Esta cuestión del "debate entre escritores" me pone en aprietos. Me resulta difícil intervenir desde mi condición de típico "escritor fracasado". (No vacilo en criticar obras concretas, porque algo de literatura sé, pero este debate no trata sobre eso y construye lugares incómodos donde ponerse o no ponerse.) Ergo, decido incluir sendas notas de dos personas que no son precisamente santos de mi devoción, pero han aportado alguito de claridad, si no de profundidad, al supuesto debate.
- "Los mejores libros se escriben sin fórmulas", de Martín Kohan.
- "Lenta autocrítica", de Quintín.
El artículo de Quintín es débil y confuso. El de Martín Kohan parece reducirse a una falacia ad hominem: quien nos discute está resentido porque escribe libros malos.
ResponderBorrarParece propio de una Disneylandia de la literatura creer o afirmar creer que no existen favores, devoluciones de favores, peleas por cargos, pretensiones de subsidios oficiales, intentos de obtener becas, amistades, resentimientos, amoríos o ex amoríos, influencias en puestos clave de suplementos culturales o editoriales. Como si nunca hubieran leído a Bourdieu. Como si el único mérito necesario para obtener una nota de tres páginas en la revista Viva o una invitación a un seminario de escritores en Canadá fuera escribir literatura «que corre el riesgo de no gustar».
No conozco detalles del campo literario argentino pero creo que si pudiéramos ver las agendas o las invitaciones a cumpleaños junto a la cantidad de subsidios, becas e invitaciones a workshops que hay disponibles se aclararían muchas cosas.
Pablo,
ResponderBorrarPor favor salite de esa identidad de "escritor fracasado". ¿Acaso no coincidimos todos en que los premios de las editoriales y el éxito de ventas tienen poco y nada que ver con la calidad de la literatura? Tal vez justamente ahí esté el problema, y en esto no te señalo exclusviamente a vos, Pablo, en que aunque no lo creamos fehacientemente le estamos dando una entidad especial a aquellos tocados por la varita mágica del presente. Sabemos que en los 50´s Mallea tenía más prestigio que Borges en el campo cultural argentino pero de todos modos ejemplos como ese, que encontramos a montones en la historia de la literatura, no nos alcanza para prevenirnos a nosotros mismos contra las consagraciones externas a nuestros gustos literarios e incluso externas a los gustos literarios de las personas que respetamos en tanto lectores. Es una lucha...
Saludos
Eso es verdad: si uno quiere creer, contra la opinión del resto del mundo, que el bueno es uno, y que los otros han sido reconocidos por error o confusión o por ignorancia o por que han transado o porque son títerers de la GRAN CONJURA INTERNACIONAL contra el talento, puede hacerlo precisamente por las razones que enunciás. Sigue pareciéndome bastante sensato pensar que aquellos que publican, son leídos, ganan un premio pueden tener un mérito mínimo aunque ¿sea no? que otros no tienen. Al fin y al cabo, Borges no era reconocido como Mallea, pero había veinte mil escritores pésimos en la época que no eran reconocidos entonces, menos aun que Borges, y que tampoco son reconocidos hoy. Dios mío, qué difícultad para admitir las propias limitaciones.
ResponderBorrarQuintín puede ser débil (por ejemplo, no tiene ni idea de lo que se enseña en Letras), pero no confuso; quizás hay que entenderlo en relación con su artículo anterior sobre el mismo tema. Igual yo no lo defendería (viejos rencores que él ni conoce). Pero sin duda Kohan no dice nada de eso, Ismael; incluso, puestos a sinceros, creo que él mismo admitiría el circo que describís (de eso vive). Aun así, su argumento central es irrebatible: no se puede gustar a todos, no se puede escribir para todos, el éxito de hoy puede ser el olvido de mañana. Además, ¿cómo escribir de verdad, sin riesgos?
ResponderBorrarDice Bilardo que estaba muy preocupado porque nadie lo entendía, hasta que un tipo lo paró en la calle y le dijo: "No se haga mala sangre, doctor, el día que lo entiendan todos va a ser uno más."
ResponderBorrarSí, ya sé que no tiene nada que ver, pero me acordé y no pude evitar ponerlo.
ResponderBorrarEl texto de Martín Kohan da por sentado que él no gusta porque se arriesga a no gustar; quizás no gusta, simplemente, porque escribe feo.
ResponderBorrarChe, ¿los comments se pueden cruzar en el ciberespacio? ¿Escribimos todos a la vez?
ResponderBorrarA Beatriz Sarlo le gusta.
ResponderBorrarPor acá mismo la han defendido, creo recordar.
ResponderBorrarDiego te pide que te salgas de la postura de escritor fracasado, y a mí me parece, por lo contrario, que lo últil sería que profundizaras en ella -aun cuando intuyo que es una ironía. Porque si algo no he escuchado en esta polémica es que alguien reconozca sus propios defectos, sus limitaciones, en lugar de achacárselas a los demás o al sistema. Por último, a propósito del tramposo ejemplo de Mallea: sí, el era malo, pero Graham Greene que vendía millones es excelente, tanto como Djuna Barnes, que vendía cientos. Dickens que escribía para un publico vastísimo es extraordinario. Basta de pelotudeces, lo que importa es la literatura.
ResponderBorrarEl subtexto de toda la polémica parece ser "por qué ellos sí y no yo"? ¿Por qué no yo si me creo más? ¿Por qué yo debo abatirme en esta envidia y este resentimiento, si los otros me parecen peores? ¿Por qué, ni aun criticándolos como los critico, destruyéndolos como los destruyo, no consigo lo que tienen? Seguramente, porque ellos se confabulan con las grandes potencias del mal para que mi genio no revolucione al mundo. No importa: el tiempo me hará justicia, como se la ha hecho a Borges; y dentro de cincuenta años, en lugar de Guillermo Martínez, el mundo aplaudirá a García.
ResponderBorrarPero sin duda Kohan no dice nada de eso, Ismael; incluso, puestos a sinceros, creo que él mismo admitiría el circo que describís (de eso vive).
ResponderBorrarPuestos a ser sinceros, quizás incluso admitiría que de niño se vestía con las ropas de su prima; pero no dice nada de eso en su artículo y conjeturar qué diría o admitiría no es adecuado. En su artículo, al menos en el que se enlaza aquí arriba, Kohan describe al problema en estos términos: por un lado los buenos escritores, que se «arriesgan» y que detestan la literatura «hecha para gustar»; por otro lado los mercachifles que ganan premios y patalean cuando los escritores auténticos no los reconocen como pares.
El artículo de Quintín es confuso, y es especialmente confuso cuando se lo pone en relación con el anterior.
no se puede gustar a todos, no se puede escribir para todos, el éxito de hoy puede ser el olvido de mañana
Sin dudas, pero ¿es ese el problema? Como suele suceder, definir qué se está discutiendo es el primer motivo de discusión. Muchos parecen pensar (por ejemplo, la persona que dejó el comentario aquí arriba) que el problema es la pataleta de un escritor periférico. ¿Por qué no pensar que el problema es la forma en que se construye un supuesto canon, en que se distribuyen prebendas y se asigna visibilidad?
Lo que uno quiere creer es que el hoy no tiene capacidad potencial (para decirlo de alguna manera que suene contundente y que no de más lugar rosquitas de reyes) para asegurar el futuro. Y por ende, tanto los que hoy se sienten consagrados como los que hoy se sienten fracasados van a tener que morirse con esa duda radical respecto a la fortuna que encontrará su obra en tiempos venideros. Entonces, aceptadas esas premisas que acabo de formular, que un sujeto que asiduamente escribe narraciones ficcionales se asuma como “escritor fracasado” lo entiendo como un menosprecio contra su propia persona similar al que pudiera inflingirse un desocupado que se asumiera como “negro de mierda”. La de “escritor fracasado” es una categoría que sólo encuentra contexto en un contexto competitivo, envidioso y receloso, que hace que dicha categoría adquiera consistencia (que no suene absolutamente disparatada). Por eso mismo es que decía que esa categorización no es una cuestión exclusiva de Pablo, sino algo mucho más cercano a la sintomatología social en la que estamos viviendo.
ResponderBorrarEl resto se lo dejo a algún buen terapeuta.
Saludos
Ahí está. Mejor hablemos de literatura. Mejor leamos Los misterios de Rosario, por ejemplo, donde todo esto que ¿discutimos? está tomado para la joda y por lo menos es divertido.
ResponderBorrarLo de "escritor fracasado" no era una ironía ni lo soluciona ningún terapeuta. Sólo publiqué un par de libros que sólo leyeron mis amigos (dicen que les gustan, pero qué van a decir). He escrito muchos más, pero permanecen obstinadamente inéditos. Y, sobre todo, son malos. Es más: son malos desde los dos puntos de vista supuestamente en debate, opuestos y complementarios. ¿O habrá otros?
ResponderBorrarPablo, lo del terapeuta no era para vos. Queria aclarar eso.
ResponderBorrarSaludos