Llega a niveles increíbles como se defiende al cura éste. Digo, increíbles, porque el "derecho a la intimidad" que ahora se invoca -no lo han considerado para el resto de la humanidad, ¿no? Han estado metiéndose en nuestras camas desde que tenemos memoria para decir eso sí eso no. Que sea bueno con "los pobres" o no, es otro tema. Tampoco me creo que el resto de los obispos, a los que "los pobres" les importa relativamente, se solidarice con él por eso. Tiendo a pensar cada cura tendrá su gato, y estaría todo bien mientras no se metieran con el gato ajeno.
Y... hay muchas. Pero si te referís a los escritores, convengo en que es una corporación más bien laxa. Más bien, una conjunción de camarillas de lealtades variables. O, para que no falte una cita, un "Estado sin consenso" (Piglia).
Bueh, la verdad es que miro en torno y sólo veo la pampa. Pero si vos lo decís y Piglia también, debe ser mi propia sensacion de "soledad esencial" como decía JRJ. O de ubicuo sapo de otro pozo. Yo qué set. L
Digo, no será más consolador pensar, como Bourdieu, que hay un roden, cuando todo es un caos de sociedad que se deshace? Banalidad del mal pura, digamos, astillas del pasado incendio que nos empeñamos en considerar fragmentos preciosos.
Tenemos un mal día, parece. Pero es difícil no estar de acuerdo con que el orden es una ilusión (quizás necesaria), en medio de tanta evidencia contraria.
Oh vamos, quién imagina a un escritor defendiendo verdaderamente a otro. No digo un gremio de escritores que ya es ciencia ficción. A lo mejor te sentís más contenido porque estás en la UBA, pero pensáte como novelista y vas a ver que todo el mundo se caga en el resto.
Maravillosa frase de Monseñor Oesterheld en La Nación de hoy: "Acompaño al obispo Maccarone, pero no lo apoyo". ¿Será el motivo por el que el pobre debe acudir a semejantes gatos?
Fuera de bromas, monseñor Oesterheld refuta el propio "derecho a la privacidad" que era el principal argumento con que La Nación trataba de salvar a Maccarone. Para monseñor Oesterheld "un sacerdote no tiene una vida privada y otra pública". Lo que quiere decir que, gracias a Dios, jejejeje, los curas y quienes los apoyan se sienten en un verdadero brete. Rimas fáciles abstenerse. Y si, sí, ants de que me lo diga agún otro anónimo de ésos que siempre quieren descollar por la sutileza, aunque sea matando a la abuelita, lo admito: como puto tantas veces perseguido por sotanas, enrollado en los retorcimientos inauditos de discurso, comportamiento y psiquis a los que los obliga el celibato... no puedo menos que regocijarme.
http://www.lanacion.com.ar/p733254
ResponderBorrarLlega a niveles increíbles como se defiende al cura éste. Digo, increíbles, porque el "derecho a la intimidad" que ahora se invoca -no lo han considerado para el resto de la humanidad, ¿no? Han estado metiéndose en nuestras camas desde que tenemos memoria para decir eso sí eso no. Que sea bueno con "los pobres" o no, es otro tema. Tampoco me creo que el resto de los obispos, a los que "los pobres" les importa relativamente, se solidarice con él por eso. Tiendo a pensar cada cura tendrá su gato, y estaría todo bien mientras no se metieran con el gato ajeno.
Y... cada uno tiene su corporación, ¿no?
ResponderBorrarAJá, cuál esería la nuestra paul? Avisame así me siento menos en bolas.
ResponderBorrarY... hay muchas. Pero si te referís a los escritores, convengo en que es una corporación más bien laxa. Más bien, una conjunción de camarillas de lealtades variables. O, para que no falte una cita, un "Estado sin consenso" (Piglia).
ResponderBorrarBueh, la verdad es que miro en torno y sólo veo la pampa. Pero si vos lo decís y Piglia también, debe ser mi propia sensacion de "soledad esencial" como decía JRJ. O de ubicuo sapo de otro pozo. Yo qué set. L
ResponderBorrarChe pero eso de camarillas fluctuantes con lealtades variables no es lo mismo que decir que no hay nada parecido a un gremio y eso es lo desesperante?
ResponderBorrarDigo, no será más consolador pensar, como Bourdieu, que hay un roden, cuando todo es un caos de sociedad que se deshace? Banalidad del mal pura, digamos, astillas del pasado incendio que nos empeñamos en considerar fragmentos preciosos.
ResponderBorrarTenemos un mal día, parece. Pero es difícil no estar de acuerdo con que el orden es una ilusión (quizás necesaria), en medio de tanta evidencia contraria.
ResponderBorrarNo es un mal día, sono così. Saludos.
ResponderBorrarOh vamos, quién imagina a un escritor defendiendo verdaderamente a otro. No digo un gremio de escritores que ya es ciencia ficción. A lo mejor te sentís más contenido porque estás en la UBA, pero pensáte como novelista y vas a ver que todo el mundo se caga en el resto.
ResponderBorrarMe están volviendo loco los usuarios anónimos, che. ¿Quién dice qué...?
ResponderBorrarEh no es para tanto, paul, sorry en todo caso si te volví loco. porque el usuario anónimo, como la madre, es uno solo.
ResponderBorrarMaravillosa frase de Monseñor Oesterheld en La Nación de hoy: "Acompaño al obispo Maccarone, pero no lo apoyo". ¿Será el motivo por el que el pobre debe acudir a semejantes gatos?
ResponderBorrarYo pensé al revés esta semana. Lo apoyaron tantos, que pensé "se hubieran acordado antes".
ResponderBorrarFuera de bromas, monseñor Oesterheld refuta el propio "derecho a la privacidad" que era el principal argumento con que La Nación trataba de salvar a Maccarone. Para monseñor Oesterheld "un sacerdote no tiene una vida privada y otra pública". Lo que quiere decir que, gracias a Dios, jejejeje, los curas y quienes los apoyan se sienten en un verdadero brete. Rimas fáciles abstenerse. Y si, sí, ants de que me lo diga agún otro anónimo de ésos que siempre quieren descollar por la sutileza, aunque sea matando a la abuelita, lo admito: como puto tantas veces perseguido por sotanas, enrollado en los retorcimientos inauditos de discurso, comportamiento y psiquis a los que los obliga el celibato... no puedo menos que regocijarme.
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