(Tal como prometí, hago un comentario detallado del artículo-defensa de Piglia en Radar del domingo. Espero que nadie se ofenda, pero me pareció que merecía alguna discusión, por lo menos. No está en debate la altura literaria del sujeto, mucho menos el abismo entre él y quien escribe. Pero todos tenemos derecho de pensar, ¿o no?)
- “La rivalidad entre escritores y las sórdidas luchas por los premios literarios ya la narró Borges en 'El Aleph'. Lo increíble es que ahora esa historia se ha repetido en la realidad. En esta nueva versión, Carlos Argentino Daneri, el típico escritor arribista retratado por Borges, es quien ha perdido el concurso y como un maniático se ha dedicado a denunciar al que ganó y a denigrarlo.”
Si Gustavo Nielsen es Daneri, ¿Piglia pasa a ser Borges? También podría haber hecho una alusión a “La intrusa”, en la que los personajes se llaman Nilsen... En lo de “escritor arribista”, ya hay material para otro juicio. Nielsen no es Daneri, por supuesto, pero tampoco estuvo en juego su calidad literaria.
- “Que la Justicia haya perdido su tiempo en una ridícula rencilla literaria me parece un simpático signo de los tiempos que corren.”
No necesariamente una “rencilla literaria”, si se tratara de ello, implica que no haya un delito. Es reducir o desviar el verdadero foco de la situación. “Los tiempos que corren” es un desafortunado lugar común que revela, más que las falacias, hasta qué punto Piglia está afectado por esto (lo cual es totalmente entendible). Faltaba que gritara, como Fabio Alberti, “¿Qué nos pasa a los argentinos?”.
- “Sabemos desde Kafka que la clave de un proceso es que cualquier cosa que diga el acusado parece una justificación o una coartada.”
Otra referencia literaria (es de esperarse en Piglia); pero con ese criterio nadie podría defender sus derechos en la Justicia, acusando a otro. ¿Los acusados resultan ser todos inocentes? Puede ser, si “todo preso es político”. Pero, mientras tanto, confío en la Justicia para hacer mis contratos y cobrar mis derechos de autor. Y que K fuera inocente no prueba que Piglia también lo sea.
- “Por eso, cuando hace unos días el fallo del tribunal se hizo público, pensé que lo mejor era no decir nada, pero la dimensión que ha tomado el asunto me ha decidido a intervenir. Las líneas que siguen son un intento de esclarecer –en lo posible– la lógica que ha regido la misteriosa serie de hechos literarios que me ha llevado casi a la página policial de los diarios.”
El problema es que el fallo no se hizo público en su totalidad, entonces los retazos conocidos se pueden manipular a piacere. E insiste en que se trata de “hechos literarios”.
- “Como el personaje de Borges, el nuevo Carlos Argentino Daneri piensa que la justicia literaria sólo es justa si es él quien gana el concurso, porque cualquier otro resultado es prueba de una manipulación y de un fraude.”
Nadie puede saber lo que Nielsen “piensa” (esto también es injurioso). Y no se trató de eso el juicio. De hecho, si el primer premio fue fraudulento, la novela de Nielsen, como segunda finalista, tendría que haber ganado, como en cualquier torneo o ránking donde, por ejemplo, se descubre que el que va primero dio un dóping positivo. No siempre los partidos se “ganan en la cancha”, porque se pueden ganar mal y ser anulados.
- “Denunció entonces que, contra las posibilidades de todos los participantes y aparte de mis posibles méritos, de antemano se había decidido que yo iba a ser el ganador del concurso de novelas organizado por la editorial Planeta en 1997. Según esa insinuación, Augusto Roa Bastos, Mario Benedetti, Tomás Eloy Martínez y María Esther de Miguel –que formaron parte del jurado y premiaron mi novela por unanimidad– se habrían dejado manipular por la editorial. Pero como esa presunción es irracional, el jurado jamás aparece mencionado en la acusación y soy yo quien es acusado.”
La presunción no es irracional sino improbable. Y no menciona que había otro jurado, “representante” de la editorial. ¿Qué función cumplía? No hay que ser un detective de novela negra para deducirlo.
- “Su denuncia no sólo desató una ola de rumores y de sospechas sino que sirvió para llevarme a los tribunales y enredarme en un proceso que duró ocho años.”
El acusador no tiene la culpa de la lentitud de la Justicia, a él no le conviene; al contrario, quizás la tenga la defensa, que siempre es la más interesada en dilatar los tiempos procesales. Y en mantener silencio, lo cual alimenta rumores y sospechas.
- “Lo increíble es que la razón que Daneri usó para acusarme se fundó en la lectura delirante de una cláusula del concurso. Según las bases que el fallo cita, la novela 'debía ser inédita, sin haber cedido o prometido respecto de ella los derechos de edición y/o reproducción en cualquier forma con terceros'. Es obvio que el objeto de esa cláusula es proteger al editor de la posibilidad de que un escritor firme con anterioridad un contrato con una editora que no sea Planeta. La cláusula impide que el escritor que gane el concurso pueda publicar luego la novela con otro editor. Aunque parezca imposible, en la interpretación irracional de esa cláusula se fundamentó la denuncia. Daneri insinúa que mi novela Plata quemada estaba contratada porque yo había firmado años atrás un contrato con Planeta por la edición de toda mi obra. Pero mi novela Plata quemada no estaba contratada, no estaba contemplada ni incluida en ese contrato porque todavía no existía, y nunca se firmó un contrato previo al concurso por esa novela.”
Cualquiera que esté en el medio sabe que no hace falta firmar un contrato para que un libro esté comprometido para su publicación en una editorial. De hecho, los “rumores” no los empezó “Daneri”, sino que salieron de la misma editorial (y se reflejaron en una célebre nota de Claudia Acuña), en la que se estaba preparando la novela para editar, antes del final del concurso. (Se habló de pruebas de galera, incluso.)
- “De todos modos –como si esto fuera un relato policial–, vamos a considerar por un momento los hechos tal cual los presenta Daneri. 1. Si la novela ya hubiera estado contratada, eso no garantizaba que pudiera ganar el concurso, ya que esa decisión dependía del jurado.”
Esto sería una ingenuidad si no se tratara de Piglia, pero dejémoslo correr. O no. De hecho, Jorge Herralde (dueño de Anagrama) ha dicho repetidas veces que le sacaron autores (más precisamente, una autora) tentándolos con promesas de un premio grande; como la “promesa” se cumplió, es fácil rastrear de quién se trata.
- “2. Si la novela ya hubiera estado contratada por la editorial que organizaba el concurso, ese hecho no hubiera alterado ninguna de las bases del premio, ya que la cláusula impedía el contrato con terceros (como cita el mismo fallo), esto es, con otra editorial.”
¿Quién se vuelve leguleyo ahora? Además, si no me equivoco, se trataba de “otra editorial”, porque era Seix Barral. Aunque se trate del mismo “grupo”. A veces, publicar en una gran multinacional puede tener sus desventajas también.
- “La suposición de que Plata quemada ya estaba contratada generó un desdoblamiento que podríamos considerar típico de un cuento de fantasmas de Henry James. Sucede que en el razonamiento de Daneri yo aparezco presentando al concurso dos novelas distintas.”
Esto no es así, jamás se habló de dos novelas.
- “Permítanme hacer un poco de historia. Terminé de escribir la novela a fines de julio y la presenté el 20 de agosto, mucho tiempo antes de la terminación del plazo del concurso (el manuscrito recibió el número 111 sobre un total de 264 novelas presentadas). La envié con el pseudónimo de Roberto Luminari y con el título de Por amor al arte para proteger mi anonimato y el del libro. Las bases me permitían presentarme con mi nombre, y muchos escritores lo han hecho en ese y en otros concursos anteriores. Pero si usé un pseudónimo y la presenté con un título distinto fue porque pensé que podía no ganar el concurso.”
Epa. Como especialista en policial, Piglia debería saber que el criminal deja pistas falsas todo el tiempo. Precisamente, pudo usar un seudónimo para poder alegar eso mismo si había problemas. ¿O Planeta no tiene abogados?
- “No soy Daneri, no pienso que deba ganar cualquier concurso al que me presente. Como pensé que era posible que no ganara el concurso y que mi novela podía quedar entre los finalistas, preferí (como han hecho antes que yo muchos otros escritores) que mi nombre y el título de mi libro no aparecieran en las listas que se dan a conocer antes del fallo.”
Esto último me suena a lo único coherente (y humilde) de todo el texto.
- “Esta decisión fue presentada por Daneri como una prueba de mi culpabilidad.”
No importa tanto qué pruebas presente “Daneri”, sino cuál acepta la “Justicia”. Puede ser una prueba, puede ser un cúmulo de indicios que, juntos, refuercen una convicción. Sin el fallo completo, es difícil saberlo.
- “Cito del fallo: 'De todas maneras, [María Esther] De Miguel conoció la identidad del autor de Plata quemada por aparecer un personaje reiterado en las obras de Piglia (Emilio Renzi), circunstancia que comunicó a la editorial organizadora, mas las condiciones no se modificaron respecto a la preselección efectuada por lectores amigos o especializados'. No entiendo la sintaxis de ese párrafo, ni de qué soy acusado. Desde luego, esto sólo prueba que los jurados no sabían que había una novela mía en el concurso y la leyeron igual que a cualquier otra, y sólo lo supieron gracias al conocimiento literario de uno de ellos que le permitió identificar a mi personaje.”
- Evidentemente, esto es contradictorio. No importa tanto cómo se enteraron de que había una novela de Piglia en el concurso, lo que importa es que lo supieron, antes o después de leer la novela. (Lo que ya es una presión para ellos, por otra parte. Suele recordarse que una vez Graham Greene se presentó en secreto a un concurso llamado “Graham Greene” y, para oprobio del jurado, salió tercero.) Y cualquiera identifica a Emilio Renzi, lo que pasa es que De Miguel lo dijo en un reportaje, con su aire ingenuo; los demás se hicieron los giles.
- “Pero las confusiones kafkianas no terminan ahí. Me permito citar otro párrafo del fallo: 'También viene a cuento señalar que el codemandado Piglia admite que la novela que presentara al concurso Por amor al arte, bajo el pseudónimo de Roberto Luminari, corresponde al título que después fue cambiado, supuestamente con anterioridad a la edición, aunque para ser exacta esta aseveración, debió acreditarse la identidad del contenido entre la novela presentada y Plata Quemada, circunstancia que no ha tenido lugar en tanto no se ha acompañado el texto de la primera de estas obras a fines comparativos'. No entiendo. Parece que había dos novelas distintas. Parece que nadie comprobó que las dos novelas eran una sola. Parece que los escritores del jurado no se dieron cuenta de que habían premiado una novela y que después se había publicado otra distinta.Carlos Argentino Daneri ve fantasmas. Intenta insinuar que Plata quemada fue introducida a último momento en el concurso para sustituir a Por amor al arte y cree que eran dos novelas distintas. Es decir, sugiere que yo gané con una novela pero luego se publicó otra porque la editorial lo quería así.”
Esto no aparece en ningún lado, será porque el fallo no está citado completo o de verdad es muy barroco. Pero bien podría haber ocurrido y los jurados no tienen por qué darse cuenta de eso. Además, ¿qué es “una novela”, o “dos”, o “tres”? Puede haber varias versiones de una misma novela y, de hecho, es usual que haya correcciones (edición le dicen) después del fallo del jurado y antes de la publicación. ¿Qué tiene que ver?
- “Aunque no resuelva el enigma, sería bueno preguntarse cuáles son las razones por las cuales se produjeron estas oscuras y fantasmales sustituciones. La conclusión de Daneri implica el ejercicio simultáneo del resentimiento literario y del anacronismo deliberado. Dice (y cito del fallo) que la editorial se aseguraba así que mi novela 'le diera ganancias con las sucesivas ediciones, la realización de una película, etc.'”
Repito lo que sugería Herralde: muchos premios tiene ese fin, y uno puede elegir mirar para otro lado o discutir la legitimidad de esa práctica concreta de mercado. Pero no hacerse el gil.
- “No hace falta aclarar que en ese momento nadie sabía que tres años después se iba a filmar una película basada en el libro. ¿O Daneri cree que la filmación de una película es el resultado natural de un premio?”
Bueno, aunque no tenga nada que ver, también podríamos hablar de la horrible adaptación cinematográfica de un texto extraordinario. ¿El autor no tiene nada que ver? Puede ser.
- “Y además, ¿quién, salvo Daneri, puede asegurar que toda novela que gane el premio Planeta va a recibir sucesivas ediciones? Estas han sido las razones y los argumentos por los que he sido acusado y calumniado. Más allá de lo que yo pueda decir o explicar, el daño ya está hecho y es irreparable.”
Bueno, no es cuestión de lagrimear. Todos somos acusados y todos somos acusadores, en algún momento de nuestras vidas. Todos recurrimos a la Justicia cuando nos conviene. Quizás hubiera sido mejor encarar el tema de entrada con otros argumentos. Ni Piglia ni Planeta pueden reivindicar el papel de víctimas ante un simple particular como Nielsen (que no es Daneri, bueno es repetirlo). Cualquiera podría haber iniciado el mismo juicio si se sentía perjudicado. Yo mismo creo haber presentado una novela ese año, pero ni loco me habría animado a hacer la denuncia, justamente por miedo al infinito desprecio que emana de la “defensa” de Piglia (y porque jamás habría creído que la Justicia diera lugar a todo esto). Incluso podría haber sido más escandaloso el primer premio Clarín (el que ganó Pedro Mairal, hijo del abogado de Bioy, uno de los jurados); pero el principal perjudicado, en este caso, no hizo ningún juicio, porque sabía qué había pasado (gracias a los otros dos jurados), pero no podía probarlo (situación típica de novela policial, ¿no?). O prefirió “no sacar los pies del plato”, como sugiere Piglia que debió hacer Nielsen. ¿Un código de omertà? Dejo que me caguen, y alguna vez seré recompensado.
- “Los premios literarios han sido siempre objeto de controversia y de polémica. En un sentido, la literatura argentina empezó con el debate sobre un premio. En el Certamen Literario que se realizó en Montevideo en 1841 con motivo del aniversario de la revolución de mayo, una obra de Juan María Gutiérrez se impuso sobre un texto de José Mármol y esto desató de inmediato una gran controversia en la que varios escritores (entre ellos Alberdi) se opusieron al fallo y hubo debates y discusiones en los diarios. Desde entonces ha habido disidencias y discrepancias por los concursos. Los resultados siempre se pueden discutir, pero hay que ser muy arrogante para imaginar que se comete un delito si una obra nuestra no obtiene el éxito que esperamos. En la literatura argentina las diferencias literarias las han dilucidado siempre los escritores mismos. Todos esperamos que esa tradición persista. ¿O vamos a empezar a llamar a la policía cada vez que alguien no valore lo que escribimos?”
Piglia quiere generalizar lo que es un caso aislado que lo afectó a él, quien no tiene por qué quedar impune. Y reduce otra vez a “diferencias literarias” lo que pudo ser un delito, penal o civil. Repito que Nielsen nunca reivindicó la calidad literaria de su obra ni nada por el estilo; al contrario, siempre elogió Plata quemada (para peor, se llama parecido a su excelente libro de cuentos, Playa quemada, ¿no?). Pero no se trata de eso, y Piglia no lo quiere admitir. De hecho, desde este problema se deja claro en las bases de los premios que hay un jurado de preselección. ¿Por qué antes se daba por supuesto? ¿Éramos todos tan ingenuos de creer que los jurados pueden leer 400-600 novelas? Sí y no. De hecho, participar en un concurso no implica aceptar bases no especificadas, aunque sean de práctica. (Hasta me atrevo a decir que uno no aspira a ganarle a Piglia o a Caparrós, obviamente, sino a que el jurado lea la novela propia y quizás decida publicarla, sin que gane el primer premio...) Será una ingenuidad, estoy de acuerdo, pero en ese caso las víctimas son los ingenuos, no los ganadores de siempre (que sólo a veces son “grandes escritores”).
¿Hace falta aclarar que Piglia me parece uno de nuestros intelectuales más brillantes, y Plata quemada su obra maestra, destinada a ser un clásico, pese a su horrible versión cinematográfica? Pero su actitud fue y es decepcionante. Alguna vez propuso discutir, a propósito de esta controversia, la relación entre literatura y dinero, precisamente una de sus especialidades críticas; pero no lo hizo y ahora está pagando de golpe el precio de ese silencio.
Paul,
ResponderBorrarmuy bueno. a veces parecía como que piglia estuviera gritando "no judicialicemos la literatura!!", adaptando la frase inventada por a los menemistas con miedo de cárcel.
coll
ALGUNAS IDEAS AL BARTOLEO.
ResponderBorrarNo alcancé todavía a leer todo tu artículo, Pablo, ya lo leeré con todo detalle. Es verdad, coincido, el problema fundamental es la relación entre literatura y dinero, o para decirlo más claramente, entre producción intelectual y capitalismo. Y hay un evidente prejuicio romántico que desvía la discusión si de ficción se trata, o que por lo menos la empaña. Toda ficción -y todo autor, por lo tanto- parece "contaminada" por el hecho de haber concursado y no digamos ganado, mucho dinero; como si el mecanismo de la competencia, y por supuesto, la obtención del dinero, no formara parte de una maquinaria social muchísimo más vasta y la que no sé discute en estos trances. Nadie parece ir mucho más allá del chisme, ni de la defensa del propio jardincito... Oliverio Coelho acaba de escribir en otro blog que los escritores "verdaderamente serios y formados no pierden tiempo y dinero en hacer fotocopias para presentarse en los concursos editoriales"; lo que implica, obviamente, que los que no ganan tienen el verdadero premio de la aprobación de Oliverio COelho... ¡Qué cantidad de perdedores pueden alinearse fácilmente en este razonamiento tramposo...! Yo perdí muchos antes de ganar el Clarín, y nunca se ocurrió lamentar las fotocopias. Ahora, sobre desde la experiencia de haber ganado el Clarín, que espero no me vuelva el blanco de nadie a esta altura - además, me gustaría aportar algo. 1) Nadie deja de tenerlos en consideración, ni aquellos que dicen menospreciarlos; no tengo pruebas, pero creeme que el dato de tener cincuenta mil dólares no es un dato más ni para tus amigos. 2) Los concursos académicos son mucho menos "discutibles", salvo en los corrillos, que los premios dados a una novela o un cuento; hay algo romántico en eso, y una obvia complacencia con el mecanismo dentro de lo universitario. "Ganar un premio de novela es cache", me dijo una vez un amigo paquetísimo, "pero ganar un concurso para una cátedra en medicina, en el que competís con uno que llegó de Santiago y al que "no conoce nadie" y llevándote a la sala miles de celebridades amigas que aplaudirán, es paquetísimo. 3) Pero una pregunta se me vuelve fundamental, ¿conocés al que Piglia llama Daneri? Si lo conocieras -y es obvio que Piglia lo conoce, al menos durante estos ocho años- te darías cuenta de un montón de cosas que lo alejan de la figura del "justiciero". De hecho, hubo seiscientas presonas que no optaron por su misma acción, y no son ningunas taradas. Me tocó estar en una Feria del Libro con Daneri, en Porto Alegre, y soportar su interrogatorio sobre mi eventual participación en el concurso -juro por Conrad que no participé-. Recuerdo también su frase: "A María Esther de Miguel quisiera verla, aunque sea un día, en cana." "¿Y qué pensás de Massera?", me pregunté, del que nunca le escuché hablar, ni creo que haya ido jamás a una marcha. No me atreví a preguntárselo, porque soy cagón. Y ahora mismo tiemblo pensando que me venga a cagar a palos. Leopoldo Brizuela
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ResponderBorrarNi siquiera es un artículo, LB. Sólo una especie de glosa párrafo por párrafo. No quería sacar de contexto lo de dice el Richard, como él hace con el fallo del juicio (insisto en que sería fundamental conocer el fallo, porque hay que ver en qué pruebas se basaron, exactamente). Por otro lado, lejos de mí erigir al tal Daneri en justiciero; ya me imagino cómo es, no te preocupes. Pero no se trata de eso. El pibe que perdió con Mairal es macanudo, y el mismo Mairal seguramente también lo es. ¿Y? Está bien: la relación clave es literatura y dinero, pero también literatura y ética. Yo, como`perdedor de todos los concursos habidos y por haber (sólo gano menciones honorarias), igual me siento con derecho a opinar.
ResponderBorrarAdemás, los que ganan concursos (literarios o académicos) amañados y celebran como si se lo merecieran me hacen acordar a esos jugadores de fútbol que festejan como desaforados un gol hecho de rebote o de penal. ¡Eso en mi barrio sí que era cache!
ResponderBorrarOtro si digo. Desde ya que nadie pudo ni podría cuestionar el premio tuyo. Lo que dice Oliverio es relativo y quizás habría que darle una vuelta de tuerca más maliciosa aún; quizás los escritores serios y formados no concursan... salvo que sepan que van a ganar. Esto es lo que me preocupa. La calidad literaria, por otra parte, es cuestión de gustos; pero no es casualidad, por ejemplo, que uno de los premios Planeta más flojos haya sido Sucesos argentinos, de Battista (que ganó con Abelardo Castillo como jurado). Está bien que el premio Nacional sea una especie de jubilación, pero si van a convertir los premios privados también en eso, por lo menos que avisen. Las fotocopias son caras...
ResponderBorrarPablo querido,
ResponderBorrarsólo quería -y quiero ampliar la discusión a otros temas, no invalidarla- y salvarla tanto de la egolatría de Piglia como de la locura de Daneri; las posiciones de uno y otro son las dos puntas de mismo eje que abarca un montón de lugares comunes sobre esto de los premios y que quisiera que de una vez terminaran. Veremos por qué.
1) Porque yo que obtuve el Clarín con absoluta limpieza -aunque, bueno como sos, supongas que nadie sospechó de esa limpieza: si no hay pruebas, las inventan, o dicen que sos lo suficiente idiota como para ganar un premio- le debo un montón de cosas excelentes que no quiero que pierda otro.
Por supuesto, soy lo suficientemente petulante para pensar que el premio no me inventó, ni hubiera podido seguir en esto sólo con el premio; pero lo cierto es que si no se me hubiera dado esa oportunidad, yo hubiera seguido siendo el que era desde hacía treinta y seis años.
2) No estoy diciendo que el otorgamiento de premios sea un ideal, pero en el estado de destrozo de la cultura es un camino, sobre todo para el que como yo no tenía plata para pagarme la edición de autor de una novela de cuatrocientas páginas. Una vez me pelée en público con Graciela Cabal en la Feria del Libro porque demagógicamente dijo que los premios estaban todos arreglados -era una mesa de los que habíamos recibido premios ese año. Yo le dije, simplemente: Graciela, vos no fuiste nunca jurado. "Muchas veces", me dijo. "¿Acomodaste alguno?", ¡Nunca! me dijo. "Entonces dejá de hablar pelotudeces", le dije, y la gente, por supuestok que quiere escuchar a Graciela Cabal, me abucheó.
Pero es que es cierto: fui muchas veces jurado de concurso y sé lo importante que pueden ser en la vida personal de un escritor, que como sabemos no está sembrada de alicientes. Quiero defender eso.
3) Te doy algunos ejemplos: Kanaka, de Juan Bautista DUizedie que ganó el premio Alfaguara; La Yugoslava, de Esteban López Brusa, que ganó el Premio de la Provincia de Buenos Aires, y salió en El cuenco de Plata, no me parecen que tenganq que quedar salpicadas por generalizaciones que tienen mucho que ver con la famosa "guillotina horizontal" que corta la cabeza del que asoma del resto. Son dos novelas que aprecio mucho, y de otra manera nunca hubieran accedido a la publicación.
4)Yo mismo he sido jurado de concursos y nunca acomodé a nadie. Por supuesto que pueden creerme o no. Y en este sentido, tampoco, mi tarea fue demasiado diferente de cuando trabajo haciendo un informe sobre un libro para una editorial, ni cuando hago una antología. Quiero decir: es cierto que, hasta cierto punto, es una cuestión de puro gusto personal; pero hay un "minimum" de calidad absolutamente verificable. Vos trabajás en una editorial, y sabés de qué hablo.
5) Yo no te mencioné a Daneri para disculpar a Piglia. Ni para salvar a Planeta o a quien sea. Lo mencioné para no equipararnos a ninguno de los dos. Y ahora, sí, a hablar, si tenés ganas -te noto un tanto enojado- en general sobre literatura y dinero, o sobre literatura y mercado, ¡otra vez! Eso es lo importante.
PD: Ah, lo de que nucna me puse a pensar en las fotocopias, era precisamente porque me deprimía mucho no ganar. ¡Mirá que me iba a fijar en esa pelotudez...
ResponderBorrarPD2: La frase de Oliverio me dolió porque supone que los "escritores verdaderamente formados" -vaya uno a saber cuáles son los otros para él- no se presentan a concursos. Bueno, de los que yo sé que concursamos esa vez, y entre los que estaban Marcelo Damiani y Alejandro López, además de algunos que no quisieron salir del seudónimo, ninguno nos merecemos eso. Los escritores formados a veces se presentan porque -como en mi caso- un premio era la última esperanza; una esperanza que, por lo demás, no tenía. Me presenté el último día y me olvidé.
No, juro que no estoy enojado, nada que ver. Es un tema apasionante, nada más. ¡Y a Piglia lo admiro en serio, ojo! Yo también fui jurado y tampoco acomodé a nadie, pero el clima general de escepticismo no lo crea la crítica suspicaz, sino la falta de transparencia. O quizás un poco cada una. Otro ejemplo: en la entrega de un concurso de ensayo (yo saqué una mención, no es un chiste), el presidente del jurado elogió al ganador y dijo que no lo conocía, cuando en realidad pertenecía a su cátedra de la Facultad. ¿Era bueno el texto ganador? Seguramente, pero el mío también y yo estaba en desventaja. Etc.
ResponderBorrarAgrego algunas ideas que viene hablando con Oliverio COelho. Quizá podamos hablarlas aquí, también al bartoleo, como siempre. No las expurgo porque no tengo tiempo, pero estoy conciente de que quizás no se entiendan descontextuadas. cualquier cosa lean "www.conejillodeindias.blogspot.com."
ResponderBorrarAh, no, Oliverio, este nuevo post más radical muestra una hilacha indigna . Cuando decís: "como los premios editoriales son farsas notorias y los escritores más o menos formados saben qué espera el mercado de ellos, no se postulan para no dilapidar fortunas en fotocopias", sugerís por qué ganan los otros y no, evidentemente, los que son como vos. Por qué los que tienen "reconocimiento internacional", "vida asegurada", etc. son los "no medianamente formados" y no los "verdaderos". Por qué, en fin, el mundo esta equivocado le da a los demás lo que en justicia le debería a otros. Me parecía que ibas viendo el tema con inteligencia, y que todo se dirigía a ver por qué la competencia y el dinero ha llegado a formar parte esencial de la valoración de la literatura; por qué el mecanismo de la competición -te aseguro, y lo sabés, que el Premio Planeta no es más limpio que cualquier concurso académico- es parte esencial de nuestra sociedad, etc. Derrapaste al viejo lugar de tirar agua para tu molino. Como Nielsen, que se embandera en la justicia sin haberse plegado nunca a otro reclamo por la justicia. Como Tabarovsky, que se encarama tirando mierda a los demás -el arribismo de Nielsen es mucho menos notorio que este último, que, como vos me escribías a mí, se la pasaba comiendo con Guillermo Martínez. En cuanto a tu apuesta al futuro, yo también dudaría de la perduración del bando al que intuyo que te afiliás, y que de hecho también detenta el poder: los que gozan de "reconocimiento internacional" no son sólo los que conocieron premios: también Aira está publicado afuera y Fogwill. A todo esto, la imagen de escritor serio, ¿está mal? Todo tu blog está escrito con la mayor seriedad, lamento decirlo. (....)
Algunos datos como para introducir matices en tus comentarios, con los que por supuesto no estoy de acuerdo, Oli Oli -como diría Cescut:
1) El premio Clarín ha dado pérdidas millonarias. Casi ninguno-salvo Sabrina Love- ha agotado la edición. En mi caso, porque hicieron una edición exagerada, vendí siete mil ejemplares, pero aun así dio pérdida. Por qué se sostiene, premiando a gente como Patricia Suárez, o a Angela Pradelli? Por Alfaguara, y sé de lo que hablo.
2) Es cierto que hay gente que sólo alcanza cierta notoriedad por un premio, pero no hay notoriedad que se sostenga sólo con un premio. Ahí sí te sobran millones.
3) Estás construyendo una imagen de vos mismo que no te hace justicia. La imagen del que no tiene ninguna incidencia en el campo intelectual, ni quiere tenerla, etc., la imagen del francotirador, puede resultar seductora sobre todo si la contraponés con alguien que esté "en el mercado." Pero no se condice con la realidad, Oliverio, vamos. Publicás reseñas en LA NACION, publicás -por méritos literariso que te elogié públicamente- en editoriales prestigiosas -y el propio Cescut me comentó una vez en Cúspide que te envidia. Por último, moves muchísimo más tus libros que mucha gente. Estás muy alerta a una las estrategias de difusión de tu obra o como las llames.
4) No sé si de algún concurso literario salió algo como Zama, pero de pocos lados salió algo como Zama, esa es la verdad. Lo cierto es que Zama tampoco ha salido nunca del mercado. Habría que preguntarse en todo caso por qué no se escribe Zama hoy. Es más profundo y sería más interesante.
5)Las empresas multinacionales puede organizar cosas que no sean para ganar dinero: pueden hacerlo para evadir impuestos. Toda la fabulosa maquinaria de mecenazgo norteamericana está basada en eso. También una estrategia editorial para blanquear una política de publicación de basura, con una "novela premiada" y buena.
6)Lo de Tabarovsky y Martínez es absolutamente cierto. Me acuerdo de haberlo oído -en esos cumpleaños- elogiándolo a Birmajer por el humor y a Birmajer respondiéndole: "en cambio a mí lo que escribís me parece pésimo." De estas cosas está llena la polémica: de juegos de poder apenas velados, pero aludir a otra cosa que a la pura teoría es terrible.
7) Tenés un terrible menosprecio por todo autor que tenga una buena editorial, un agente, etc. Te convendría investigar antes de hablar, no lo digo como un reto, sino porque te limita intelectualmente. LO que decís puntualemnte de los agentes... ¿vos leíste el catálogo de Schávelzon? ¿De Carmen Ballcells? Pueden -Balcells, por ejemplo- obligar a una traducción -lo hace, y con modos que me parecen legítimos, te diría: "si no publicás ACercad de Roderer" no te doy a García Márquez. Pero no hay carrera que se sostenga sólo con un buen agente. Leé la lista de Schávelzon y fijate cuántos autores en los que él confió no pasaron de la primera novela en una multinacional.
8) En fin, tus consideraciones me parecieron muy injustas con muchísima gente. Sólo estamos de acuerdo en la consideración de Nielsen; pero yo también veo en vos cosas de él, como vos las ves en mí. Chau
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ResponderBorrarBorré el que estaba repetido, ¿eh?
ResponderBorrarSí, cómo se repiten cuando los que uno manda!!! Blogge y qué lo parió...L
ResponderBorrartema con mucha tela para cortar. acuerdo en general en cuanto a que esa división entre "margen" y "mercado" es bastante arbitraria; de todas formas creo que los grandes grupos han sido bastante ciegos en los últimos tiempos (demás está decir que está lleno de excepciones).
ResponderBorraren lo de piglia puntualmente, hago una pregunta con cierta ingenuidad: ¿está en efecto probado (y qué tipo de pruebas hay?) que al jurado se le dijo "o gana piglia o gana piglia" y que este se dejo influir mansamente? la presencia de schavelzon o sabanes (no me acuerdo cuál era) en el jurado está postulada de antemano y lo sigue estando, con el agregado "director editorial de planeta" o similar. si alguien pretende escribir bien, por lo pronto tiene que saber leer: es obvio que eso implica que el criterio de la editorial será una carta fuerte. y es obvio que planeta se inclina en gral a autores consagrados o "del medio" y clarín a autores más jóvenes, inéditos o casi.
creo que la defensa cínica al estilo zeiger es lamentable; pero también la "ingenua" reacción destemplada
Puse un link al fallo completo, pero reconozco que su lectura es engorrosa. Hay remisiones a testigos, algunos nunca mencionados en otro lado (por ejemplo, Alan Pauls), pero no están sus declaraciones, obviamente. Más allá de tecnicismos, parece que pruebas hubo; y más allá de que alguna reacción sea "ingenua" y tu pregunta tenga "cierta ingenuidad". También hay leyes, ¿no? El problema es que se cumplen a veces sí y a veces no, pero las hay; y están por encima de contratos particulares, incluso (a eso le dicen pirámide jurídica); ni hablar de bases de un concurso.
ResponderBorrarpero pablo, ponele que no este probado que el jurado acepto una decision de otros, que ley se infringio?
ResponderBorrarno me da para ponerme a leer el fallo, la verdad, pero me parece muy dificil de probar eso
castigar a piglia o a planeta porque haya un jurado de preseleccion me parece ridiculo
El juicio fue por "nulidad y daños y perjuicios". Según entiendo, en primera se instancia se desestimó y en segunda se cambió la sentencia. Los tipos citan diversas leyes y jurisprudencia a rolete. Te aseguro que no nos da la imaginación para abarcar esos vericuetos jurídicos. Y ojo que terminan pagando dos mangos (y en aquella época estaba el 1 a 1). Sería divertido saber si Planeta piensa llegar a la Suprema Corte.
ResponderBorrarAh, y hay más leyes que estrellas en el cielo. Hasta te diría que es más difícil no infringir alguna que caminar por un campo minado. Hablando en serio: ni siquiera están todas unidas en un solo "libro", ¿sabías? Más aún: en algunos juzgados tienen códigos viejos y juzgan de acuerdo con ellos (sólo se puede anular tamaño despropósito en una instancia posterior); mientras, alpiste. ¿Qué diría un tribunal popular? ¿Y el sentido común? ¿Que fue una viveza y hay que aplaudirlos? Sí: alpiste.
ResponderBorrarTodo esto me impidió saludar a Coll. Su primer comentario me pareció acertadísimo.
ResponderBorrarAlgo que me molesta de todo este tema de Piglia/Daneri es que uno no puede -por autocensura? para evitarse los tomatazos o las largas tiradas agresivas?- hablar con la naturalidad y la sensatez de Serge. Eso también hay que verlo: en un medio con tal grado de resentimiento y furia aquel a quien no le fue tan mal no puede hablar por culpa o para no volverse blanco de lo que no merece.
ResponderBorrarPero volviendo al razonamiento de Serge -espero, Serge, que me des bola.- Uno puede imaginarse muy claramente lo que pasó, o para ser claro, qué carajo: puedo imaginarme una versión de lo que pasó de tintes mucho menos apocalípticos, en cuanto al concurso; y puedo imaginarme también qué se operó en Daneri en el mismo momento en que le dijeron que había ganado otro. Conozco a Daneri desde que tenemos doce años; no quisiera ser su competidor ni en el geriátrico, a las bochas. A lo mejor ya lo soy, pero hago todo lo posible por evitarlo.
Sólo dos cosas me atrevería a decir, porque Serge, con su calma que parece no avivada por ninguna bronca añeja, me lo permite. Sí, estoy seguro de que los jurados no fueron presionados por Planeta a que ganara Piglia "sí o sí": Roa Bastos, sobre todo, es indudable. Si la novela llegó a ser finalista por la paciente lectura del jurado de preselección -o si, como por ejemplo se puede hacer en el CLarín, si uno se encuentra con un texto que le resulte deslumbrante- fue colocada directamente entre las finalistas, ¿importa? ¿Es un disparate? Era una novela de Piglia. Supongamos que mañana hacemos un casting para una película y entre miles de meritorísimos actores aparece Vanessa Redgrave, ¿nos retiraríamos del concurso porque todos sabemos que es Vanessa Redgrave? ¿Sería malo elegirla? Todos deberían fingir, en todo caso, que nunca vieron una película con Vanessa Redgrave?
Bueno, sí, ya sé: soy terrible. Olviden lo que dije. LO que es más interesante de pensar, y sólo se me ocurre ahora leyéndolos a ustedes, es sobre la incapacidad de la ley para actuar en todo lo referente a la literatura. No digo a los concursos, a la literatura en general. El fallo evidencia que, aunque alguna idea tienen de lo que están hablando, la tienen porque asimilan la literatura a a otras actividades y la editorial a otras industrias que no tienen mucho que ver. Y que "pican" en los razonamientos, perfectamente lógicos pero incompatibles en más de un sentido con la realidad, de Nielsen -como los razonamientos del juicio de Alicia.
Por ejemplo, la frase sobre que para leer seiscientos originales habrían debido pasar seis años. BUeno, ignoran que hay un jurado de preselección? Que lo cuestionen ya sería más digno, pero que lo ignoren... Y voy a esto, antes de ligarme otro tomatazo: estamos absolutamente desprotegidos ante la ley, los escritores; la afip, los tribunales, ven aparecer a un escritor y como no contemplan ninguna de las cosas que hacen ni los delitos que se pueden cometer, en general el escritor termina pagando el pato. Olvídense de Piglia, no estoy hablando de él: estoy hablando, por ejemplo, de alguien que tuviera que reclamar derechos impagos, -qué escritor no los tiene- y la maquinaria legal se vuelve absolutamente impracticable; o de alguien a quien -como a mí- alguien roba la idea de una colección de libros completa -y sin embargo no hay legislación que contemple esa figura- o de alguien que publica un libro afuera y quiere cobrar derechos ¡imaginen que uno quiere cobrarles ¡no saben la cara de desconcierto de la AFIP y las cantidad de infiernos burocráticos que hay que pasar para cobrar cien dólares, para probar que el dinero no vino por Southern Winds! Pablo, por el hecho de estar en estas cosas, supongo que tendrás datos de este vacío legal.
Estamos en bolas ante la justicia. Y si Daneri no lo estuvo, déjenme decirlo, es porque en algún momento llevaba unos veintemil dólares invertidos en un estudio jurídico de esos que dan manija a cualquiera. NO es un detalle menor. Les aseguro que ningún escritor que gana el monto del premio lo conserva o lo gasta en un viaje por Aruba.
Saludos
L
Al mismo tiempo, pensando en Daneri, ahora, me pregunto -pregunta ociosa e improcedente, ya lo sé, pero ¡cómo me gusta ser antipático..! Si como todo lo hace suponer Planeta pierde ante la corte suprema, Daneri se sentirá, de alguna manera, reparado: la función que uno espera de la justicia. Pero ¿qué es lo que verdaderamente quiso hacer? ¿Desenmascarar la trampa editorial, darnos oportunidad para tan saludable palique, hacerse de unos millones? ¿O simplemente, ganar, ganar, de algún modo, como sea? Todo el mundo en este blog sabe de retórica lo suficiente como para ver que mi respuesta está implícita. Quiero decir, me salgo de la vaina por decir que si Planeta transgredió la ley, Daneri parece haberla aprovechado en sus lagunas, sus recovecos, para hacer primar un odio paranoico y una sed necesidad de poder que me recuerdan, ante todo, esas mismas épocas de menemismo. Todas las discusiones me parecieron válidas, pero siempre me chirrió eso, respecto de este tema; que las promovía alguien que no me merece la menor confianza. Pablo ya me dijo, a este respecto ¿y qué? Bueno, no tengo respuesta. Pero la incomodidad sigue; es como si quien nos inicitara a reflexionar sobre la innegable corrupción en la justicia fuera, digamos, Fassi Lavalle, con argumentos intocables.
ResponderBorrarL
Si querés Coll, yo diría, al contrario de Piglia, judicialicemos la literatura, sí, es urgente, pero primero conozcámosla. L
ResponderBorrar"... estamos absolutamente desprotegidos ante la ley, los escritores". Absolutamente de acuerdo. También es cierto que: a) hay más de cinco millones de argentinos que trabajan en negro; b) la culpa, en gran medida, es de los escritores, que jamás fuimos capaces de construir nuestra SADAIC; c) no es precisamente Planeta la encargada de velar por los derechos de los escritores. Lástima que haya sido Daneri, de acuerdo. Pero uno no se redime cediendo derechos a Eloísa Cartonera.
ResponderBorrarQué curioso que todos invoquemos el sentido común para probar cosas opuestas. Para mí, el sentido común dice que Planeta y Piglia se mandaron una avivada, muy habitual(cf. Herralde again), y que pensaron quedaría impune como siempre. Pero alguien buchoneó y otro decidió que esta vez no habría impunidad. Y ganó, seguramente por casualidad. ¿Para qué darle más vueltas? ¿Qué tiene que ver que Plata quemada sea una gran novela, Ricardo Piglia un tipo macanudo y Nielsen un hijo de perra (suponiendo que todo sea así)? ¡Fíjense que todo esto es lo difícil de probar, lo subjetivo, no lo otro!
ResponderBorrarPablo, no entiendo tanta vehemencia cuando estoy tratando de decir lo mismo que vos. Exactamente, Pablo, de eso estoy hablando: de la incpacidad de los escritores para dejar una posición absolutamente individualista y competitiva con el resto, destructiva debería decir. Ese afán por destruir al que mínimamente se asiente en un lugar de profesional o de trabajador de esto, y por lo tanto de dejarlo eexpuesto a las injusticias de los hijos de puta. Estoy hablando de que nadie se cree un trabajador como el resto -desde el principio estoy hablando de eso, desde hace muchísimos posts en este blog- y en lugar de actuar como gremio se actúa como en la selva. ¿Sabés dónde es más difícil cobrar un artículo? En Página 12, el diario de izquierda; pareciera que no es cool querer cobrar. La dificultad para comprenderse como un trabajador -incluso el rechazo a verse como uno más- es tan palmaria como ninguna otra de nuestras características. Siempre estoy tratando de econtrar vías para tratr de consolidar una conciencia real de las muchísimas necesidades de los escritores, versus una imagen absolutamente individualista e idealizada del Escritor con mayúsculas. Pero claro ¿a quién le va a importar que una editorial quiera sacarme el 80 por ciento de las ganancias de una novela? ¡Jodete! gritan todos refocilándose por están en el margen. Por otro lado, vos no ignorás que lo sé. Perdoná si hago una mención individual, pero soy miembro fudnador de la SEA, que trata de revertir esto. Trata, ¡pero andá a sacarle diez pesos a cualquiera de los socios que se gastan mucho más en cualquier boludez! Por último, que creas que ignoro que la mayor parte de la gente está en absoluta desprotección es o una distracción tuya respecto de mí -aunque me conocés lo bastante- o un yerro dudoso. Claro que lo sé, Pablo. Pero acá nadie propuso el tema ni de los desocupados, ni del acceso a la salud pública, ni del trabajador portuario: cuando lleguemos, vas a ver que también tengo opinión formada. Ahora, pareciera que el único reclamo que pueda hacer alguien que escribe es que una vez hubo un tongo en Planeta. Los otros atropellos me los tengo que comer porque publico y los que publican son la contra, se vendieron al mercado, o son jodidos per se. Por último, nunca dije que Piglia fuera un santo. Ni mucho menos. Ni siquiera lo admiro como vos, ni Plata quemada me parece una obra maestra.
ResponderBorrarPD: Eloísa Cartonera me parece una de las careteadas más grandes que existen en la historia de la clase media tilinga. En los años 90, cuando yo estaba militando más activamente en Madres, los mismos escritores que ahora son tan políticos me preguntban, ¿todavía estás ahí? Así que no me vengas con que soy igual a esos porque no lo soy, Pablo. me sigue extrañando tanto que no lo hayas notado en estos emses y me trates poco menos 2que como a Marcela Serrano.
ResponderBorrarLo subjetivo muchas veces es político, además: algo del individualismo, de la competencia feroz, del estilo menemista que perdura en muchos de nosotros se identifica con la actitud de Daneri, con la destrucción pública de Piglia. Que no es santo de mi devoción.
ResponderBorrarPor supuesto que sé muy bien -y creo que mejor que los que no son autores de editoriales multinacionales- hasta que punto no defienden los derechos de los autores. ¿Querés que te lo diga en cifras, en hechos, en cosas? Bueno, no puedo, porque no tengo la guita que tiene Daneri para pagar abogados y porque no quiero comerme yo quilombos en contra. Ahora, si uno tuviera alguien dispuesto a firmar un petitorio para que, pongamos por caso, una editorial no venda muchísimo más de lo que te rinde sin que nadie la controle, llamame, ¿dale? Me voy a sorprender.
L
Bah, no sé para qué me gasto. Por momentos siento que si careteara y dijera, desde mi posición -que creo que tiene algo que aportar precisamente porque es distinta- claro, muchachos, claro: Planeta es malo sin fisuras, Piglia es un atorrante tentado por el mercado, los verdaderos escritores son siempre los desconocidos, o si convalidara simplemente todo eso sin decir nada, sería mejor. Por momentos siento que tendría que aprovechar el tiempo que gasto escribiendo estas cosas que a nadie le provocan más que silencio o rechazo, dedicándome a mi propia obra, a cultivar el jardín: a eso que, precisamente, todos critican. La quintita.
ResponderBorrarPero claro que estamos de acuerdo, en la mayor parte, Leopoldo. Disculpame si no fui claro. Tampoco yo digo todo lo que sé. Justamente pensaba en la SEA (de la que no soy miembro porque no llego a tener dos amigos miembros), que por lo que yo sé tenía un muy buen proyecto de cobro de derechos de autor sin mediación de las editoriales. Con el avance de la informática, sería perfectamente posible, incluso a nivel internacional. Pero temo que los principales opositores a estas cosas no sean (sólo) los grandes editores, sino también los autores más exitosos.
ResponderBorrarBueno, igual he decidido no hablar más de este tema, porque veo que lo tomaste como algo personal, y no era ésa la idea.
ResponderBorrarPrefiero hablar de Zulawski...
ResponderBorrarY con la depresión del domingo no me queda nada de vehemencia, si alguna vez la tuve. Espero que por lo menos gane River.
ResponderBorrarrealmente no lamento que river no haya ganado pablo.
ResponderBorraryo sigo pensando que plata quemada es mucho mejor que el amor enfermo, y más allá de mi opinión supongo que si pusiéramos a una terna de jurados mercadofilicos, a otra vanguardofilicos, a otra academicofilicos, etc., las opiniones en el mejor de los casos estarían divididas.
entonces, si es posible y plausible que plata quemada sea mejor y más vendible y demás, sigo sin entender cuál es el tongo. en la evaluación de plata quemada, estoy con pablo; en cuanto a que los jueces dictaminaron sobre algo de lo que no entienden un carajo, con L. no se pelien, muchachos