9.8.05

(En la gacetilla anterior, me gustó la acotación de que los cuatro mangos incluyen el café. No es para menos, si la película dura como cuatro horas. Me hizo recordar una de las pocas veces que fui al Goethe a ver una película, en aquellas incómodas butacas de plástico, que supongo ya habrán cambiado. Era la exquisita, la etérea Effie Briest, de Fassbinder. Exquisita y todo, sillas incómodas y todo, fue una de las pocas veces que dormité en un cine.)

2 comentarios:

  1. Anónimo9:10 p.m.

    Pero còmo, ¿no era que nunca te aburrías? E. Malignoff.

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  2. En realidad, yo puse que nunca decía la frase "Estoy aburrido"..., no que no me aburriera. Pero aquello de Effie Briest fue superior a mí, era un mal día, etc. Aburrimiento, nunca. O que Fassbinder, desde donde esté, me envíe la maldición de los dioses de la peste y me haga llorar lágrimas amargas.

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