23.3.05

Yo aborté

por Liliana Chiernajowsky

"Lamentablemente no puedo referirme en esta breve nota al tema que motivó las declaraciones de Baseotto. El aborto es uno de esos temas que esperan la hora de un debate sincero en la sociedad, despojado de los condicionamientos y la hipocresía con los que habitualmente se lo aborda.Sólo diré que yo aborté. Que defiendo y lo he hecho siempre, el derecho de las personas, sobre todo de las mujeres, a decidir el momento y las circunstancias para dar vida a un hijo. Y que no me arrepiento de haber tomado esa decisión, que jamás es ligera o frívola para ninguna mujer. Lamento que para algunos esta afirmación me haría merecedora de la suerte corrida por mi hermano. En cambio, mi preocupación siempre tuvo que ver con el hecho de no haber podido hacer nada para evitar que la hija que sí quise tener, conociera las cadenas, las capuchas y los gritos de dolor de las mazmorras de la dictadura cuando, siendo muy pequeña, fue secuestrada por la Marina junto a su padre.
Como sabemos, ningún vicario castrense –conociendo como conocían– denunció o se solidarizó jamás con tantas mujeres que, asumiendo la maternidad en condiciones tan adversas, fueron torturadas o muertas con sus embarazos a cuestas y parieron sabiendo que luego serían asesinadas y despojadas de esas vidas que acababan de engendrar."

Nota completa.

2 comentarios:

  1. Si la legalización del aborto se tiene que defender desde la crítica a la dictadura es porque algo anda mal. Algo en la temática, o en la forma en que se plantea la disyuntiva está yéndose para cualquier lado.
    Por supuesto el tema -el aborto, y la dictadura también -exceden en mucho la opinión de cualquier institución por más milenaria que esta sea. ¿O acaso alguien puede llegar a pensar que si viene un nuevo Papa y acepta prácticas abortibas, el aborto va a dejar de ser un trauma, que va a dejar de ser esa duda eterna que pone en tela de juicio toda conducta moral?

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  2. Anónimo8:08 p.m.

    Disiento con Diego. Chiernajowsky habla de su experiencia visceral como mujer que abortó y como madre de una hija que perdió del modo más horroroso (como si ya no fuera horroroso, inconcebible, perder a una hija). No usa la dictadura para reivindicar la legalización del aborto, la usa para comparar una tragedia atroz para la que no hay duelo posible, la pérdida de una hija, con una elección grave y triste, sin duda, pero que obviamente es elaborable y superable. De su experiencia del aborto le queda la solidaridad con las mujeres que deciden hacerlo o se ven obligadas a hacerlo, y por eso pide la legalización. Reivindico ese modo de razonar tan femenino, "desde el útero", desde la verdad de una experiencia propia, la verdad y el saber que no nace de libros ni de estrategias argumentativas metafóricas o comparativas en abstracto, como parece leer Sergio, sino de la elocuencia de los hechos y el cuerpo. El cuerpo de Liliana y el cuerpo perdido de la hija.
    En todo caso, el razonamiento para el que se usa la dictadura y la actitud de la iglesia pasa por otro lado: mostrar la hipocresía de quienes se rasgan las vestiduras defendiendo proyectos de vida in nuce que laten inalcanzables para ellos, incontrolables diría, adentro de cuerpos femeninos (eso es lo que molesta tanto), mientras avalan la desaparición, tortura y muerte de seres humanos ya crecidos y seres humanos nacidos hace poco.
    Excelente la nota de Chiernajowsky, verdadera sobre todo, tremenda.

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