17.6.05

Decoración

"La práctica empezó a extenderse entre decoradores de San Isidro: es la solución para bibliotecas inmensas o paredes vacías que necesitan cultura letrada. Alberto Lacueva, de librería El Platero, les ofrece el estante a 30 o 40 pesos, de lomo dorado, en francés o de jurisprudencia y hasta lomos sin páginas “pero sólo para estantes bien altos –dice–, porque, si no, algún invitado podría agarrarlo y... ¡qué papelón”. La escena comienza con un decorador que llega y pide: “Necesito para tres estanterías”, allí en la librería de viejo de Alberto y sus hijos, que desempolvan el libraco que nadie leerá. “Son libros con bajo valor actual, de legislación, en francés o idiomas raros, de poco interés general –cuenta el librero–. Una vez llegó un señor que se mudaba a casa nueva y llenó toda una biblioteca con libros de lindo lomo. Lo bueno fue que después sus propios hijos compraron libros que necesitaban y empezó a tirar la utilería.” El talento del vendedor para aparentar es entregarlos a medida del consumidor, en relación con intereses y profesión, porque la simulación no termina en el color. “Imaginate –dice Alberto–, qué tendría que ver un estante lleno de libros en francés con alguien que no habla el idioma...” La venta no se limita a particulares; llegan a El Platero pedidos de salas de directorio de bancos y empresas y hasta de terciarios recién inaugurados. ¿Cómo impresionar? “A mí no me gusta tanto –se sincera el librero adaptado–, se lee poco... no es lindo...”"

Nota.

1 comentario:

  1. Anónimo11:18 a.m.

    No me asombra esto, en los 70 se hacía mucho, sólo que no para salas de directorios de empresas sino para livings de casas de clase media y clase media alta. Los arquitectos que decoraban ponían, a pedido de los dueños, bibliotecas así, con libros falsos en los estantes más altos. Alguna vez una conocida criticó mi biblioteca porque se veían muchos libros viejos y "no combinaban". Claro, eran tiempos en que un living con pared con libros era parte de la moda, y cuando eso es moda es porque hay mucha gente que lee en serio, también. Ah, y un bocadillo de pertenencia: los "terciarios recién inaugurados" tendrán bibliotecas así, porque lo que es la biblioteca del Joaquín V. González, donde yo me formé y laburo, nada tiene que envidiarle a ninguna universidad.

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