13.3.05

Marcas

“Los libros de Chandler pertenecen (...) a una era de productos estables, en la cual el sentimiento de energía creativa ya no se encarna en el producto: éstos simplemente están allí, en el fondo industrial permanente que ha llegado a parecerse a la naturaleza misma. Aquí, la tarea del autor consiste en hacer el inventario de estos objetos, en demostrar, gracias a la exhaustividad del catálogo, la eficacia de su manejo del mundo de las máquinas y los productos industriales; y es en ese sentido que funcionan las descripciones de muebles o de vestimentas femeninas en Chandler: como una nominación, una marca de experiencia y saber práctico. Y en los límites de esta clase de lenguaje, el nombre de las marcas mismas. (...) La percepción de los productos con los que está equipado el mundo que nos rodea precede y da forma a la percepción de las cosas-en-sí-mismas. En un principio, utilizamos los objetos, y sólo con el tiempo aprendemos a apartarnos de ellos para contemplarlos con desinterés, y es de esta manera que la naturaleza comercial de nuestro entorno influye y da forma a la producción de las imágenes literarias, marcándolas con un determinado carácter de época” (Fredric Jameson, “Sobre Raymond Chandler”, trad. de Carlos A. Gamerro, en Daniel Link (comp.), El juego de los cautos. La literatura policial: de Poe al caso Giubileo, Buenos Aires, La Marca, 1992).

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