1.4.05

Ecce Homo exhibens

Polémica sobre la imagen del Papa agonizante.

"Jamás tuvo tanta perfección carismática como en los momentos de pérdida del habla, temblor y agonía que se perfila", escribió recientemente el teólogo Friedrich Wilhelm Graf en el SüddeutscheZeitung de Alemania.

Manuel Trallero, del diario español La Vanguardia, detectó un instante fascinante para la reflexión mediática: "Hubo una imagen que marcó el clímax televisivo. Fue un momento cargado de significado. El Papa no pudo asistir al vía crucis del sábado, lo vio por televisión. Lo realmente sensacional es que los espectadores también vimos cómo lo veía. En su capilla particular, de nuevo de espaldas a los televidentes, lo seguía a través de una pantalla situada precisamente debajo mismo del altar y que ocupaba casi todo el espacio libre." Trallero, además se asombra por lo que considera una cierta anestesia general de los telespectadores: "Prácticamente, estamos asistiendo a su muerte en vivo y en directo y a nadie parece escandalizar".

No sé de qué se extrañan. Es parte de la iconografía cristiana, esperando un Mel Gibson que entienda lo que debe hacer.

Literalmente el Papa ya no habla, pero desde el dogma sigue siendo considerado infalible. Sus acciones para los creyentes son siempre trascendentales. Su cuerpo habló por él, y en la inminencia de su muerte, ese es su mensaje.

Por otro lado, no debe de ser casualidad que esto coincida con la otra exhibición: la de la agonía de Terri Schiavo, divulgada por sus padres con intenciones y resultados paradójicos.
Iba a escribir algo sobre esto, pero Mario Wainfeld se me adelantó.

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