... de que uno se está volviendo viejo (además que se lo recuerden los lectores de blogs):
1. No entender la música actual. A mí me pasó hace rato con los Illya Kuriakin (seguramente sic, no quiero saber ni cómo se escribe). Cuando los oí por primera vez, supe que había un antes y un después en mi vida.
2. Añorar a los jugadores de fútbol de “nuestra época”, a quienes por otra parte puteábamos metódicamente.
3. Una variante puede ser con otros deportes: el boxeo, por ejemplo. El último boxeador que yo he visto y considerado en serio fue Sugar Ray Leonard. Gracioso que Cortázar, ya en la década del sesenta, decía que el boxeo había muerto y daba como prueba de ello ¡a Cassius Clay!
4. Ni hablar de la política, para la cual uno ya nació viejo. O, como dijo Woody Allen, “me perdí la revolución (sexual) por dos meses”.
5. El problema no es que a uno las chicas le digan "Señor", sino que uno quiera, en el fondo, que le digan "Señor".
Etc.
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