16.3.05

La decadencia de los grandes relatos

En un viejo cuento de Bradbury -creo que se llamaba "La carretera"-, la gente huía de las ciudades ante la inminencia de una catástrofe innominada pero terminal. En su huida (hacia las montañas o hacia quién sabe dónde), largas caravanas de autos eran contempladas por un campesino que trabajaba su tierra cerca de la carretera pero lejos de toda zona urbana.
Un auto se sale de la interminable fila y va a parar cerca del campesino. El conductor desciende para pedir por favor un poco de agua. Toma grandes sorbos, desesperado y diciendo, quizás más para sí mismo: "¡El fin del mundo, se viene el fin del mundo...!" Se va.
El campesino sigue trabajando, parsimoniosamente. Al rato, detiene un momento su labor para secarse el sudor de la frente y se pregunta: "¿A qué llamarán el mundo?"

1 comentario:

  1. Ah... esos relatos de Bradbury! Debe haber alguna ironía en el título de tu post que se me escapa.

    Hay otro, también de él, también acerca del fin del mundo en el que toda la gente sabe que se viene el fin del mundo y nadie dice nada, todos están esperándolo, el lector está esperándolo y nadie dice nada. Cada uno sigue con sus tareas, con las pequeñas ceremonias cotidianas, pensando en que se viene el fin del mundo (creo que saben la hora exacta y todo).
    Y el cuento termina con una familia que se va a dormir, sabiendo que pronto acontecerá "el fin del mundo", pero sin mencionarlo.

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