suponiendo que ambos existan como condiciones naturales.
Pablo,
ResponderBorrarFernando Peña es un gran actor, un gran provocador y un tipo que desde su lugar unipersonal modificó para mejor a un medio masivo de comunicación como lo es la radio. ¿Por qué esa manía de los críticos de devaluar al que aparece diferenciándose, poniéndolo en contraste con algún pretérito canonizado post-morten y por eso mismo alejando de la elección de los "comunes mortales" que no pueden acceder a Copi salvo por la mediación de la crítica?
Me parece bien. Pero: 1) lo puse en forma de pregunta; 2) un blog no es una actividad crítica rigurosa, a veces hay impromptus, boutades, que deben ser tomados como tales, sin dramatizar tanto; 3) nunca vi a Copi ni a Peña en un escenario.
ResponderBorrarEstá bien, Paul, tal vez fui demasiado efusivo. De todos modos, tu pregunta tira un centro para que con solamente un "¡sí!" cualquiera que se asome a tu blog lo despedace a Peña.
ResponderBorrarTampoco yo vi a ninguno de los dos sobre un escenario. Lo que sí tuve la suerte de escuchar fue la transmisión en vivo que Peña hiciera de los acontecimientos del 11 de septiembre de 2001. Momento irrepetible en donde realidad y ficción hacían eclosión en una fiesta macabra.
Disiento completamente. Fernando Peña es muy talentoso, no lo voy a Negar. Pero comparémoslo con Niní Marshall, que evidentemente era tanto o más -yo creo que muchísimo más- talentosa que Peña. Se me ocurre de Peña es un fresco cínico cuya principal función no es desollar a todas las clases sociales, sino dejar conforme al espectador, autocomplacido de sentirse aparte; Niní, que era una persona extremadamente secreta, no formaba parte de ese retablo de personajes corrosivos, pero Peña se expone como otro personaje más, ya no escrito por él, como por el prejuicio de nuestra sociedad. Terminará mal, asegura ese prejuicio, reventará como el otro putito de Juan Castro, y hay algo de justicia en ello. Peña devuelve a la clase media la imagen -aplaudida en un escenario, denostada en la vida real, que quieren tener del genio y del puto, suponiendo que ambos existan como condiciones naturales.
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